La felicidad del que no piensa

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Un sinvergüenza es lo que era ese niño, pero en el buen sentido de la palabra, era un chico que hacia lo que quería sin pararse a pensar en las consecuencias de sus actos.

Su círculo de amigos no se contaba con los dedos de las manos, ni siquiera se contaba añadiendo los dedos de los pies. Era un chico extrovertido, que hablaba y hablaba sin parar, que reía, jugaba y disfrutaba de cada momento de la vida, en definitiva, actuaba.

Pensareis que pensar es bueno, y es lo mismo que yo mismo pienso, pero lo realmente bueno, es actuar.

Él no pensaba en las consecuencias y era feliz, a veces lo hacía mal, se le corregía y al poco rato seguía siendo feliz.

Ese niño me ha robado, me ha robado la felicidad de hacer lo que quieras, cuando y como quieras, y más importante, de hacerlo porque quieres.

Me ha robado la felicidad de no tener que pensar.


¡Querida niñez, como te extraño!Where stories live. Discover now