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Las parpadeantes luces de discoteca iluminaban un mar de rostros y cuerpos en movimiento. El resonante ritmo de la música trance procedente de los altavoces hacía vibrar el aire del salón.

A las once de la noche, la temperatura en el interior del edificio era agobiante, a pesar de que era tarde y las ventanas estaban abiertas.

Junto a la pista de baile, ___ Kandolf examinaba la multitud al ritmo de la música. No encontraba a sus amigos. ¿Adónde había ido Gaby? ¿Y dónde estaba Axel?

—Hola, ____. —La sobresaltó una voz conocida.

A ____ se le aceleró el corazón y se dio media vuelta para posar la vista en el chico que estaba tras ella, Jeongmin.

La joven no pudo evitar entornar los ojos con timidez ante el inconfundible descaro de su sonrisa.

—Llevas un vestido precioso —prosiguió al no recibir respuesta de _____, quien lo miraba fijamente, boquiabierta, y señaló el disfraz medieval que había alquilado para la ocasión.

____ tragó saliva; los nervios le habían secado la boca.

—Tu disfraz también mola mucho —respondió al fin, recorriendo con la mirada su cuerpo, de arriba abajo.

Llevaba un disfraz de Napoleón que le sentaba de miedo.

— ¿Te apetece bailar? —Dejó el vaso de cerveza en una mesa y le tendió la mano cortésmente.

—Claro —tartamudeó; le había dado un vuelco el corazón. Cruzaron juntos la muchedumbre que abarrotaba la sala y _____ vio por el rabillo del ojo a Gaby, quien al otro lado de la pista asentía y levantaba el pulgar en un gesto de aprobación antes de quitarse los colmillos de plástico para engullir galletitas saladas de la mesa.

___ Se rio nerviosa y siguió a Jeongmin, que la llevaba de la mano hasta la pista de baile.

— ¿No te parece raro que acabemos ya el instituto? —La miró pensativo—.

Llevamos toda la vida aquí, hemos crecido en este instituto y ahora estamos celebrando nuestra graduación.

_____ sintió cómo Jeongmin le rodeaba la cintura con sus brazos y le posaba una mano en la parte inferior de la espalda para atraerla hacia él.

—Pues sí. —Se ruborizó—. Es genial que todos hayamos aprobado, pero ahora iremos a universidades distintas y me da pena. Puede que no volvamos a vernos.

—Bueno, nunca se sabe. —comentó

Jeongmin, despreocupado—. No te olvides de las maravillosas reuniones de antiguos alumnos que se suelen organizar.

—Sí, supongo que tienes razón. —____ le miró, mordiéndose el labio —. Aunque no me importaría volver a verte —susurró de forma casi inaudible. Mierda. ¿Lo había dicho en voz alta, o al menos, todo lo alta que le permitía su timidez? Lo miró insegura, y fue testigo de la sorpresa en su rostro.

— ¿A mí? —Preguntó, aferrándole la mano aún más fuerte—.

¿Por qué? Tragó saliva para hacer desaparecer el nudo que se le había formado en la garganta.

El corazón le latía a toda velocidad, a pesar del discurso de motivación que había pronunciado Gaby y de las tres copas de vino que se había bebido durante la fiesta.

—Pues... —titubeó, con la voz quebrada. En la oscuridad de la sala, vio surgir una sonrisa de los labios de Jeongmin; esa sonrisa tan familiar, sarcástica, incluso burlona, que la había cohibido en su presencia durante los últimos dos años y que incluso la había perseguido en sueños.

Jeongmin agachó la cabeza para acercar su rostro al de _____.

—Te entiendo. Yo tampoco quiero perderte de vista esta noche — masculló mientras le recorría el brazo con los dedos hasta llegar al cuello, cuya sensible piel acarició.

A ____ se le cortó la respiración a medida que Jeongmin se acercaba más y más a ella hasta besarla en los labios de forma seductora.

La apretó contra su pecho, se inclinó y volvió a besarla, esta vez de manera aún más intensa. ____ no se creía lo que estaba sucediendo: ¡la estaba besando! ¡La estaba besando de verdad!

No era un sueño: Jeongmin la tenía entre sus brazos. Se fundieron en un solo ser.

Cuando, al fin, Jeongmin la soltó y le preguntó si quería otra copa, la joven se estremeció de emoción.

Con una sonrisa exultante, se situó junto a la pista y buscó entre la multitud a Gaby, su mejor amiga, quien la saludaba desde el otro lado de la pista, esta vez con los dos pulgares levantados.

A ______ no se le borraba la sonrisa tonta de la cara.

Cuando Jeongmin regresó con una cerveza en cada mano, el corazón ya no le latía a tanta velocidad, por lo que ya no le temblaban las manos y pudo, rápidamente, apuntarle su número de teléfono en la BlackBerry.



El chico del bosque ღ  [BOYFRIEND] (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora