Capítulo 1: Cómo empieza un día cualquiera.

143 4 0
                                    

Abro los ojos. Lo primero que veo es el familiar techo de mi cuarto, con cuatro bombillas, repartidas equitativamente por el espacio que hay en el cielo de mi habitación. Bajo un poco la mirada, y me encuentro con el póster de hora de aventuras que pegué en mi armario, justo el día en el que volví del viaje a Irlanda, en Julio. A la derecha estaba colgada en la pared la bandera de los Piratas de Hiluluk, una de las bandas piratas de One Piece, la cual realmente sólo tenía dos integrantes (El torpe Dr.Hiluluk y su pequeño aprendiz, el reno Tony Tony Chopper, el cual seguía con entusiasmo todo lo que hacía su maestro, el cual decía ser el mejor médico del mundo).

Compré esa bandera por que la parte de la serie en la que salían los Piratas de Hiluluk me pareció una preciosidad (y por que no tenían la bandera de los Piratas de Sombrero de Paja). Miré hacia la derecha y vi mi mesa de ala, en la que descansaba el monitor de mi pc, el cual yo no podía usar, ya que mi madre me había escondido los periféricos (algo muy cruel, jugaba con mis sentimientos) y justo al lado de la mesa de ala, mi escritorio, el cual se mueve cuando escribes, por que es un mueble de IKEA, y los muebles de IKEA son de aquella calidad.

Cansado de escuchar la irritante melodía de mi despertador, hago un enorme esfuerzo para agarrar mis capas de mantas, echarlas hacia un lado y despegar mi pesado cuerpo de las sábanas, que aún están calientes, lo cual hace que sienta el fresquete de las mañanas de invierno por todo mi cuerpo.

Me levanto, me quedo unos segundos mirando al móvil y después de una importante deliberación en mi cabeza, decido aplazar el despertador para que suene diez minutos más tarde. Esto de los lunes es un suplicio, sin duda, A NADIE LE GUSTAN LOS LUNES, ¿QUIEN SERÍA EL INSENSATO QUE LOS INVENTÓ? Rabietas aparte, me vuelvo a levantar diez minutos después, ahora menos somnoliento, y me dirijo al armario para decidir qué ropa ponerme hoy, una decisión muy difícil, la cual siempre deriva en arduas deliberaciones en mi cabeza.

Cojo la primera camiseta que pillo (una de groot bastante chula, en la que pone escrito con letras decoradas como si fueran raíces "I AM GROOT" sobre un fondo negro en el cual está dibujada la cabeza y el cuello de el susodicho bichejo ya mencionado) y unos vaqueros largos azules. Me agacho para cojer mis vans grises, que tienen una lengüeta gigantesca, y los laterales cubren los tobillos. Me los pongo en un momento y no tardo nada en irme a la cocina a desayunar.

En la cocina está mi madre, que me da los buenos días, y me da un bocata, probablemente de paté (llevo dos semanas comiendo bocatas de paté) envuelto en papel de aluminio, para que luego me lo lleve al instituto. Me saco mi vaso de plástico azul, en el cual siempre me tomo la leche (a veces se altera el espacio tiempo y ese vaso es verde), abro la nevera, saco la botella de leche, y la sirvo en el vaso. Cojo el vaso con la leche, lo pongo en la mesa, y me dirijo a la despensa, para sacar las galletas. Me siento en la mesa con las ya mencionadas galletas y me dispongo a desayunar, cuando de repente noto unos temblores, los cuales hacen que se balancee la mesa hacia todos lados.

Rápidamente desayuno, cojo la mochila para ir al instituto y salgo de casa sin peinarme ni nada (como si yo me peinara, JÁ).

Como Un Día CualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora