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Cuando salí de la casa en la que nací y me criaron, nació un sentimiento de nostalgia. Las posibilidades de que volviera eran muy pocas, por no decir nulas.

Caminé hacia el gran bosque que había a tres cuadras de mi casa, era uno de los pocos bosques que todavía tenía árboles con hojas, pero sin agua no duraría mucho, el pequeño trayecto pasó sin sobresaltos, gracias a Dios. El bosque me ocultaba bien gracias a lo frondoso que eran los árboles, corrí y corrí hasta llegar a un río rocoso, si fuese otro tiempo esto me hubiese alegrado, pero el agua estaba verde. Sucia y contaminada. No la podría tomar aunque quisiera, moriría intoxicada, así que seguí andando hasta llegar a una parte en la que se oía mucho ruido. Me asomé por el hueco que había entre dos árboles y lo que ví me confundió y por alguna extraña razón me dió escalofrios . Frente a mi había una fábrica , frente a la fábrica se encontraban grandes filas de personas custodiados por sujetos como los que irrumpieron en mi casa.

Los sujetos hacían que las personas entraran a la fábrica en grupos de seis en seis, pero no veía que salieran. No podía acercarme a investigar por que me descubrirían, así que saqué mi celular que había guardado en la bolsa de mi sudadera y tomé una foto. Por si acaso.

Acamparía ahí, pero antes iría a explorar porque todavía era muy temprano.

Eran las 10 de la mañana.

Caminé en sentido contrario a mi casa, recé por que no me encontrara con ninguno de esos sujetos. Llegué a una parte del bosque en la que no se oía sonido alguno. Pero no era un silencio normal, era uno de esos silencios que te pone los pelos de punta. Un silencio demasiado silencioso.

Si iba para allá no tendría en que ocultarme, no había nada de nada. La tierra hasta parecía estar tranquila, en paz, como si no estuviera sucediendo una guerra en ella.

Cuando estaba dejandome llevar por la paz del lugar detecté movimiento por el rabillo de mi ojo, que sea una pequeña ardilla, que sea sólo una ardilla, me repetía en la cabeza, tenía la esperanza de que así fuera, pero muy dentro de mi sabía que no era así.

De pronto oí : ¡veo a una, rápido, ahí!. Me sentía como si fuera un león y ellos los cazadores, no, más bien ellos eran el león y yo una liebre. Me querían cazar.

Corrí hacia donde los árboles son más anchos para poderme esconder. No me permití entrar en pánico. El miedo me despertó.







La Tercera Guerra Mundial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora