Parte: X||

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-No, James -discutió-. Estoy asustada.
-Sólo déjame tocarte -la insté-. Eso es todo. Sólo déjame introducir mi dedo.
-¡No! -insistió, poniendo sus rodillas juntas.
Agarré una pierna y tiré, mi promesa hecha a mí mismo de no hacer nada sin su permiso saliendo por la ventana. Ella era persistente y juntó sus muslos con un agarré de hierro. Tiré del dobladillo de su camiseta hacia arriba y empujé mi mano en sus bragas. Agarró mi muñeca y trató de apartarme de un empujón, pero mis dedos se las arreglaron para abrirse camino al interior de su hendidura, y tan pronto como toqué su clítoris, dejó de luchar.
Ya estaba mojada. Al parecer, la lucha la había excitado. Recogí algo de los jugos del interior de su coño y deslicé mi dedo sobre su clítoris. Se estremeció, y comencé a frotar su botón con intensidad.
-James... -susurró.
Una vez más, hizo un débil intento de apartar mi mano de ella. Parecía angustiada, pero supuse que estaba más angustiada por su falta de fuerza de voluntad que por algo de lo que yo estaba haciendo, seguí frotando su clítoris enérgicamente.
-Por favor... -pidió, pero sus caderas empujaban contra mi mano como si estuviera rogándome que continuara.
-Quiero probarte -susurré.
-No...
-Por favor, _______. ¡Necesito probarte! Sabes tan bien, tan dulce.
-Ohh... -gimió.
La empujé suavemente sobre su espalda y agarré la pretina de sus bragas. Me detuve por un momento, y cuando no puso objeción, se las quité y me deshice de ellas. Por voluntad propia abrió las piernas, bajé la cabeza y me sumergí. Ya estaba al borde del orgasmo, así que me salté la incitación y fui directo a matar. Mi lengua se movió rápidamente sobre su clítoris, y gruñí como un perro mientras la lamía con avidez.
Comenzó a jadear, su aliento saliendo en pequeños chillidos temblorosos.
-¡Oh, oh, oh! -jadeó, sus dedos entrelazándose en mi pelo y empujando mi cara contra ella-. ¡Voy a correrme!
Mi lengua de deslizó arriba y abajo por su clítoris mientras su cuerpo comenzaba a temblar. Mi cuero cabelludo ardió cuando agarró puñados de mi cabello y tiró, pero apenas lo noté. Estaba loco de lujuria. Cuando su cuerpo dejó de estremecerse, liberé mi dura polla de mis pantalones y la monté. Al instante, sus rodillas se cerraron.
-¡Vamos, _______! -gemí-. ¡Por favor!
-¡No! ¡No puedo!
-Dios, _______ no sabes lo que me estás haciendo. ¡Si no te follo, voy a morirme!
-No lo harás -dijo.
-No sabes cuánto duele esto -le supliqué-. ¡_______, duele demasiado!
La deseaba tan desesperadamente, sentí lágrimas llenando mis ojos. Mi polla estaba tan adolorida que sentí que podría explotar. Palpitaba furiosamente. Tenía miedo de lo que podría hacer si ella continuaba resistiéndose.
-Por favor, _______. ¡No me hagas esto! -rogué, tratando desesperadamente de abrir sus piernas.

"¡Abre las piernas por favor"!|James Maslow & Tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora