Capitulo 7: El cazador y el zorro

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El hombre por su parte se dio la vuelta dejando al albino salir del lago, este aún dudoso salió viéndole de reojo mientras tomaba la ropa algo gastada.

-y que hace un hombre como usted en este lugar tan separado de la aldea?...- Dijo el albino que empezó a colocarse la larga túnica blanca cubriendo su cuerpo pero al mismo tiempo mojando las telas blancas.

-Lo mismo digo yo...es un lugar peligroso para usted...- Dijo el mismo hombre que se asomó por encima de su hombro, viendo la silueta cubierta por aquella tela blanca, gracias a la misma humedad del agua la tela se pegaba a su piel, denotando mejor aquel cuerpo que aunque estaba un poco golpeado era bello. -Las personas como usted deberían estar con los aldeanos, aquí fuera ahí muchos peligros que podían dañarle...- Dijo dándose la vuelta lentamente para pasarle el resto de la ropa, aún bajando la misma mirada.

El albino notó como este no le miraba directamente por lo que tomó aquella ropa, sonrojado se cubrió. -Gracias, pero estoy bien aquí no me gusta la vida encerrada...- Dio una suave reverencia haciendo un largo mechón de su cabello detrás de su oreja izquierda para así tomar las últimas cosas y empezar a caminar. -Estaré bien, conozco bien este bosque...- Sonríe suave mente para dar otra reverencia en forma de despedida para así levantar su mirada. -Me tengo que ir, usted también... Se esta haciendo tarde...- Mencionó por último para así darle la espalda y empezar a caminar un poco más apresurado.

-E-espera!...no Me haz dicho...tu nombre...yo...yo soy Saito Ishikawa...uno de los que protege la aldea...- Dijo sonriendo de lado al albino que se detuvo un momento escuchando.

-Un placer, pero no nos volveremos a ver así que no es necesario que sepa mi nombre señor, Ishikawa...con su permiso me tengo que ir...- Volvió a caminar apresurado buscando ir lo más lejos posible, sentía que ese cazador era de el tipo acosador por como sentía su mirada sabría que no tardaría mucho en ir detrás de el.

-No lo puedo dejar ir sólo...no importa si es hombre o mujer...esta herido...- Se decía a si mismo antes de apresurar el paso y seguir al albino o más bien intentar seguirle pues por más intento seguir su rastro término perdiéndolo de vista. -Tks! El cabello blanco debería ser fácil se encontrar pero...no veo nada...- El cazador buscó y buscó con la mirada siguiendo las huellas que había dejado pero parecía siempre terminar en un sólo lugar, el mismo de hace dos horas. -Lo perdí... Pero como?...-

Arriba de un árbol escondido, entre la vegetación y cubriendo su cabellera blanca y su ropa con su vestimenta oscura veía al otro, suspirando no podía creer que aquel hombre lo perseguía no había podido tan siquiera bajar por que se daba cuenta que tenía un buen oído. Esperando pacientemente sólo le escuchaba hablar y le miraba detenidamente, sintió su corazón latir un poco más rápido de lo normal, el sonrojo de nuevo cubrió sus mejillas. No podía comprender el por que, pero su corazón no dejaba de latir de aquella manera tan extraña, suspirando bajo del árbol una vez que ya no escuchó ruido.

En silencio se deslizo entre las ramas del árbol intentando no hacer mucho ruido con las hojas de este, hasta de había aguantado la respiración pues cuando sus pies descalzos tocaron las suave y fresco césped suspiro aliviado, mirando hacia la dirección que había terminado yendo aquel hombre, tenía que tomar un atajo para llegar a su vivienda esperando que no la encontrase pues sería un gran problema.

Mientras caminaba por aquel atajo se preguntaba si el menor ya había llegado, sabía que el no le hablaría ni siquiera le dirigiría la mirada y eso de  cierto modo le angustiaba. Era como su hijo y esa sensación de soledad ahora le pesaba más que nada, el este acostumbrado a tenerle a su lado era su debilidad ahora, hasta se arrepentía de haberlo dejado sólo, estaba dudando si regresar a verle o ir a casa a preparar la cena.

Sus pasos terminaron llevándolo hacia la cueva, con pasos silenciosos y algo pesados, con su mirada baja entró yendo a cambiarse con nueva ropa para pasar a empezar a cocinar, en su caminar no notó ningún rastro de que el menor estuviese por ahí lo que no le agradaba del todo y le inquietaba el hecho de no saber nada de el, pero debía confiar después de todo ya no era un niño, era demasiado fuerte, tan fuerte que debía dejarle ir, esos pensamientos le ponían un poco triste.

Sus pensamientos le llevaron tan lejos que por un momento se perdió en ellos y se olvido de su alrededor. Un ruido que se acercaba a la cueva le hizo reaccionar y salir de sus pensamientos ahí fue cuando su mirada se topo con la del menor, que desviaba su mirada y caminaba derecho, trago duró suspirando siguiendo cocinando en silencio mientras escuchaba como el menor se iba simplemente a dormir, suspiro y empezó a comer sólo.

Sabía que iba a terminar a si pero no pensó que fuera tan duró y pesado a la vez, tan tiste y sólo aquella sensación le quitó el apetito dejando la comida a mitad para luego simplemente ver como la madera era consumida por el fuego. Sirvió en platos algo de la comida para caminar en silencio hacia el menor que le daba la espalda, dejando a un lado de el la comida caliente, un estofado de carne con papas, pan y algo de jugó de uva para acompañar dejando así las cosas y alejarse en silenció empezando a guardar y lavar todo lo usado.

En silencio el albino se quedó viendo el fuego mientras se ponía a trabajar, preparando ungüentos y vendaje con telas que había obtenidos, dejando todo a la mano para el menor para después apagar el fuego, por más que este le ignorase, seguía preocupándose por el bienestar de este. Término dejando todo a la mano para así pasar a recostarse, yéndose a su cama en el suelo y tomando aquella cobija cálida para suspirar, intentar simplemente descansar.

-...auch...- Simplemente pronunció, le dolía pero ya no sabía que, si su cuerpo cansado o el hecho de que el otro no le hiciera el caso que deseaba. Maya simplemente se quedó viendo al techo de la cueva donde aquel grana agujero en este le dejaba ver el cielo estrellado donde algo de luz de luna entraba un poco. Sus ojos le picaban y sólo se dio la vuelta para cubrirse, dando la espalda al menor y volver a intentar a dormir antes de que las lágrimas salieran, el luchaba por seguir firme pero le dolía.

Todo lo que el zorro deseaba era que aquel chico se hiciera fuerte, tan fuerte como fuera posible y pudiese protegerse por si mismo, por más que quisiera que se quedara la vida con un híbrido le traería problemas y no deseaba eso, esperaba que el menor, creciera y se volviese un buen joven.

-lo siento...- murmuró antes de que darse dormido mientras algo de lágrimas rodaban por sus mejillas antes de desvanecerse al caer sobre las telas en donde dormía.



Shiro kitsune no jumonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora