Ella estaba ahí justo en frente de nosotros, Oliver se encontraba detrás de mi tomándome de las piernas como una manera de protegerse y esconderse de ella, su madre. No podía negarle ver a su hijo pero él no la quería, le daba miedo y eso a Sam la lastimó un poco, cosa que ya no me interesaba ya que nos abandonó hace tiempo atrás sin pensarlo dos veces.
Me impactaba que no le diera vergüenza aparecerse justo ahora cuando somos felices nosotros dos solos.
— Oliver— Intentó llamar la atención de el pequeño con el oso de peluche color blanco en su mano pero el seguía detrás de mi.
— Tomaste a Ollie por sorpresa, aún debe estar en shock. Debes darle tiempo.— Le dije intentado no hacerla sentir tan mal.
A pesar de todo ella seguía siendo su madre.
No sabía donde esconder mi mirada, estaba muy apenado con Maddie y no fue un buen momento para que me encontrara con la madre de Ollie en casa, en estos momentos ella podría estar pensando algo que no es real, un malentendido. Me agaché para dedicarle una sonrisa a mi pequeño hijo y lo cargué en mis brazos, rodeó mi cuello con sus pequeños brazos, él estaba muy asustado y yo lo entendía muy bien porque yo también lo estaba.
— Papi, no quiero estar aquí. Vamos a salir.— Me rogó jalándome del cuello de mi camisa.
— Claro, Ollie— Acaricié su cabello— Debes darle tiempo, hay mucha tensión en este lugar y no se siente bien— Comenté mirando a Sam y ella asintió.
Maddie estaba a punto de salir por la puerta pero la tomé del brazo con mi mano izquierda deteniendo su ida por esa puerta, si ella se iba estaba seguro de que no la iba a volver a ver jamás en mi vida.
Ella me miró con esos hermosos ojos azules de manera muy triste, estaba seguro de que ella quería llorar pero no lo hacía porque Sam estaba presente.
— Quiero que nos acompañes.
