Capítulo 6.

22 2 0
                                    

Él no iba muy arreglado, zapatos, vaqueros y camisa, se lo agradezco. No sabía si piropearle, seguramente antes de salir de su casa se lo habría repetido delante del espejo millones de veces, pero supongo que siempre viene bien escucharlo de alguien que no seas tú mismo.
-Gracias. Tú también estás muy guapo sin traje.
Entonces me di cuenta de un detalle... ¡Había hecho que se sonrojara! Sus mejillas estaban bastante coloradas y miraba al suelo un tanto nervioso.
-Toma, tu ropa. Y...gracias. He de decir, que me he pensado mucho devolvértelo, ya que me gustaba bastante.
Y a mí me gustaba como le quedaba, pero era el traje de mi hermano me sentiría realmente mal si se lo regalo... Claro que seguía rallada por la decisión que tendría que tomar entre Víctor y Javi, pero estaba intentando mantener la calma, y disfrutar de la velada. Nos dirigimos hacia el ascensor, mi piso está en un sexto por lo que habría que bajar demasiadas escaleras. Pero cuando íbamos por la cuarta planta, dejó de bajar. Me costó darme cuenta ya que íbamos hablando muy interesantemente.
-Eh, Víctor, no sé si te has dado cuenta. Pero... hemos parado.
Noté como le cambiaba la cara, y empezaba a pulsar el botón numero 0 desesperadamente.
-Joder, joder. ¡Qué mal!. Noa, ¡Estamos encerrados, se ha averiado!
Me di cuenta de que realmente estaba preocupado porque no me llamó "Sirena" si no por mi nombre propio.
-Víctor, Víctor. Tranquilo..-Dije pausadamente.- No va a ser tan malo hazme caso...-Pulsé el botón de emergencia que llevan casi todos los ascensores por si hay alguna avería y reflexioné sobre mis palabras. Seguro que no le habían ayudado mucho, ya que ni yo misma me las creí. Él empezó a sudar, se desabrochó varios botones de la camisa y daba vueltas intranquilo.
-¿Sabes lo primero que hay que hacer en estos casos, no? Mantener la calma. Tú ya te estás saltando el primer paso.-No lo dije en tono de reproche, más bien en broma. Quería por cualquier medio quitarle hierro al asunto.
-Noa no me pidas que me tranquilice no lo voy a conseguir.
Se empezó a poner muy rojo y a hiperventilar. Se desabrochó la camiseta completamente, y ahora la que empezaba a tener calor era yo. ¡Qué abdominales.! A simple vista se notaba que tenía cuerpo de persona deportista, pero nunca me imaginé que sería para tanto. Seguro que yo también estaba colorada como un tomate, lo sentía, pero no intenté disimularlo, total, con el nerviosismo que tenía él en ese mismo momento dudo mucho que lo notara. Se dio la vuelta, estaba de espaldas contra la pared y empezó a dar golpes. Tenía que hacer algo.
-Víctor... ven.-le agarré de la mano y tiré de él con suavidad. No me quería mirar a los ojos, pero tenía que hacerlo, le sujeté la cara con mis dos manos. Estaba ardiendo y lo miré fijamente con una sonrisa entre los labios.-Todo va a salir bien, ¿vale? Pero tienes que tranquilizarte, lo conseguiremos, juntos...
Y me abrazó. No era un abrazo como él de la ducha, era mucho más, muchísimo más. Era el abrazo perfecto, ese que nunca me han dado, ese abrazo en el que dos cuerpos se fusionan y no se sabían quien estaba salvando del mundo a quien. Se me pasaron por la mente todos los que me habían dado en 22 años de vida y ninguno se comparaba. Ahora si pensaba realmente que todo iba a salir bien. Y si no, merecía la pena estar con él...
-Gracias.
-No las des. Estamos juntos en esto, ¿no?
-No, no lo digo por esto. Gracias por aparecer en mi vida.
Me había dejado helada. No sabía muy bien cómo reaccionar. Tenía ganas de besarlo, de volver a repetir la noche en mi casa. Pero tenía que contenerme. Yo también estaba conociendo a otro chico, y eso él no lo sabía, tenía las mismas posibilidades de elegir a Javi que a Víctor, pero si seguía besando a los dos, la cosa iba a doler más de lo que me imaginaba. Así que intenté cambiar un poco la intención de la conversación.
-Recuerda que el que me derramó las copas encima fuiste tú, yo no hice nada.
-Si supieras todo lo que has hecho en mí en poco tiempo, no dirías lo mismo.
Sentía la necesidad de preguntarle, pero no lo hice. Y ahora fui yo quien lo abracé. Este momento era nuestro, quería estar todo lo unida a él que fuera posible.
Entonces, en mitad de ese abrazo, yo, tan romántica como siempre, y lo digo en tono irónico, se me ocurre una idea para salir de aquí.
Me separo de él con prisas y me lanzo con fuerza hasta mi bolso, lo había dejado en una esquina del ascensor. Saco mi móvil e intentó llamar a alguien pero la cobertura es demasiado débil.
-Mierda.
Empiezo a dar saltitos por toda la habitación, poniendo el móvil hacia arriba y hacia abajo. Decido enviarle a mi hermano una nota de voz, que le llegaría si en algún momento mi móvil pilla cobertura.
-Paco, soy yo. Iba a salir...-Me paro no quiero dar más detalles. Debo de ir a lo importante.-pero al llegar al ascensor se ha averiado, estoy atrapada en él, con otra persona.-Víctor y yo nos miramos, y sonreímos tan normales, como si la situación fuera la más bonita del mundo.-No hay cobertura así que no sé si esto te llegará... por favor, si lo escuchas llama a los servicios de emergencia, bomberos policía o cualquier cosa.
-Así que... solo soy una persona.-puso cara de dolido, aunque yo sabía que era de broma.
-Es verdad. Espera voy a contárselo todo.-Simulo que cojo mi móvil para hacerle otra nota de voz.-Hola Paco, sí iba a salir por segunda vez en este fin de con Víctor, sí, es el camarero que me puso perdida el viernes, ah, pero no te preocupes eh, que yo me lo traje a casa esa misma noche. Cenamos juntos y durmió aquí, con tu traje, sí, sí, ese que me regalaste. El ascensor se ha quedado averiado, avisa a alguien adiós.-Y lo miro, su cara estaba cambiando por momentos, cada vez sonreía más.- ¿Mejor?
Soy una payasa, a veces me sorprendo y todo a mí misma de la cantidad de tonterías que llego a hacer a lo largo del día pero bueno, en este momento no viene mal esa pizca de humor.
-Se te ha olvidado contarle que nos besamos. Dos veces.
Y me ruboricé. Lo había conseguido, como de costumbre.
-Te voy a decir algo. Si le cuento eso, y salimos vivos de aquí, él te mata.
Su cara cambió. Sé que no había sido por la amenaza con respecto a mi hermano, si no porque yo era el punto de apoyo donde se estaba agarrando en este momento tan duro, y ahora había dejado la puerta abierta a no salir de ahí con vida. Siempre tengo que fastidiarlo todo y lo peor es que no tenía ni idea de cómo arreglarlo.
Me siento en el suelo, con las piernas entrecruzadas. Y empiezo a cantar lo primero que se me vino a la mente. Eran unas sevillanas de la comarca donde yo me crié. Hablaban de lo bonito que eran sus pueblos, de su semana santa y de su gente. Mi cita no paraba de mirarme con una sonrisa preciosa y con los ojos iluminados. Y entonces en la tercera sevillana, Víctor me siguió. Cantaba conmigo. No sabía cómo él podría saberse algo así, para alguien que se ha criado en Madrid, unas sevillanas de unos pueblos pequeños de Sevilla tiene que ser un tanto desconocido, pero para él no. Pero la verdad, es que no le di muchas más vueltas al asunto, había conseguido lo que me proponía, que él se olvidara un poco de todo, y se relajara.
-¿Cómo es que te sabes esta canción?.-Pregunté rezando para que no notara mi pregunta como algo impertinente
-Noa... todavía no sabes ni una quinta parte sobre mí...
-Créeme que lo sé. Pero, sería todo un placer conocer más de ti.
Me miro a los ojos, como si en ese instante y solo con ese gesto él si pudiera averiguar toda mi vida. Creo que Víctor es de esa clase de tíos que van de duros, pero cuya vida no ha sido fácil, de esos que tienen muchas inseguridades y miedos, pero los intentaba ocultar.
Pasamos mirándonos un rato, perdí la noción del tiempo
-¿Qué hora es?.-Le pregunté.
-Ya son cerca de las 12...
Y aquí seguíamos, encerrados en unos pocos metros cuadrados. La mala noticia, nada nos hacía pensar que la situación cambiase pronto. La buena es que pasase lo que pasase, estabamos juntos.

-----------------------------------------------------------

¿Qué os está pareciendo la historia?

Espero que esteis disfrutando leyéndola, tanto como yo escribiéndola.

😘

Lo que el destino nos quitó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora