Arrepentido

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There are many things to say to you. Un montón de cosas pasaron por mi cabeza cuando la vi ahí sentada impidiendo el paso al asiento de su lado, al día siguiente, así que me senté junto a mi nueva conquista: Nadia, sin embargo, dos cuadras adelante, cuando Kylian subió, ella desbloqueó el paso y saludándolo en la mejilla le sonrió, ignoré ese gesto y me sumí en una plática con Nadia mientras Arotzia con la cabeza gacha le contaba algo a Kylian, lo único que pude escuchar fue cuando él le contestó:


-Siempre fue así, desde hace un año, quiere todo lo que yo tengo- Arotzia lo abrazó y eso fue lo que me hizo mirar a Nadia, quien metida en un celular reía.

Para sorpresa mía, Nadia se tornó cortante y seria conmigo, por más que intentaba hablarle no me hacía caso, ese día le escribí pidiéndole que no me ignorara; por la tarde cuando estaba a punto de subir me encontré con Arotzia y su mejor amiga Fátima, estaban recargadas en el camión y Arotzia tenía los ojos cubiertos, su amiga me miró y se giró para impedirme la vista, al subir, vi a Kylian sentado en mi antiguo lugar, me senté justo detrás de él y luego me levanté para verle la cara.

-¿Sabes qué tiene?- Pregunté.

-¿Quién?-

-Arotzia, obviamente, está allá abajo con Fátima pero tenía los ojos cubiertos, como si estuviera llorando-

-Oh, no lo sé, pregúntale-

-Ambos sabemos que a tí te contó todo-

-Bueno, me dijo que estaba algo intranquila porque su papá vio el mensaje que le enviaste ayer y con eso solo se logró que su padre odiara más a Nadia y le prohibiera verla-

-Eso es absurdo ¿Por qué su papá odiaría a Nadia?-

-Es una larga historia y la verdad yo no tengo ánimo de contarte- En ese instante subió Arotzia, no tenía los ojos rojos ni parecía estar mal, todo lo contrario, tenía brillo labial y un poco de rimel para levantar las pestañas, algo apenada fue hasta su asiento ante la mirada de todos. Kylian le dejó el lugar junto a la ventana y ambos se hundieron en una conversación sobre sus pestañas.-Luces bien, te ves bonita- Le dijo Kylian.

-Solo fue porque una amiga lo hizo, en realidad a mí no me gusta-

-Pero te ves muy bien, deberías hacerlo diario- Ella algo sonrojada sacó un libro, pero Kylian insistía en hablar así que ella entre sonrisas le respondía y a veces ella misma iniciaba la conversación, la profesora de biología de él había sido profesora de ella un año atrás, así que le daba consejos y ambos compartían gustos, de pronto todo eso se esfumó cuando vi subir a Nadia, quien se sentó a mi lado.

-¿Y tú qué?- Me preguntó en tono despectivo.

-¿Podemos hablar?- Se encogió de hombros- Bueno, yo, hice ésto para tí- Le entregué la carta y ella la abrió, leyó un poco y la guardó.

-Está bonita, pero tu a mí no me gustas, sé que dije cosas el otro día pero por si no te diste cuenta, estaba borracha, no sabía ni lo que decía-

-Pero... no estabas borracha-

-Sí, lo estaba, pero en fin- Se colocó los audífonos y me ignoró por completo. Cabe decir que durante casi una semana no descansé y le enviaba cartitas, aquello no servía pues cada dos días ya tenía un chico nuevo con quién besarse, mientras tanto, Kylian se encargaba de no dejar sola a Arotzia, en receso estaban juntos y los amigos de ambos a leguas se veía que se llevaban bien, sin embargo un día, justo el día que me rendí en cuanto a Nadia, Kylian dejó su asiento para tomar otro junto a una chica de nuestra generación, ella era bonita y delgada, usaba frenillos en los dientes y cabello rizado castaño.

