El lastimero grito.

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Al despertar, oí gritos de socorro fuera de nuestra habitación.

Chicos, despertad. Hay alguien gritando - dije levantándome de la cama y cojiendo mi bastón.

Nadie hizo nada. Je, supongo que tendré que ir a ver yo solo.

Abrí la puerta y no vi a nadie en el largo pasillo. Caminé hacia la puerta que daba al exterior, y al abrirla, lo vi. Sangre, cadáveres, flechas, espadas, cráneos... Una masacre.

Vi a unos 20 soldados orcos.

Cerré rápido la puerta y corrí hacia nuestro cuarto.

Abrí la puerta y grité:

¡Chicos! ¡Despertaos ya! ¡Esto es grave joder!

¿que ocurre? - dijo Kevin levantándose alterado.

¡Afuera hay orcos! ¡Vienen a matarnos! - Grité.

¿cuántos? - preguntó Kevin.

Pude contar 20 orcos. Tenemos que ir a acabar con ellos sea como sea - dije.

Don y Mike se despertaron casi a la vez.

Que sueño - dijo Don restregandose los ojos.

¡Levantaos de una puta vez! - dije abriendo la puerta y asomandome.

Se pusieron en pie y cada uno se puso su armadura. Fue cuándo vi a todos de pie cuando noté que Arthur faltaba.

¿y Arthur? - pregunté.

No sé - respondió Mike.

Genial - dijo Kevin.

Chicos, vamos a matar a esos hijos de perra, ¿vale? - dijo Don.

Ya en el vestíbulo, abrí la puerta principal y estaban todos los orcos avanzando frente a nosotros.

Kevin salió, se agachó y cargó una flecha. Un orco menos.

El orco gritó, y todos se dieron la vuelta.

¡¿Nos buscabais?! ¡pues aquí nos tenéis, escoria! - gritó Mike corriendo hacia ellos.

Don siguió sus pasos y adelantó a Mike.

Tengo miedo, somos 19 contra 4. Creo que este será nuestro fin, la verdad. Pero no me voy a rendir hasta que mi cuerpo sangre tanto, que ya no haya más en todo mi cuerpo.

Vi caras asomarse por las ventanas. Caras con muecas de sorpresa y terror.

Mike es rápido. Acaba de lanzarle su daga a un orco y le ha dado en todo el ojo. Hizo una pirueta y atravesó a dos orcos. Cayó encima del otro orco y cogió su daga. Luego acuchilló a los otros dos orcos.

Don se daba de espadazos con los orcos que poco a poco, morían desmenbrados.

Kevin seguía con su magistral puntería dándole a todos los orcos en la cabeza.

Cinco orcos venían de lugares diferentes para atacarme. He estado tan pendiente de los otros que no me he dado cuenta.

Vamos, piensa... ¡Ya sé! Esperemos que funcione.

Apunté con mi brazo derecho al suelo y grité:

¡Ruptura de alma!

Las almas me rodearon y cuando todos los orcos se acercaron, se paralizaron. Poco a poco su piel se iba deteriorando y comenzaban a sangrar.

Cerré mi mano, y el escudo explotó, haciendo que todos los orcos murieran, y que absorbiese sus almas.

Kevin, quién me estaba mirando, se quedó asombrado.

La nieblaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora