Cuando Owen cerró la puerta de la habitación y nos encontramos nuevamente a solas, Sebastián puso distancia entre nosotros como si mi cuerpo lo estuviera quemando, sin embargo, no se alejó por completo. Su rostro era ilegible, sin emociones. Simplemente vació.
En ningún momento me miró a los ojos.
Suspiró.
—Deberíamos irnos.
—Sí. —respondí rápidamente. Ahora que estábamos solos, mis nervios comenzaron a aflorar. Sentía una conexión tan intensa con él que me abrumaba la idea de hacer cualquier cosa que me pidiera sin pensarlo dos veces. Tenía que salir de aquí.
Al bajar, una Sam borracha me esperaba en el vestíbulo de la casa, Cameron se encontraba detrás protectoramente y riendo con ella. Todo el mundo nos observó cuando bajamos de la habitación de Sebastián, no había caído en cuenta de lo que acababa de hacer. Que estúpida era. Pero esa no era mi preocupación cuando llegué al lado de Samantha, quien volteó a verme sorprendida.
—¡Alida! ¿Dónde demonios estabas? —gritó con el ceño fruncido y arrastrando las palabras—. Te he buscado con Owen por toda la casa y cuan... ¿Por qué tienes la chaqueta de Sebastián puesta y no cargas tu linnnda falda negra? —preguntó, interrumpiéndose y ladeando la cabeza.
—Se cayó a la piscina. —mintió Sebastián a mi espalda, metiendo las manos en los bolsillos con despreocupación. Parecía estar buscando a alguien entre la multitud, probablemente para evitar que Owen me viera con sus ropas.
—¡Qué torpe eres! —exclamó ella, riendo estruendosamente.
Después de observarla un momento, hablé.
—Sam... Sebastián se ofreció a llevarme a casa. —dije, añadiendo con preocupación—. Deberías venir con nosotros, estás demasiado borracha.
—Tranquila, Alie, la estamos pasando genial. Solo me he tomado dos copas. —dijo Cameron—. Nos quedaremos un rato más. Yo la llevaré a casa, no te preocupes.
—Cam...
—Confía en mí. No dejaría que nada le sucediera, jamás. —me interrumpió con un tono muy serio.
Suspiré, dándome cuenta de que estaba actuando de manera exagerada. Tenía razón, me estaba comportando como una persona paranoica.
Asentí, sintiendo algo de alivio.
Cameron sonrió, se acercó a mí y me abrazó, dándome un beso en la frente.
—Ve a casa y descansa un poco, señorita preocupación.
Al salir de la fiesta, sentí una gran tentación de ir a buscar a Samantha y a Cameron, para sacarlos a rastras si era necesario. Sin embargo, el gesto de afecto por parte de Cameron me dejó descolocada. Mi preocupación disminuyó un poco, aunque no por completo. ¿Qué pasaría si Cameron bebía más de la cuenta?
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Dos Piezas
RomanceAlida intenta dejar atrás un pasado atroz al mudarse a Londres, pero escapar de los fantasmas que la persiguen no será tan fácil. Ocultar su verdadera naturaleza se ha vuelto rutina para Alida, cuya vida dista mucho de ser normal. Nadie conoce el se...