El Eclipse

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No.

No me puedo arrepentir, estoy en todo mi derecho. Quiero saber que demonios es lo que pasó, y ya estoy harta de suplicar, de sufrir en silencio, que ellos sepan que me duele y no hacer nada al respecto.

Encaro también el mismo rostro que lleva mi padre.

Una lleno de ira.

—Respóndeme, padre— Exijo casi gritándole

Sé que esto me traerá consecuencias... Pero ya no podía seguir en ese abismo de preguntas internas.

Me mira fijamente mientras frunce el seño.

—Eleanor...—susurra— Era lo mejor.

— ¿Lo mejor? ¿Para quién?, yo necesitaba a mi familia. Gracias por pensar en mí—comento sarcástica—, ¿Dejarías que Teddy o Phoebe vallan a vivir a otro continente?

El se voltea a mirarme.

—Es diferente.

Oh, ¿Qué mierda es diferente entre mis hermanos y yo?

Cada vez la furia crece en mi interior con más fuerza.

—No sé cual sea la diferencia— inquiero fría

—La diferencia es mucha, Eleanor— sentencia autoritario

Su mirada vuelve a perderse entre los arboles.

Pero ni el aire fresco, ni el día de hoy, ni el hecho de que él este intentando acercarse, cambian la situación. Ni el rumbo de mis comentarios.

—Pues yo no la veo, Padre— hinqué varias veces esta herida yo sola, ya era hora de decir algo para que mi familia me entendiese.

—No sabes Eleanor, todo lo que tu madre y yo pasamos en esos momentos en los que llegaste tú a nuestras vidas... Fue realmente inesperado—justifica pensativo

No lo sé porque no me lo han dicho, y aunque lo supiera... no por eso debían hacerme a un lado.

—Pero... ¿Por qué esperar tantos años?— reclamo inquieta

Mis preguntas son tranquilas, al igual que mi voz. Pero en el fondo desesperadas.

—Créeme, creo que hubiese dolido menos si me desechabas antes de que me pudiera dar cuenta de cuanto te quiero...—murmuro triste.

No sé exactamente que reflejó su mirar un segundo, se ve dolido y lleno de ira.

Dolor, por que sabe que lo que le digo es verdad, y creo que eso me duele más a mí.

Se levanta de un salto y me estira de un brazo antes de empezar a caminar de vuelta por el camino del bosque.

Camino a la casa.

No me responderá.

Me aprieta el brazo cada vez más, provocando que mi piel... Duela.

— ¡Me lastimas!— lloriqueo mientras prácticamente me arrastra.

Gruñe, pero no se detiene, y tampoco disminuye la fuerza que utiliza en mi brazo.

Las lágrimas pican por salir de mis ojos... Pero no quiero llorar frente a él.

Mi orgullo me lo prohíbe.

Veo la casa a la distancia, y trato de zafarme de su agarre, pero el me voltea para dejarme frente a su rostro.

Quedo petrificada al ver sus ojos... Lo ojos que antes solía ver como los alegres diamantes grises de mi padre... totalmente obscurecidos, casi llegan a ser negros.

The Origin: El origen de Eleanor GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora