—Abuela, pareces adivina —exclamó _____, malhumorada.
Su abuela le regaló una sonrisa torcida, casi una mueca traviesa, antes de regresar a su rostro adusto.
—Te ha dado inspiración y es algo maravilloso que tendrás para siempre.
El amor que sentías por él no es algo perdido, sino que aprenderás a
dárselo a otra persona una vez que hayas olvidado su recuerdo.
—¿Dárselo a otra persona? No creo que pueda. Fue todo tan intenso que me ha consumido por dentro, por mucho que ya sepa que no se merecía mi amor.
____ se quedó en silencio, con la vista fija en la bola de cristal verde oscuro que decoraba el jardín de rododendros. En el vidrio convexo de la esfera se reflejaba una versión extraña y distorsionada de la joven en un mundo lejano de color verdoso.
Sería maravilloso poder escapar y desaparecer en una burbuja de ensueño como aquella. Cerró losojos y luchó contra las lágrimas.
Era absurdo: debía pelear. Su abuela le había dirigido palabras dulces y sabias, pero no pudo sino echarse a llorar cuando se sentó junto a ella en el banco y le pasó un brazo por los hombros.
—No te culpes por llorar por aquello que has perdido, cariño, pero recuerda apreciar lo que todavía tienes.
La abuela teníarazón: aún tenía aquellos poemas que escribió en su diario sentada bajo el roble mientras soñaba con Jeongmin. Aún contaba con aquella canción, la inolvidable melodía que tocó en la ceremonia de graduación ante un público embelesado, tras lo que su madre se emocionó al entregarle un ramo de flores en el escenario.
____ guardaría esos momentos en su corazón durante mucho tiempo. Aquella tarde, la canción de ____ inundó las estancias de la acogedora casa de Eichet por vez primera. En su mente, siempre la había llamado "La canción de Jeongmin", pero ya no lo volvería a hacer. Se había decidido a apartar los sueños de los dos juntos y dejar hueco en su corazón para algo nuevo.
—Vamos, _____. Va a ser increíble —dijo de sopetón la metálica voz de Gaby al otro lado del teléfono. El fin de semana había llegado a su fin y _____ estaba ocupada rastreando ofertas de empleo en el periódico de la ciudad.
Consideró que, al fin y al cabo, sería una buena idea buscarse un trabajo de verano, pues así podría ahorrar dinero para irse de vacaciones con Gaby.
Sin embargo, hasta el momento no le entusiasmaban demasiado los anuncios de la página de clasificados. Todos los puestos de trabajo que figuraban en el Salzburger Fenster eran patéticos: el anuncio más destacado del día era el de una agencia de modelos que buscaba chicas rubias de la
talla 34.
Con un gruñido de frustración, _____ tachó la oferta con rotulador rojo.
— ¿Y cuánto valen las entradas? —preguntó intentando parecer más interesada de lo que estaba en realidad. Gaby tenía el repentino convencimiento de que debían ir a ver a un grupo de versiones de Siouxsie and the Banshees que tocaba aquella noche en el bar Shamrock.
—Nada, tonta —vociferó Gaby a través del auricular—. Es un grupo de versiones que va a tocar un lunes por la noche. ¿Hace falta decir algo más? ¿Quién en su sano juicio pagaría por algo así? ____ se rio.
—Vale, era una pregunta tonta. Pero ¿no querías salir a cenar con la pandilla esta noche?
—Y sigo queriendo. Podemos hacer ambas cosas. El concierto no empieza hasta las diez, así que no puedes decir que no.