Capítulo 1: Heroicis Nocturna.

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 Londres, 25 de Junio del año 2000.

Dentro de la imaginación humana no existe límite alguno, todo lo que esté al alcance de nuestro cerebro se hará realidad en un entorno pseudofísico, por lo general las personas no se encuentran en relación alguna con su mente, más que para realizar actividades cotidianas de bajo nivel en donde el ocio y el morbo toman el control de sus acciones.

 Me encontraba totalmente sólo en mi habitación, pensando, como normalmente lo hago; aislándome de mis problemas y huyendo de mis verdugos personales, la noche era tan solitaria y fría como tétrica, era el momento del día más esperado por mí, en donde el sol se desmaterializaba y le daba lugar a su amante de velo blanco la luna, pero sin embargo su amor perduraba a pesar de que el tiempo los alejara.

Empezaron  los sonidos nocturnos, los insectos volaban alrededor de mi ventana, las lechuzas roncaban sabiamente en los arboles, los grillos cantaban al son de la oscuridad; cada día que pasaba me veía en el interminable panorama social de soportar a mi drogadicto padre Peter Smith, el cual después de una terrible depresión, sucumbió ante las drogas. Mi querida y difunta madre Anastasia Blackworth, me consolaba en su hombro cada noche, de alguna manera yo sabía que ella estaba allí conmigo aunque no la pudiera ver.

 Ella quien me cuidó tanto, quien se esforzó tanto para darme lo mejor hasta el momento del parto, en donde nuestros corazones conectados el uno al otro, vueltos una sola pulsación, un solo latido, esa conexión amorosa en donde compartíamos sentimientos durante esos mágicos meses en los cuales nuestras almas eran una sola; esos meses habían llegado a su fin, pues era el momento decisivo, había llegado la hora en que Dios me iba a separar de mi madre y me iba a presentar con este mundo de cólera y violencia en donde después de meditarlo un poco no quería vivir.

 Durante los primeros minutos, sentí un profundo miedo, podía escuchar mi corazón latir, seguido de los alaridos de mi madre a causa del dificultoso dolor que era darme a luz.

De un momento a otro algo dentro de mí se fue apagando lentamente, mis latidos ya no eran los mismos, el corazón de mi madre se había detenido y el Ángel de la muerte nos abrazaba a ambos; súbitamente me percaté de que me habían arrancado de aquella persona tan especial para darme una vida que no quería vivir sin ella.

Mi padre desconsolado en la sala de espera del hospital, esperaba la noticia en un nerviosismo compulsivo que lo hacía caminar de un lado a otro, bebiendo una taza de café tras otra, sabiendo que la vida de los dos seres que él más amaba en todo el mundo, estaba aleatoriamente en juego.

Mi Madre y mi padre se conocieron gozando de una juventud plena, disfrutando momentos de experimentos y curiosidad, seguido de una etapa de cambios como lo era la adolescencia, ellos estudiaban juntos, a pesar de no percatarse de la existencia del otro, él estaba constantemente observándola, una vez él me dijo:

--- Tu madre era una chica rara, se aislaba completamente del grupo y era diariamente regañada por la maestra, tenía una actitud misteriosa y siempre se la pasaba dibujando como si no le importara otra cosa más que su cuaderno y sus lápices de dibujo; Pero de algo estaba seguro, era la chica más hermosa que yo haya visto jamás.

En las pocas fotografías que tenia de mi madre supe por qué papá me decía esas cosas de ella. Era una mujer alta, pálida, sus cabellos eran negros con reflejos turquesa como la noche, y sus ojos azules acentuaban su hermosa sonrisa, supe que me había perdido de toda una infancia junto a ella.

Mi padre me apoyaba en todo financieramente y me amaba más que a nada, era lo único que quedaba en su vida, pero su adicción a veces era más importante que yo, a tal punto de que casi lo pierdo a él también; Ésa no era mi mayor preocupación.

Londres sufrió una época de crisis con las drogas en 1874; el opio se convirtió en una mina de oro para los traficantes de la época, el producto se trajo directo desde la península asiática, empezó a ser vendido en farmacias y consultorios como un analgésico común, pero al popularizarse, se dieron cuenta de que este producto causaba unos fuertes efectos alucinógenos en sus consumidores. Se abrió un fumadero en East End donde esta droga era vendida y fumada por una gran cantidad de la población londinense, esta ciudad se había convertido en la tierra de las oportunidades para todos los negociantes de narcóticos y medicinas, pronto hubo una inestabilidad en el mercado, la droga comenzó a escasear, y todas las masas consumidoras se tornaron violentas al enterarse de la noticia.

Pronto comenzaron los disturbios, la gente comenzó a saquear las tiendas, incendiaban puestos ambulantes, la cólera no tardó en llegar a los oídos de Scotland yard quienes respondieron inmediatamente con un división de antidisturbios, muchas personas fueron detenidas. Ya normalizada la situación, la reina Victoria decreto ilegal la venta, distribución y exportación del opio. En las cenizas de este problema los traficantes se vieron obligados a operar en secreto para buscar una manera de distribuirla lo más discretamente posible, ese fue el nacimiento del crimen organizado en nuestra ciudad, encabezados por los traficantes e inmigrantes europeos que habían dejado su país tras la guerra.

Luego de varios años la tasa de criminalidad en la ciudad subió un 46%, la policía metropolitana trabajaba día y noche para llevar la justicia a las calles. Desde ese momento existe un propósito para la adicción de mi padre, él debe encontrar consuelo en los narcóticos o solo lo hace por placer, lo único seguro era que ninguna adicción es buena, siempre te lleva a dañar a quienes quieres, te colapsa el sistema nervioso central, debilitando cada vez mas tu salud, hasta por fin llevarte a la muerte.

¿Perder a mi padre también?, quedarme solo en el mundo, vivir en la placentera oscuridad, tener que delinquir para poder comer, no era algo prometedor, e iba a ser un estilo de vida sin futuro, pero era una circunstancia que me tenía que plantear.

El Cuervo, El Búho y la TórtolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora