13 de Agosto, 11:50 a.m.
Cuatro semanas habían pasado desde el incidente que había sacudido mi vida. Otra vez. Cada día que pasaba se sentía como una lucha constante, una batalla para mantener la normalidad mientras mi mente se debatía entre la desesperación y la confusión. La sensación de que algo seguía acechando, y la preocupación por Daevid no se desvanecía.
Me sentía atrapada en una rutina interminable, las conversaciones con mis amigos se habían vuelto superficiales. No quería preocuparlos más de lo que ya lo estaban, pero también me resultaba imposible ocultar la creciente tristeza en mis ojos y la falta de interés en las cosas que solían alegrarme.
La presión de mantener una fachada de normalidad me estaba agobiando, y la sensación de que estaba decepcionando a quienes me rodeaban solo incrementaba mi ansiedad.
Los exámenes se acercaban, y el pensamiento de fallar en ellos solo añadía más estrés a mi ya abrumado estado emocional. Aunque trataba de concentrarme en mis estudios, la mente me traicionaba constantemente, llevándome de vuelta a pensamientos oscuros y a la preocupación constante por Daevid.
El almuerzo con los chicos había sido un bálsamo para mi espíritu. Me sentía como la antigua Alida, la que reía sin reservas y disfrutaba de la compañía sin preocuparse por las sombras que se cernían en su vida. Ellos habían ido llenando poco a poco el vacío que Dave había dejado en mi pecho, aunque no podía evitar que su ausencia me asaltara cada vez que quedaba a solas con mis pensamientos.
Al regresar a clase, Owen nos acompañó por los pasillos, desbordando entusiasmo y bromas con Cameron. La risa compartida y el bullicio de la conversación me hicieron sentir un alivio temporal. Pero esa sensación de normalidad se desvaneció tan pronto como entramos en el salón.
Al abrir la puerta, mis ojos se encontraron con una escena desconcertante. Sebastián estaba reclinado en su silla, con una expresión inexpresiva y los brazos cruzados, mientras Scarlett lloraba desconsoladamente en el asiento que normalmente ocupaba Cameron. Mi risa se cortó de golpe, reemplazada por una inquietante preocupación. Fruncí el ceño mientras Scarlett, al notar nuestra llegada, alzó la vista y me miró con una intensidad que me hizo sentir incómoda. Sentí que Owen se movía hacia ellos, pero lo detuve con un gesto sutil, moviendo la cabeza en señal de que no era el momento.
Owen suspiró y, con un asentimiento de cabeza, se despidió de nosotros antes de alejarse. Scarlett se levantó de la silla, secándose las lágrimas con brusquedad, y le dijo algo a Sebastián antes de regresar a su asiento. Al pasar junto a mí, me empujó con el hombro, una acción que me hizo preguntarme qué había sucedido realmente.
— ¿Qué le hiciste a la barbie pelinegra? —preguntó Cameron al sentarse junto a Sebastián.
—Nada. —Sebastián respondió con un desdén que me hizo sentir un ardor en el pecho.
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Dos Piezas
RomanceAlida intenta dejar atrás un pasado atroz al mudarse a Londres, pero escapar de los fantasmas que la persiguen no será tan fácil. Ocultar su verdadera naturaleza se ha vuelto rutina para Alida, cuya vida dista mucho de ser normal. Nadie conoce el se...