-Y aparentemente ¡estaban teniendo sexo en la habitación de los padres de Bethany!
Hanna Marin miró fijamente a su mejor amiga, Mona Vanderwaal, a través de la mesa. Era dos días antes de que la escuela comenzara y estaban sentadas en la terraza del café inspirado en Francia, Rive Gauche, en el centro comercial King James, tomando vino tinto, comparando Vogue con Teen Vogue, y contando chismes. Mona siempre conocía la mejor basura de las personas. Hanna tomó otro sorbo de vino y notó a un tipo de unos cuarenta y tanto mirando lascivamente hacia ellas. Un normal Humbert Humbert, pensó Hanna, pero no lo dijo en voz alta. Mona no comprendería la referencia literaria, pero sólo porque Hanna era la chica más solicitada en Rosewood Day no quería decir que estuviera por encima de probar los libros de lectura recomendada para el verano en Rosewood Day de vez en cuando, especialmente cuando estaba acostada a lado de su piscina con nada para hacer. Además Lolita parecía deliciosamente sucio.
Mona se giró alrededor para ver a quién estaba mirando Hanna. Sus labios se curvaron hacia arriba en una traviesa sonrisa. -Deberíamos deslumbrarlo.
-¿A la cuenta de tres? -Los ojos ámbar de Hanna se ensancharon. Mona asintió. A la de tres, las chicas lentamente levantaron el dobladillo de sus ya por-las-nubes minis, enseñando sus pantys. Los ojos de Humbert se sobresaltaron y derribó el vaso de Pinot sobre la entrepierna de sus caquis. -¡Mierda! -gritó antes de salir disparado hacia el baño.
-Lindo -dijo Mona. Tiraron sus servilletas sobre sus ensaladas sin comer y se prepararon para marcharse.
Se habían hecho amigas el verano entre octavo y noveno grado, cuando ambas habían sido echadas de las pruebas para animadoras de primer año de Rosewood. Juraron que entrarían al equipo al año siguiente, decidieron perder toneladas de peso -así podrían ser las lindas y alegres chicas que los chicos arrojaban al aire. Pero una vez que consiguieron ser flacas y magníficas, decidieron que animar había pasado y que las animadoras eras perdedoras, entonces nunca se molestaron en volver a hacer la prueba para entrar al equipo.
Desde entonces, Hanna y Mona compartían todo, bueno, casi todo. Hanna no le había dicho a Mona cómo había perdido peso tan rápidamente. Era demasiado grotesco como para hablar de eso. Mientras que una dura dieta de semillas de fruta era sexy y admirable, no había nada, nada glamoroso sobre comer una tonelada de basura mantecosa, grasienta y de preferencia llena de queso y luego vomitar todo eso. Pero Hanna estaba por sobre ese pequeño mal hábito por ahora, entonces realmente no importaba.
-Sabes que ese tipo había metido la pata -susurró Mona, reuniendo las revistas en un montón. -¿Qué va a pensar Sean?
-Se reirá -dijo Hanna.
-Uh, no pienso eso.
Hanna se encogió de hombres. -Podría.
Mona resopló. -Si, deslumbrando a extraños va bien con una promesa de virginidad.
Hanna miró hacia abajo a sus tacos morados Michael Kors. La promesa de virginidad. Hanna era increíblemente popular, tenía un extraordinariamente caliente novio, Sean Ackard -el chico que había deseado desde séptimo grado- que se había estado comportando un poco extraño últimamente. Él siempre había sido el Sr. All-American Boy Scout (Chico explorador de América)- mientras era voluntario en su antiguo hogar y sirviendo pavo a los sin casa en el Día de Acción de Gracias -pero anoche, cuando Hanna, Sean, Mona, y un puñado de otros chicos pasaban el rato en el jacuzzi de cedro de Jim Freed, encubiertamente bebiendo Coronas (marca de cerveza), Sean había tomado un mando de All-American Boy Scout. Había anunciado, un poco orgullosamente, que había firmado una "promesa" de virginidad y había prometido no tener sexo antes del matrimonio. Todos, Hanna incluida, habían estado demasiado atontados para responder.