Capítulo 7

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____.

Sábado y mi mente ha sido una completa tortura estos últimos días desde que pasó lo de Mario, no sé cómo pudo ser capaz de eso.

Es un idiota.

Pero aunque sea un idiota debo admitir que siempre me ha gustado, cosa que no debería ser así, quizá esté demasiado loca para llevarlo a la realidad.

He estado pensando en cambiar de estilo muchas veces, pero es un castigo el no poder decidirme; quiero hacerlo por mí y no por nadie más, quiero poder sentirme por primera vez bien conmigo misma después de mucho tiempo.

Tomo el móvil pensando en si llamar a Diana o simplemente dejarlo.

Un impulso dentro de mí me hace querer hacerlo y sin darme cuenta mi celular está marcando:

¿Hola?.- me responde desde la otra línea.

Suspiro para tranquilizarme y poder hablar bien.—Hola, Diana, ¿estás libre hoy?.- le preguntó anciosa por su respuesta.

Oh, ____, eres tú...-rie.—Es un verdadero milagro que me llames, ¿lo sabes cierto?.

—Lo sé, ya te he pedido perdón mil veces.

Tranquila, ya pasó, solo quería molestar.

Sonrío.—Entonces... ¿Estás libre hoy?.

Sabes que para ti siempre estoy libre, solo dime la hora y ahí estaré.

—Si es así entonces ven por mí ahora, creo que...- pienso en si decirlo o no.—Creo que necesito un cambio radical de estilo.

Ella grita sin poderlo creer.—Voy por ti ahora mismo.- cuelga sin dejarme decir nada más sobre ello y dejándome con la palabra en la boca.

[…]

Íbamos caminando por el mall con varias bolsas de ropa que Diana insistió en comprar para mí cuando visualice aquél salón que ya había llamado mi atención veces anteriores.

Quizá no esté lista.

Pero debo hacerlo, no puede pasar nada malo.

—¿Estás lista?.- me susurra Diana mientras golpea levemente mi hombro.

Suspiro profundamente.—Lo estoy.- digo firme para luego adentrarnos a aquel lugar.

Era realmente grande y hermoso.

No pasó mucho tiempo para que una señorita se acercara a nosotras y sonriente dijese: —¿Puedo ayudarlas en algo?.

—Ella...-dice mi mejor amiga señalandome.—Necesita urgentemente un cambio de estilo.

—Si es así están en el lugar correcto.- nos dice esta mostrando su perfecta dentadura.

Comenzamos a caminar tras ella hasta que llegamos a un pequeño cuarto donde hicieron esperar a Diana y eso hizo que mis nervios comenzaran a llegar.—Tranquila.- me dijo dándome un pequeño abrazo y dándome ánimos para poder sentirme bien.

Sin más, aquella chica me llevó hasta un lugar que al perecer era donde mi vida daría un giro radical. Me hizo sentar en una silla y me colocó una linda capa color rosado palo alrededor del cuello.—Empezáramos con el cabello.- dice soltando este y haciendo que caiga.

[...]

Meto la llave a la perilla de la puerta causando que esta se abra y giro a ver como el auto de Diana se aleja hasta desaparecer de mi vista.

Ha sido un día largo.

Como puedo entro cada una de las bolsas que he traído conmigo para luego cerrar la puerta y darme cuenta de que en mi casa no hay nadie.

Subo a mi habitación con algo de dificultad debido a la carga y pongo las bolsas en mi cama pensando en lo complicado que será vaciar todo mi closet y llenarlo de ropa nueva.

Quizá me dá algo de melancolía tirar la ropa que he usado muchas veces, algo con lo que realmente me siento cómoda, pero qué más da, tengo que cerrar ciclos, como dicen hoy en día.

Ser alguién nuevo y comenzar de cero, ser más sociable y conseguir más amigos.

De pronto unas risas que provienen del primer piso me hacen volver a la realidad, al parecer mi familia acaba de llegar.

¿Qué dirán?

Al verme tan cambiada quizá hasta piensen que no soy la misma de siempre.

No puede ser tan malo, algún día todo esto tenía que pasar, es simple, me aburrí de ser quién era antes.

No me reconocerán más.

[…]

Me encuentro bajando las escaleras con mucha torpeza y lentitud ya que hace diez minutos aproximadamente mi madre me ha llamado para que baje a cenar y comparta un poco de tiempo con ellos.

No quiero pensar en su reacción al verme.

No quiero que reaccionen mal o piensen que lo he hecho por alguién, solo quiero ser yo misma y no perder jamás mi esencia, es decir, esta soy yo y nada ha cambiado, soy la misma de siempre.

Respiro profundo al llegar al último escalón y giro hacía la cocina visualizando a todos sentados comiendo pizza, sin más, me adentro a ella captando sus miradas que me recorren de pies a cabeza.

—¿Quién eres y qué hiciste con mi hermana?.- me pregunta sin parar de verme la cara.

Sonrío nerviosa.—¿Cómo me veo?.- les pregunto dando un pequeño giro sobre mis pies.

—Hija te ves... Hermosa.- dice mi padre con una sonrisa en el rostro.

De pronto un pequeño llanto capta nuestra atención girando a ver de dónde proviene.

Oh, no otra vez, mamá.

¿Porqué lloras, mamá?.- le digo acostumbrada a este tipo de dramas.

—Lo siento, es solo que has crecido.- limpia aquellas lágrimas que han brotado de sus pequeños ojos.

La abrazo para que no haga más grande todo.—Tranquila, mamá, sabes que siempre seré tu pequeña.

—Oh, linda, lo sé.- dice dándome un beso en la frente.—Tú y tu hermano siempre serán mis bebés.

Me siento junto a mi hermano sin soltar la mano de mi madre que me ve con dulzura cuando mi padre habla: —Cambiando de tema, debemos decirles algo importante.- anuncia de pronto.

—¡Oh, mamá!.- exclama Francisco mientras la ve.—¿No me digas que estás embarazada de nuevo?.

Ella niega tratando de decir algo, pero mi papá la interrumpe.—Oye, no es eso, solo les queríamos decir de que nos iremos de viaje por asuntos de trabajo, es eso, no confundan las cosas.- ríe mi padre al escuchar aquél comentario de parte de mi hermano.

—¿Y con quién se quedará, ____?.- salta mi hermano confundido y frunzo el ceño.

—¿Supongo que contigo?.- digo obvia.

Él niega.—Eso será imposible, me iré a Italia por unos meses, al igual que ustedes, por asuntos de trabajo...- aclara viendo a mis padres.—Allá será el lanzamiento de la próxima campaña de moda para recaudar fondos y poder ayudar al medio ambiente, será por una buena causa, y me necesitan para los desfiles y sesiones que harán, se invertirá mucho dinero y no puedo defraudarlos.

—¿Bromeas?.- pregunta mi madre.

—¿Tengo cara de estár bromeando, madre?.- responde.

Alzó las cejas.—¿Entonces... me quedaré sola?.

—Creó que sí, ¡Dios!.- exclama mi padre poniendo sus manos en la cara.

—¿Creés que puedes estar sola durante un tiempo?.- me pregunta mamá sin rodeos.

Asiento.—Me considero capaz.

Mi padre no muy conforme gira a ver a mi madre la cual se encoge de hombros; giro hacia mi hermano y me apunta con el dedo.—No hagas nada malo mientras no estemos, ¿entendido?.- ordena y yo asiento sumisa percatando sus palabras.

Esto será largo.

El Popular Y Yo. |Mario Ruiz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora