Capítulo 8: Leyenda Urbana.

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Al día siguiente, el despertador sonaba con mucha altanería, estiré mi brazo bruscamente y lo desactivé. Tuve un largo domingo y me dolía un poco la cabeza, Piero me había atacado la noche anterior y no sabía si volvería.

Me levanté para prepararme porque tenía que ir al instituto. A medida que me vestía, miraba por la ventana la cual estaba hecha añicos, el amanecer se acercaba cada vez más, sentí un ligero cosquilleo en mi nuca, me sacudí, y de mi cuello cayó una especie de insecto, al detallarlo más de cerca, me fijé que era una palomilla, que al parecer había entrado a la casa por la ausencia del cristal, la tomé con mi mano y la liberé fuera de mi ventana.

Bajé las escaleras, ya listo y mi padre estaba desayunando, me senté junto a él y comenzamos a comer juntos. Había un silencio incómodo en la mesa, mi padre dirigió su vista hacia mí, me miró con preocupación.

--- ¡Axel dime hijo!, ¿Acaso tienes algún problema con los cristales de la casa?, la ventana de tu habitación está rota, y tu espejo tampoco está. ---Dijo mi padre con un tono de curiosidad y preocupación.

--- Es que... estaba... pues veras... ---Dije titubeando, tratando de buscar una excusa para la pregunta. Me puse nervioso.

Mi padre al ver mi nerviosismo, suspiró y me dijo:

--- ¿Sabes qué?, tengo que irme, hallaron a otro adolescente sin ojos en su casa, llamaré a alguien para que venga y lo repare.

Después de escuchar eso, suspiré con tranquilidad. Mi padre se limpió  la boca con un pañuelo y se levantó de la mesa para irse, cogió su saco, su arma  y salió. Yo subí a buscar mi mochila para coger el autobús, al entrar a mi habitación, quedé atónito. Había un montón de palomillas sobrevolando la esquina del escritorio alrededor de donde se encontraban los diarios de mamá, al ver esa escena sentí un mareo muy desagradable, no me dio muy buena pinta, así que corrí al escritorio y espanté a las palomillas con mis manos haciendo gestos muy torpes y un poco ridículos, tomé los diarios y los guardé en mi mochila, bajé las escaleras, cogí mi sweater y salí, cerré la puerta y pensé

--- Vaya inutilidad, para que aseguro la puerta si cualquier ladrón podría entrar por la ventana de mi habitación, o peor, cualquier demonio...

En ese momento supe que alguien indeseado podría irrumpir en mi casa a su antojo, siempre y cuando pudiera flotar o tuviera una escalera. Volví a abrir la puerta y subí las escaleras de nuevo hasta mi habitación, cogí un poco de sal y lo esparcí por todo el marco de la ventana mientras exclamaba en voz baja:

--- ¡No señor!... ningún demonio entrará por aquí. Hoy no.

Al bajar a la entrada, Tarja estaba en el jardín:

--- ¿Por qué te demoras tanto?, llegaremos tarde  ---Dijo Tarja mientras yo cerraba la puerta.

--- Había algo de lo que me tenía que encargar. ---Le respondí.

Empezamos a caminar a la parada, ella notó que yo estaba preocupado por algo, no dejaba de pensar en que alguien o algo entraran a la casa e hicieran más desastres.

--- ¿Qué te pasa? ---Preguntó Tarja mirándome muy fijamente.

--- No es nada, solo me distraje un poco pensando en una historia que leí anoche. ---Le dije, tratando de ocultar el verdadero significado de mi angustia.

--- ¿Sabes? Hay una leyenda urbana rondando por el instituto, es acerca de una mujer que te mata y te arranca los ojos...

Al escuchar tal cosa, no pude evitar recordar lo que me había dicho mi padre anteriormente, pero sin embargo seguía escuchando con atención las palabras de Tarja.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2016 ⏰

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