Me llamo Sophia Moon Hemmings, tengo 15 años y soy una maldita palida grunge.
Escribo esto porque si escapo de este estupido pueblo, al menos quiero que conserven algo para que sepan por lo que eh estado pasando estos malditos y tentadores meses de otoño de 1992.
Luego de que fallecieron bastantes de mis compañeros de escuela, mis padres creyeron que lo mejor era cambiarse... De estado. No de barrio ni de ciudad, si no de estado. Me llevaron a Oregon, que esta al sur de Seattle, a un pueblo llamado Clackamas donde al parecer son bastante religiosos.
Aclaramos algo, yo no creo en Dios. Tampoco soy atea del todo: Soy celta, una wicca, o como dirian en Salem, una bruja. Creo que los verdaderos dioses se encuentran en la naturaleza. Pero algo que realmente no podia hacer, era decirselo a Jonathan Cobain, mi maldito delirio, bueno desde que llegue a este pueblo leñador del asco.
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1992. Clackamas Oregon.
Era un jueves, mi segundo dia favorito de la semana (el primero era el sabado) y ya habiamos llegado a Clackamas.
Mis vacaciones de verano las había pasado en Seattle con Andy, mi primo Luke e Ethan. No fue el mejor verano de todos, ya que esos veranos quedaron atrás con Kat, Nancy, Carolyn, Brook y Ash. Fue triste ver como Andy caía por Brook y cuando estaba a punto de levantarse, cayo mas hondo por Carolyn.
Cuando llegue a la casa o mas bien dicho, cabaña, mis padres simplemente me ignoraron. Claro, en pueblo nuevo ya no hay que falsear con su hijita. Te preguntaras "porque falsedad?", bueno...
Mis padres eran muy sobreprotectores conmigo. En 1989, cuando tenía 13 años, me juntaba con Ethan, Luke y Kat, luego con Andy y con Ash, y hoy estoy mas sola que perro acme en Nueva York. Mi madre era la numero uno en madres protectoras de Seatlle, y por desgracia del destino, yo era su hija, aunque debo agradecer que mi primo no salió imbecil como los demas y me enseño trucos e ideas para escaparme de casa y salir con mis amigos, el mas viejo que siempre usaba era el de irme a dormir y salir por la ventana (ventajas futuristas de no tenerle miedo al coco de pequeña). Mi padre se volvía en lo que le andaba a su alrededor o mas bien era muy fácil de convencer, mi condenado tio Stan le dio la brillante idea de irnos a vivir a Oregon y el muy hijo de puta sin pensarlo dos veces me saco en otoño de Seattle. Ahora los dos solo vienen a dar la mejor impresión al pueblito santificado, pero algo les tenia muy en contra, exacto! Una hija grunge.
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Grunge Pale [3]
Short StoryTercer Libro. Hasta ahora los viajes nos alejan de las desgracias, pero siempre llega una cruz que te hace sentir extraña, como si tu grunge fuera pálido entre pieles normales de sociedad.