CAPITULO CUATRO

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(RULYT)

Me desperte antes que mi sobrino para ir preparando todo para su entrenamiento, por que no iba a ser igual de fácil que con Zeus si no que este era igual de cabezota que su padre. Cuando termine de desayunar me levante a la cocina para fregar los platos.
Mientras estoy en la cocina oigo pasos detrás de mi, me giro y veo a mi sobrino bostezando. - Buenos días. - Le digo pero no recibo respuesta. Se dirige a la cocina, para coger una taza y prepararse el desayuno como le explique ayer.
- ¿Qué tal has dormido ? - Le pregunto para ver si esta vez recibo una respuesta.
- ¡Muy bien!, hace tiempo que no duermo en una cama. -
- Me siento culpable por saber... - Paro un segundo para saber como hablarle correctamente. - Por saber que tu estabas hay fuera solo y sin nada que llevarte a la boca. Por eso te pido perdón y te voy a enseñar a utilizar estas espadas que te cambiaran la vida.
- No tienes porque sentirte culpable por no haberme podido ayudar a comer, enseñarme a leer y todo eso, si no, tienes que estar feliz de que este aquí contigo. -
- Tienes toda la razón ahora voy a poder cumplir con lo que me pidió tu madre. -
- Bueno después de esta charla es hora de ir a entrenar. - Me dice con tono burlesco y dedicándome una sonrisa.
- No, me lo he pensado mejor y no creo que estés al alcance de utilizar estas armas. - Le digo y me levanto cogiendo su plato de desayuno para llevarlo al fregadero.
- ¿ Qué ? -
- Que no te voy a entrenar. -
- Como, no sabes lo que estas diciendo. -
- Si, se lo que estoy diciendo. -
- Me voy, en esta casa estoy perdiendo el tiempo. -
- No antes de irte te quiero enseñar una cosa. - Le digo.

Después de caminar un largo rato por un camino de piedras nos detenemos en una campa y le digo. - Coge ese cuchillo y con la punta de este pinchate en la llena de cada dedo de la mano que utilices para las batallas. Luego apoyaras la mano donde estaba el cuchillo. -
- ¿Para que? -
- Hazlo ya. - Le ordeno.
- Lo haré tranquilo. - Se acerca a la roca coge el cuchillo con su mano izquierda, se pincha las yemas de los dedos, guime, le comienza a salir un hilillo de sangre, pone la mano donde le he indicado, de repente se crea una grieta bajo su mano y su rostro cambia de enfado a sorpresa. Aparece una luz cegadora que deslumbra a mi sobrino

CAZA MONSTRUOS (LOS DOS MUNDOS): SOY EL INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora