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Sus labios eran realmente suaves, con esa sabor a menta que tanto le caracterizaba que, como pensaba, me había vuelto adicto a ellos

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Sus labios eran realmente suaves, con esa sabor a menta que tanto le caracterizaba que, como pensaba, me había vuelto adicto a ellos. El tacto de su pelo liso entre mis dedos era más que fascinante mientras más lo tocaba. Mis manos residían casi cerca de su cintura justo en el punto donde su pelo terminaba. Sus dedos jugueteaban con el mío que a veces acariciaban con timidez mi cuello, cosa que hacía que mi corazón latiera con intensidad, tanto cómo nunca hubiera imaginado que podría sentir. Y ni siquiera hablemos de lo bien que se sentía tenerla tan cerca.

Sería bonito empezar la historia desde este momento, ¿no? Pero todo no es un camino de rosas y, desde luego, este no lo era.

Todo comenzó una tarde asolada de marzo, en el que extrañamente, la conocí. No fue de la manera más usual —al menos a mi modo de verlo— ni de la manera más jodidamente romántica pero, surgió. Me encontraba de camino a mi asqueroso piso que se encontraba a veinte minutos de la Universidad, esa tarde había tenido que quedarme para hacer un trabajo por lo que volvía más tarde de lo normal. El autobús estaba lleno por lo que únicamente quedaba un sitio al lado de una chica que, era totalmente desconocida para mí y, sinceramente, me daba algo de corte sentarme al lado de ella y molestarla pero, con una sonrisa, me permitió sentarme a su lado sin ningún tipo de asco hacia mí.

Iba tranquila, mirando hacia la ventana con sus auriculares puestos, moviendo la cabeza al son de la música. Yo, por otro lado, me encontraba intentando no invadir su espacio mientras intentaba concentrarme un poco en la música maravillosa que entraba a través de mis tímpanos. Al cabo de un rato y unas cuantas paradas, sentí un peso sobre mi hombro que me hizo dar un sobresalto del que me arrepentí al ver que aquella chica estaba profundamente dormida sobre mi cuerpo. Se veía adorable con esas largas pestañas tapando sus ojos mientras respiraba tranquilamente sobre mi hombro.

Mentiría si decía que no me sentía incómodo porque, era cierto, independientemente de que fuera un chica que, además de guapa, era adorable, seguía siendo una desconocida y aún mantenía mis principios de respeto pero, me dio tanta cosa despertarla que permití que se quedara un rato durmiendo a pesar de que no tenía ni idea de dónde se bajaría ni de porqué se encontraba tan cansada. Admito que me encontraba totalmente recto y había intentando no mirarla lo máximo posible. Ella sin embargo, no se percató ni un segundo de que se había dejado dormir sobre mí.

Después de unos veinte minutos, ella comenzó a moverse levantando por primera vez la cabeza observando su alrededor. Se asustó al verme tan pegado a ella dando un brinco con el que se quedó sentada y me pareció terriblemente mona. Miró hacia la ventana con angustia pero, al instante respiró tranquila por lo que me dio a entender que aún no habíamos llegado a su parada, cosa que también me tranquilizó a mí. Una vez estuvo tranquila, me miró dándose cuenta de lo anterior y agachó la cabeza a modo de disculpa. Sus mejillas estaban algo sonrojadas, algo que también me pareció tierno, aunque, ¿qué no había tierno en ella?

—Perdone, no quería ser molestia —me trató con máximo respeto haciéndome sentir muy cohibido. Agité la mano restándole importancia a la vez que ella me miraba con cautela, más intentado evitar mis ojos que otra cosa.

—No se preocupe, fui yo el que la dejé dormir ahí, no quería molestarla —la traté con el mismo respeto haciendo que levantara la cabeza para mirarme. Ella me dedicó una pequeña sonrisa de lado, a la que le devolví el gesto.

No hablamos mucho más, ¿para qué iba a responderle? Después de todo acabaríamos hablando de esos típicos temas absurdos que hablaban todas las personas que se solían encontrar en la calle para romper el hielo y sinceramente, con ella, no me apetecía. ¿Cómo hablarle? Creía que quizás era un poco atrevido preguntarle su edad o incluso su nombre, sentía que esa información era muy íntima como para estar preguntándosela a una persona que no iba a volver a ver más en la vida. Pensé en opciones como hablar de películas, series o incluso música; ella llevaba los cascos puestos así que, estaba casi seguro de que de algo tendríamos que hablar, incluso, a lo mejor, teníamos gustos musicales parecidos pero, no encontraba el valor para hablarle. Sentía que iba a cagarla.

Y entre tanto tiempo de pensamiento, me pidió que pulsara el botón por lo que supe al instante que no quedaban muchos minutos para que nuestros caminos se separaran. En menos de cinco minutos me encontraba de pie dejando que ella se levantara y abandonara el autobús fácilmente. De alguna manera sentía que, estaba dejando pasar a una gran persona, un sentimiento que jamás había tenido y que, en ese momento no había entendido del todo. Una vez salió de ese asiento se giró para dedicarme una pequeña sonrisa cerrando sus bonitos ojos a la vez que ladeaba la cabeza.

—Gracias por no despertarme, ¡adiós! —Se despidió para después pagar y salir de allí. Me senté de nuevo pero esta vez tomando el lugar que ella había abandonado.

Situé mi mochila sobre el asiento en el que antes me encontraba. Apoyé mi cabeza sobre la ventana fundiéndome en la canción que se deslizaba por mis oídos. Me sentía extraño, nunca en la vida había sentido algo así por alguien que no conocía. Sonreí al ver cómo se despedía con la mano y le devolví el gesto quedándome con las ganas de haber hablado con ella decentemente porque, de alguna manera, me había llamado la atención. Parecía una chica muy buena e interesante.

Decir que el amor a primera vista no existía sería algo raro en esta situación. Vale, no creía ni compartía la idea de amor a primera vista porque, estoy casi seguro de que es imposible enamorarse de una persona nada más verla pero, estaba seguro de que sí podía empezar a "gustarte" —por decirlo de alguna manera— alguien. Ella me había gustado, lo sabía solo con ver que no podía sacarme de la cabeza todo de ella, es como si se le hubiera sacado una foto con la mirada y esta se hubiera quedado grabada en mi mente como si de una galería se tratara.

Era extraño, realmente extraño cuando se trataba de alguien el cual no tenía ni idea de cómo era realmente, solo sabía su físico y en parte me aterraba un poco el hecho de que me estuviera convirtiendo en una persona algo superficial. Vamos, incluso había pensado en cosas íntimas con ella que ni siquiera con una chica a la que conocía había pensado. Era realmente increíble lo que me estaba pasando e incluso llegué a pensar que me encontraba lo suficientemente necesitado para pensarlo. Me estaba volviendo un pervertido sin causa.

Lo que no podía creer, era lo que iba a pasarme después.

Two-faced ↣ TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora