Capítulo VI

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En algún momento después de esa pesadilla me desperté, no sabría decir cuanto tiempo exactamente había pasado, pero me dolía absolutamente todo, mover cada célula de mi cuerpo era como una tonelada de hormigón que me aplastaba al intentarlo. Abrí los ojos y entre que veía borroso, el dolor y que las luces algunas parpadeaban y otras no funcionaban, tardé en orientarme, pero...cuando lo hice, me vino a la cabeza todo lo que había pasado y en ella se agrupaban preguntas y más preguntas, aunque de algunas no quería saber la respuesta.

La primera era, que como seguía vivo, aunque con estarlo me bastaba. La siguiente, fue que que había pasado a lo que saber la respuesta me daba miedo.

Avancé temeroso hacía la puerta totalmente en silencio, lo único que se escuchaba eran las luces parpadeando con ese sonido como el de un zumbido y los cristales rotos del suelo, que crujían al pisarlos. Llegué a la puerta que estaba entre abierta y que de debajo de ella, colándose por ese pequeño hueco que suele quedar para poder abrir la puerta, salía un charco de sangre ya coagulada, que al pisar hizo un sonido pegajoso y repugnante. Traté de empezar la puerta para salir con facilidad pero algo me lo impedía asique, salí igual pegándome a la pared. Y cuando salí y levanté la vista para ver que había pasado, un escalofrío recorrió mi cuerpo, las piernas comenzaron a temblarme, me quedé estupefacto y petrificado. Ante mi se mostraba un paisaje sin precedentes, las pocas luces parpadeantes de los pasillos, alcanzaban a mostrar sangre, llena de paredes y cuerpos desmembrados por doquier. Allá donde llevara la vista sólo se veía muerte y en definitiva un infierno del cual sólo quedaba su rastro.

Me di la vuelta para no vomitar por lo que estaba viendo, pero cuando lo hice vi por fin que no me dejaba abrir la puerta y además pude responder otra de mis preguntas " ¿que golpeara la puerta? ". Ante mi estaba otro cadáver más de un guardia, allí tirado, como si se hubiese quedado dormido contra la puerta y se le cayese sangre por encima. Al fin no pude contenerme más, y lo eché todo sobre aquel pobre hombre, que no llegándole con haber sufrido aquella muerte, y en aquel lugar, yo le dejé con todo lo que había comido sobre él.

Cogí su pistola y decidí salir de allí asique me puse a caminar por aquel laberinto del que llevaba sin salir ya meses y del que ya no me acordaba ni como hacerlo. Si había algo peor que no saber como salir de allí, era avanzar viendo aquella carnicería que de pronto, cambió casi por completo. Cuando ya llevaba como media hora y no sabía ya de donde había venido, ni a donde iba, comencé a ver multitud de científicos y algunas de las criaturas que estábamos creando, muertas junto a los guardias.

De pronto oí un ruido que venía del pasillo que había al girar la esquina que estaba a unos pocos metros de mí, comencé a sentir como el corazón se me aceleraba y no era capaz casi ni de tragar saliva. Me tomé mi tiempo para dar lentamente unos pasos hasta la esquina, respiré profundamente e intentando no hacer ruido y asomé un poco la cabeza viendo así un animal que recordaba ver en los informes. Era una especie de lobo pero, con escamas muy gruesas y junto con una cola muy gruesa y larga. Al verlo me sorprendí y me escondí rápidamente, porque estaba comiéndose a un cadáver que no alcancé a ver si era de un científico o un guardia, retomé el aliento y volví a asomarme, pero cuando lo hice pude ver que el animal me observaba fijamente, a lo que respondí quedándome inmóvil, más por miedo que por astucia pero mientras podía pensar que hacer. Fue en ese instante cuando recordé que llevaba el arma que le cogiera al guardia y comencé lentamente a intentar apuntarle, pero cuando me vio moverme corrió hacia mi y yo disparé pero las balas rebotaban en sus escamas y el animal se abalanzó sobre mí.

Sólo podía pensar que iba a morir mientras agarraba como podía al animal, para que no me devorase.

Fue en ese instante, en ese preciso instante cuando todo volvió a mi cabeza. Mi padre cuando yo era pequeño había llevado a cabo el mismo experimento conmigo que con los diez sujetos que aquí había, y yo durante días estuviera atado en el sótano hasta que me solté y lo tiré todo incluyendo a mi padre, provocando que todo se incendiase.

De pronto volví a sentir como me quemaba la sangre que corría por mis venas, pero no me desmayaba. Sentí como me empezaba a crecer el pelo por mi cuerpo desmesuradamente, mis músculos se rasgaban y duplicaban su tamaño, mis dientes crecían junto con mis uñas, que ya eran más parecidas a unas garras. Lancé a ese monstruo que tenía encima contra la pared y cuando se levantó volvió contra mí, pero yo seguía sin desmayarme y lo que era peor ya no podía controlar lo que hacía. Cuando el se lanzó contra mí, yo hice lo mismo y le clavé mis dientes en el cuello, llenando mi boca de sangre hasta el punto de que manaban ríos de ella. Y así estuve un rato agarrado a mi presa hasta que ya no se movía, pero aún no podía controlar lo que hacía.

Comenzó a venirme un olor un tanto peculiar y que me resultaba irresistible. Al momento mi cuerpo empezó a correr a cuatro patas por los pasillos, aplastando todo aquel cadáver que se interponía, guiado únicamente por su olfato hasta llegar a las celdas de los que llamábamos, cazadores. Las puertas estaban abiertas sin ser forzadas a excepción de dos, la de Sheila, la cual gran parte de ella estaba fundida y la de Jack que también estaba algo fundida, pero sola la cerradura.

Al ver eso me imaginé que Sheila fundiera su puerta y luego la cerradura de Jack, pero no veía el móvil. Mientras yo pensaba esto, comencé a sentirme débil y avance tambaleante hasta una de las puertas, la de la celda donde antes estaba Crazy. Entré a duras penas y el olor que llenaba aquel lugar era repugnante, no lo soportaba y poco a poco mientras todo se volvía borroso me fui durmiendo en aquel lugar.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2016 ⏰

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