Capítulo 8

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Mario.

Como todos los domingos por las mañanas me encontraba bebiendo un café en un restaurante en el centro de la ciudad mientras veía por la ventana como un pequeño niño jugueteaba con sus padres en un pequeño parque que estaba al lado de aquel lugar. No podía dejar de ver aquella escena sin sentir tristeza.

No tengo ni un solo recuerdo en mi mente dónde haya convivido con mis padres de esa manera tan peculiar como muchas personas suelen hacer.

Ellos jamás estaban en casa y cuando están no me prestan mucha atención que digamos; lo único que hacen es señalar cada error que cometo en mi vida, al parecer no soy el hijo perfecto que ellos desearían.

Jamás he sentido amor hacía mí de parte de ellos, pero tampoco lo necesito realmente, estoy bien así, me gusta quién soy y no necesito de nada ni nadie para estár bien.

¿Creo?

Siento un nudo en mi garganta y antes de que mis ojos ardan pido mi cuenta para luego marcharme de allí lo más rápido posible.

[...]

Estaciono mi auto fuera de casa para luego bajar y caminar hacia ella.

Entro tiro las llaves en el sofá y me siento frente a un gran ventanal que da vista a la hermosa ciudad en una mesedora que solía ser de mi abuelo.

Como es habitual, mi casa está sola así que saco un cigarrillo para luego prenderlo y calar un poco de el.

¿Qué se sentirá realmente ser amado por alguién?.

Es decir, una persona que se desviva por ti día y noche y quiera estár todos los días pegada a ti cuidandote.

A vaces simplemente me dá curiosidad saberlo; no lo quiero experimentar jamás, pero de vez en cuando me da morbosidad saber qué es el amor y lo que se siente estár enamorado.

Esas cosas no van conmigo.

Soy un hombre libre, que goza de la vida y de las mujeres cuando quiere y puede.

Apago el cigarro recordandola, ¿porqué no puedes salir de mi mente?; la imagen de su cuerpo esbelto llega a mi mente, joder, es preciosa.

Me encanta esa chica, más de lo que debería.

No importa cuanto cueste realmente conquistarla, tarde o temprano caerá como todas lo han hecho y una vez sea mía, jamás se irá.

[...]

Lunes; otro aburrido día en la universidad.

Entro a química y las clases comienzan después de unos cuantos minutos.

Aburrido.

Odio esta materia, escucho como algunos de mis compañeros hablan entre ellos y no puedo evitar prestar atención a su amena charla.

—¿La viste?, nisiquiera parece ella.- dice una chica mulata.

El chico asiente.—Después de todo nada es como parece.

—Hay que admitir que se mira mejor que antes.- dice esta vez una morochas a lo cual los otros dos asienten.

Frunzo el ceño sin entender de lo que hablan y sigo prestando atención al profesor.

Tras unas cuantas horas por fin tocaron para receso y no dudé ni un minuto en salir de allí, estaba harto de todo.

—¡Ey, Mario!.- me llaman.

Giro hacía atrás y veo a mis dos amigos.—Ahora los alcanzo.- les digo yendome rápidamente.

Necesita hablar con ___ sobre unos asuntos, así que debía encontrarla y de seguro sé donde está.

El Popular Y Yo. |Mario Ruiz|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora