-Oh, Dios mío, árboles. Estoy tan feliz de ver grandes y frondosos árboles.
El hermano de quince años de Aria Montgomery, Michelangelo, sacó su cabeza de la ventana del Outback de la familia como un Goldfen Retriever. Aria; sus padres, Ella y Byron -ellos querían que sus hijos los llamaran por sus nombres- y Mike estaban manejando de vuelta del Aeropuerto Internacional de Filadelfia. Se habían bajado de un vuelo de Reykjavik, Islandia. El papá de Aria era un profesor de historia del arte, y la familia había pasado los últimos dos años en Islandia mientras él ayudaba en la investigación para un documental de televisión sobre el arte escandinavo. Ahora que ellos estaban de vuelta, Mike estaba maravillándose por el escenario local de Pensilvania. Y eso significaba... Cada. Única. Cosa. El mesón de piedra de la era 1700 que vendía jarrones de cerámica ornamentada; las vacas negras mirando sin decir nada al auto detrás de una cerca de madera en la carretera; el centro comercial estilo villa de Nueva Inglaterra que había aparecido desde que se habían ido. Incluso el sórdido Dunkin' Donuts de veinticinco años.
-¡Hombre, no puedo esperar a tener una Coolatta! -Mike gorgoteó.
Aria gimió. Mike había pasado un par de años solo en Islandia -él reclamaba que todos los islandeses eran "estúpidos que montaban pequeños y homosexuales caballos"- pero Aria había florecido. Un nuevo comienzo había sido lo que necesitó todo el tiempo, así que estaba feliz cuando su papá hizo el anuncio de que su familia se mudaría. Ese fue el verano después de la desaparición de Alison, y las chicas empezaron a apartarse, dejándola sin ninguna amiga real, sólo una escuela llena de personas que había conocido desde siempre.
Antes de que dejara Europa, Aria a veces veía a los chicos de lejos, intrigada, pero luego miraba hacia otro lado. Con su inquieto cuerpo de bailarina de ballet, cabello lacio negro, y labios sensuales, Aria sabía que era linda. Las personas siempre lo decían, ¿pero por qué ella no había tenido una cita en el séptimo grado, entonces? Una de las últimas veces que había estado con Spencer -uno de los más incómodos momentos juntas ese verano después de que Ali desapareció- Spencer le dijo a Aria que probablemente tendría muchas citas si sólo tratara de encajar un poco más.
Pero Aria no sabía cómo encajar. Sus padres habían impuesto en su cabeza que era un individuo, no una seguidora del rebaño, y debería ser ella misma. El problema era que Aria no estaba segura de quien era Aria. Desde que tenía once años, había tratado con la punk Aria, la artística Aria, la filme de documental Aria y, antes de que se mudaran, había incluso tratado la Aria ideal de Rosewood, la que monta caballo, la que viste camisetas Polo, la chica de bolso que era todo lo que los chicos de Rosewood amaban, pero todo lo que no era Aria. Afortunadamente, ellos se mudaron a Islandia dos semanas después de ese desastre, y en Islandia, todo, todo, todo cambió.
Su padre obtuvo la oferta de trabajo en Islandia después de que Aria empezara el octavo grado, y su familia hizo las maletas. Sospechaba que lo habían dejado rápidamente por el secreto de su padre que sólo ella -y Alison DiLaurentis- conocía. Había jurado no pensar sobre eso otra vez al minuto en que el avión despegara, y después de vivir en Reykjavik por algunos meses, Rosewood se convirtió en un recuerdo lejano. Sus padres parecían caer de nuevo enamorados e incluso su hermano totalmente provincial aprendió a hablar islandés y francés. Y Aria cayó enamorada... algunas veces, de hecho.
¿Así que, qué si los chicos de Rosewood no les gustaba la rareza de Aria? Los islandeses -ricos, mundanos, y fascinantes islandeses- seguro lo hicieron. Y al instante en que se mudaron allí, conoció a un chico llamado Hallbjom. Tenía diecisiete años, un DJ, tenía tres ponis y la más bella estructura ósea que ella nunca había visto. Se ofreció a llevarla a los geiseres de Islandia, y luego, cuando vieron un murmullo y éstos dejaron una gran nube de vapor, él la besó. Después de Hallbjorn fue Lars, a quien le gustaba jugar con su viejo títere, Pigtunia -la que aconsejaba a Aria sobre su vida amorosa- y le dio la mejor fiesta toda la noche en el puerto. Se sentía adorable y sexy en Islandia. Allí, se convirtió en Aria la islandesa, la mejor Aria hasta ahora. Encontró su estilo -uno entre bohemio y hipster girl, con un montón de capas, botas con cordones, y vaqueros APC, que compró en un viaje a París- leyó a filósofos franceses, viajó en el Eurail, con sólo un anticuado mapa y un solo cambio de ropa interior.