Arotzia estaba metida en su libro mientras delante de ella, Kylian le regalaba un beso diminuto a la chica cuyo nombre era Marizza, abrí levemente los ojos y abandoné mi lugar junto a Nadia para ir directo al de Arotzia, ella al sentirme a su lado, algo asustada levantó su vista del libro, hizo una mueca y regresó a él.

-¿Me puedo sentar?- Pregunté sin dejar de mirarle los ojos, claramente había seguido el consejo de Kylian pues sus pestañas largas asentaban el color de sus ojos gracias al rimel.

-Ya te sentaste- Contestó sumida en el texto.

-Oye, yo... lo siento, no debí haberte hecho eso, pero estaba muy confundido-

-Bueno pero lo hiciste, de todas maneras no importa, tampoco era algo tan serio ni importante-

¿Qué? ¿Eso era lo que pensaba? Pero si estaba tan ilusionada, se le veía desde el primer momento. De pronto se levantó un poco y miró al asiento de atrás.

-¿Por la tarde a la misma hora?- Preguntó mirando a Nadia.

-Sí, ¿pasas por mi? siempre me quedo dormida- Arotzia le asintió y regresó a su libro; en ese momento unos niños hicieron enojar al conductor del camión, lo que hizo que detuviera el vehículo y comenzara un sermón, al ver a Kylian sentado en otro lugar gritó que nos iba a reacomodar.

-Tu, René ¿ese es el lugar que te di desde el principio?- Claramente no lo era, me congelé por un momento y luego asentí.

-Sí, éste es mi lugar-

-Bien, Arotzia y tu, les tocan los asientos 9 y 10- A mi lado ella suspiró y guardó su libro, nuestros nuevos asientos estaban justo dos asientos detrás del conductor, después colocó a Kylian y Marizza un par de asientos detrás del nuestro y justo a un lado estaba un chico que apenas esa semana había entrado a la escuela, era algo alto, pero inmediatamente se le veía la suerte que tenía con las mujeres y era de tercer año.

Así pasaron unos días, el chico nuevo se llamaba Esteban y todas estaban locas por él, a pesar de que era un tarado sin cerebro, ahora que lo pienso no éramos tan diferentes. Arotzia apenas me dedicaba una mirada y a veces platicabamos, otras, ella escuchaba música por sus auriculares y leía, era imposible no seguir ahí con ella, había algo que me atraía y seguía sin descubrir lo que era, algo de lo que sí me había percatado era que sus mejillas habían bajado en volumen y su cintura comenzaba a marcarse ligeramente.

Un viernes por la tarde, al salir de la escuela me percaté que un chico un poco más alto que ella, de tercer año con músculos de acero se le acercaba y le daba un beso en la mejilla, ella, seguida de Fátima corrió al camión escolar, su mejor amiga la dejó ahí y corrió al otro camión que llevaba otra ruta. Apenas me subí pude ver sus mejillas rojas y respiraba agitadamente, tomé asiento a su lado y la vi sonreir por la ventana, al asomarme ahí estaba el chico de tercero.

-¿Quién es?- Pregunté conteniendo el nudo que se me había hecho en la garganta. Ella se giró y con aire serio contestó:

-Un amigo, bueno ¿Y a tí qué te importa?- Sacó su libro y dispuesta a leerlo me ignoró. Yo no tenía las palabras para explicárselo porque ni siquiera sabía qué estaba sintiendo, así que mi primera reacción fue rodearle los hombros.

-¿Me vas a perdonar o qué?- Le besé la mejilla y ella se giró levemente.

-¿Te lo mereces?- Siempre hablaba como si fuera una adulta de 20 años, pero no lo era, sólo tenía 13.

-Ya sé que no, pero, créeme que fue una tontería, perdóname ¿sí?- Ella ocultó sus ojos con su cabello y pude ver cómo se formaba una sonrisa en su rostro.

-Pero solo porque debo ganar otra apuesta- Me miró y enredó sus dedos con los míos, después, dejó su libro a un lado para poner entera atención a las tonterías que yo le contaba sobre videojuegos y le enseñaba algunas imágenes graciosas en mi celular.  

Our broken storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora