Tienes que intentar que no le hagan nada...

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14 de Enero

Me echo un poco de maquillaje en el gran moratón que tengo en la mejilla izquierda, me echo un poco de mi colonia habitual y salgo del baño, cogiendo mi móvil y las llaves de casa.

-Javier, me voy - aviso sin mirarle y saliendo de casa rápidamente.

Veo a Hugo esperándome en su puerta y voy hacia él, el que me agarra de la cintura y me da un beso en los labios, que después alarga. Me separo rápidamente y me mira mal. Se monta en la moto y hago lo mismo, agarrándome a la parte de atrás de la moto, voy temblando mientras vamos hacia no sé dónde. Son las 8 y ya ha oscurecido, hace bastante frío y si le sumas que no sé lo que me hará hoy, pues voy tiritando. Después de un rato llegamos a un descampado, en el que se encuentran unas 30 personas o así, bebiendo y fumando, me bajo de la moto y Hugo me da la mano, andando hacia donde se encuentran todos los adolescentes. Miro uno a uno, y todos y cada unos tienen pinta de ser unos seres despreciables en todos los sentidos, igual que el que me tiene agarrada de la mano. Me da un vaso, que huele mucho a alcohol, el cual no pienso probar. Va hablando con muchos amigos, los que le preguntan quién soy yo y que si ya me ha destrozado como a las demás.
Cuando son casi las 12 nos vamos, montándonos de nuevo en su moto y llegando a su casa, aparca y veo que todos mis amigos están entrando en mi casa mientras mi hermano los saluda con entusiasmo, que de menos los echo.
Entramos a su casa, en la que como habitualmente no hay nadie. Se sienta en el sofá y me coge de la mano para sentarme en sus piernas, hago lo que dice y me mira sonriente.

-Te has tapado muy bien la herida, preciosa- me acaricia lentamente la mejilla y aparto la cara- no me apartes la cara, sabes que no me gusta- agarra mi mejilla y me comienza a besar.
-Para, por favor- susurro encima de sus labios haciendo que resople y se separe de mí.
-No me mandes muñeca, no me mandes- me vuelve a besar rudamente y me intento apartar sin poder, me besa el hombro y el cuello lentamente mientras va acariciando mi pierna- eres preciosa, preciosa.
-Hugo- susurro y me tiembla la voz de nuevo- para, por favor, no quiero ¡Hugo! -grito y me mira desafiante.

Me levanto rápidamente con intenciones de salir de la casa, pero ha echado la llave y no puedo abrir, se acerca a mí y comienza a pegarme, grito y lloro, él solo ríe y me pega. Noto como me da una patada en el brazo, doliéndome más que todos los golpes que he recibido. Al rato para y se sienta de nuevo en el sofá, mirándome sonriendo.

-Levántate de ahí, venga - me ordena, pero soy incapaz de hacerlo y se levanta, cogiéndome del brazo y llevándome al sofá- ahora te vas a ir a tu casita y no vas a decir nada ¿vale? Mañana terminaremos lo que he empezado, a la misma hora de siempre aquí, y ya te diré lo que tienes que hacer mañana, preciosa- me acaricia la mejilla y lloro.

Se levanta del sofá, me abre la puerta y me echa empujándome. Cuando ya ha cerrado la puerta me siento y comienzo a llorar y a temblar, oigo una puerta abrirse, miro para mi casa viendo que ha sido de allí, consigo ver a Jesus aunque tenga la vista borrosa e intento calmar mi llanto para que no me escuche, pero es imposible por lo que se gira hacia mí, me mira sorprendido y se acerca corriendo. Estoy sentada en el suelo y él me mira desde arriba, se agacha y me abraza fuertemente, decido abrazarle porque verdaderamente lo necesito, ese niño me está destrozando la vida, a mí se me está yendo de las manos.

-Alba, Dios mío ¿qué ha pasado?- pregunta preocupado, acariciando las marcas que tengo, no le contesto porque no quiero que les pase nada a ninguno y conociendo a Hugo, estará mirando por la mirilla.
-Jesus, vete, por favor.
-Alba joder- me dice y se escucha una puerta abrirse y sé que es la de Hugo, comienzo a temblar y a darle pequeños golpes a Jesus, con las pocas fuerzas que me quedan.
-Vete, por favor, vete, te quiero ¿vale? Vete, por favor- le pido llorando.
-No me voy a ir, qué te ha hecho ese carbón que lo reviento ahora mismo ¿Me estás escuchando?
-No ha sido él,te lo juro, no sé quién ha sido, estaba pasando por aquí y un borracho se ha acercado y le he gritado y me ha pegado, de verdad que no ha sido él.
-Amor mío- escucho decir a Hugo- ¿qué te ha pasado? Por dios, entra a casa ven, que te voy a echar algo en esas heridas.
-Si, claro- le sonrío falsamente y le doy la mano, levantándome y entrando a su casa, dejando a Jesus con la palabra en la boca.

Y por ti, llegar a lo más lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora