¿Cerrando ciclos? Parte I

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¡Estaba muerto! ¡Lo había hecho pagar con mis propias manos!
Mi proxeneta, mi violador, quien apenas me tuvo a su cargo desgarró mi vagina con sus constantes abusos, el maldito tipo que por años me hizo creer que no tenía más nada, tan sólo depender de él; ahora yacía en el suelo boca abajo con su estúpido rostro impregnado de la tierra que me tocó por muchos años llevar sobre mi cuerpo.
La deliciosa venganza se derramaba sobre el suelo. Su sangre que ahora estaba encima de mi no pudo sentirse mejor, eso sería lo último que tendría de él en mi recuerdo. ¡El ciclo se había cerrado!
Pero aún había algo que daba vueltas en mi mente. Antes de darle la apuñalada final, escupiendo sangre por la boca él tipo sonrió y me dijo con su tenue voz. —"¿Crees que fuiste libre sólo por que el chico elegante le gustó tu gran culo, perra? Si lo crees estás equivocada, deberías dejar de confiar en la zorra de Khate pues a los socios no se les manda a matar" — Esas palabras volaban en mi mente, pues recordé que Khate me había mandado a eliminarlo por que podría comprometerla en sus negocios, pero que clase de relación tenía este tipo con ella. ¿Por que no puse atención a las palabras de Khate antes de descargar mi rencor con el indeseable tipo? Le pude haber sacado algo de información antes de matarlo.

Me golpee en la frente por ser tan descuidada, volví a ver el cadáver y sonreí ante la idea que me llegó espontáneamente.
Me senté sobre su espalda, tomé se cabello jalándolo hacia atrás dejándome ver su cuello y su inexpresivo rostro. Tomé el cuchillo y lo degollé con toda la diversión que pude sacarle provecho. Incluso aún podía escuchar los gemidos involuntarios de sus cuerdas vocales, el gusto fue aún mayor cuando tuve su cabeza en mi mano desprendida de su cuerpo.
Quizá era hora de dejarme un pequeño recuerdo de mi víctima, si podía sacar sus ojos de las cuencas sin dañarlos los conservaría como trofeo de mi gran asaña.

Envolví su cabeza en la propia camisa que el mal nacido llevaba puesta, y caminé entre las sombras hasta llegar a casa.
Arrojé la cabeza en mi mesa, llenando esta del líquido espeso que aún salía. Me senté después de buscar algún instrumento que me sirviera para lo que intentaría hacer, al no hallar nada en concreto, me dispuse a usar una cuchara. Tome el cráneo, a la vez que empujaba la cuchara dentro tratando de no masacrar el iris. Para mi gusto, habían salido perfectos para ser la primera vez. Los sumergí en un frasco con agua, pronto buscaría éter para conservarlos en buen estado. Los miré y sonreí. — El primer par, de muchos que vendrán — Bajé al sótano, junto con la cabeza, encendí la caldera y la arrojé allí. Supongo que no quedaría nada por la mañana.

Busque uno de mis muebles viejos con repisas, en uno de ellos coloqué el frasco y salí totalmente satisfecha.

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Recibí una llamada saliendo de la ducha, se trataba de Evan que sonaba realmente alterado.

— ¡Clare, ven inmediatamente a mi apartamento! La señorita Breu tuvo un accidente en su auto. Necesito que estés a mi disposición ya que iremos a verla a ella y a su acompañante.
— Pensé que había fallecido — Dije tratando de ocultar la decepción en mi voz.
— Están delicados en sala de emergencias.  Necesito que vengas.
— Estaré allí en un rato. — Colgué el teléfono y me arrojé sobre mi cama. La chica pelirroja no había desaparecido, había fallado completamente. Aunque una gran ventaja tendría al tenerla postrada en una cama, ¿O no?
Necesitaba ver todas mis opciones. ¿Que pasaría si la chica sale viva de allí? , quizá Evan la compadecería y empezaría a cuidarla. ¿Que pasaría si ese vínculo se hacia cada vez más fuerte? No podía permitirlo, ni ahora ni nunca.

Tome mi mejor vestido y me lo coloqué con rapidez, me maquille de una manera natural como si hubiera estado durmiendo y su llamada me despertara. Me puse unas zapatillas sencillas y tomé mi teléfono para llamar un taxi.
Supongo que ya es hora de comprar un auto — Me dije mientras esperaba la respuesta de la operadora. Se lo diría a Evan, sabía que el me lo daría para que yo estuviera más cómoda.

Pasados unos veinte minutos me encontraba tocando la puerta principal de su casa.

— ¡Gracias al cielo has llegado! Nos vamos inmediatamente. 

—  Hubiera llegado un poco antes pero tuve que esperar un taxi. — Le mencioné como me propuse anteriormente. 

—  Tienes razón, creo que te mereces un nuevo auto ¿No lo crees? — Sonreí y asentí de inmediato. Eso era lo que quería oír. 

Evan  me condujo a  su garaje, abrió la puerta de su coche para mí e inmediatamente me deslicé en los cómodos asientos de cuero. Absorbí el aroma peculiar que había dentro y me relajé. Encendió el auto y condujo. Todo el camino miré su perfil, estaba bastante preocupado por ella y lo podía notar cuando mojaba sus labios con su lengua ya que siempre se secaban por su preocupación. — Tranquilo, pronto te libraré de esa tensión—   Pensaba mientras su cabello se bañaba de la luz de luna.

Dirigió  de reojo su mirada hacía mi, me puse nerviosa  y volví mi vista a la carretera. 

  —  ¿Que piensas?  — Me preguntó virando el auto hacia la carretera principal.  

  — Me preguntaba por qué te preocupas tanto por ella. 

—   No lo sé —  Contestó —  Puede que sienta que le debo algo al mundo. Es una historia que aún no puedo procesar, ni tampoco te gustaría saber. 

— ¡Patrañas!  Nada puede ser tan malo viniendo de tí. — Él detuvo el auto justo al frente de la entrada principal. 

— Clare — Suspiró — Siempre he sabido que tienes un buen corazón — Dijo mostrando una sonrisa cansada. 

—  Haría lo que fuera por las personas que amo — Lo malo, era que el único caso que conocía era su persona.  — Sabes que puedes confiar en mi. 

Evan me miró y bajó del auto. Lo vi moverse al frente de este y llegar hasta mi puerta, suspiré por lo bajo. 

  —  Confío en ti — Me dijo después de abrir la puerta. —  Solo que lo sabrás a su tiempo, quizá no del todo por mi boca. 

Lo miré por unos segundos y luego bajé mi mirada al suelo. ¿Que había en la Señorita Breu que me lo había   hecho preocuparse tanto? ¿Que había en ella que había sacado una sonrisa en el rostro de Evan con tan solo unas palabras?

  —  ¿Estás bien? —  Me volvió a preguntar—  Te noto algo perdida. 

—  Solo estoy algo cansada  —  Y algo decepcionada a la vez pero no iba a decírselo. 

—  Lamento haberte hecho estar a estas altas horas conmigo, no pensé en que estarías así. Fui un verdadero inconsciente.  

—  Me gusta estar aquí si es contigo. 

—  Siempre eres tan gentil conmigo. — Sonrió acercándose a mí—   Contigo siempre me siento yo mismo.  —  Me envolvió en sus brazos. Sentí su calor sobre mi pecho y su aliento en mi nuca. 

Mis rodillas tiritaban, era algo que solo pasaba en los clichés pero lo sentía, esa cercanía estaba realmente pasando. Supe que me estaba ganando su corazón, supe que se sentía cómodo conmigo.  Y majestuosamente allí también supe la manera de deshacerme del estorbo que estaba allí dentro. Sentí la necesidad de jamás separarme de su pecho, pero si quería actuar debía hacerlo ahora. 

  —  Evan... Creo que deberíamos entrar de inmediato. —  Le dije mirándolo a los ojos.  

 —  Tienes razón, ya es muy tarde y aún no hemos sabido noticias sobre ella. 

— ¡Exacto!— Mentí. 

Cerró la puerta a mi espalda y entramos al hospital. Ya dentro las salas blancas y el olor neutral te recibían haciéndote sentir enfermo y sin ganas de continuar  contaminándote de germenes. Vi mi oportunidad de nuevo y me excusé del lado de Evan. 

Caminé en busca de lo que había vsito afuera, fui detrás de aquello cuando pasé por la gran sala de espera. Allí dentro alguien llamó mi atención. Entré despacio, sin ganas incluso, tan solo avanzaba pidiéndole al cielo que mis ojos no me traicionaran.  Mi corazón se hizo un puño, todo en mi interior se doblegó ante aquella imagen.  ¡No podía ser cierto!

  —  ¿Madré eres tú? .....

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Por fin un nuevo capitulo. Gracias por sus comentarios positivos. 

Y cuentenme hasta aquí ¿Que les ha parecido?

Psicótica Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora