Capítulo 3

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El ruido provenía de la cochera, pero si ni mi madre ni George estaban en casa quién o qué es lo que había provocado tal alboroto.

Volví a bajar las escaleras, agarre una escoba de la cocina y me dirigí hacia aquel extraño sonido, me veía realmente estúpida acercándome al ruido desconocido como si estuviera dentro de una típica película de terror.

-¿Quién anda ahí? -me escuche decir con un soplo de voz- Ya llame a la policía y están viniendo para acá -esto no era precisamente cierto, pero siempre me dijeron que eso asustaría a los ladrones que saldrían corriendo temiendo lo peor

No obtuve respuesta alguna, tampoco es como si la esperara. Me coloque detrás de la puerta y apoye mi oreja para ver si volvía a escuchar algo. Nada ocurrió, supuse que había sido el viento que tirase una caja o un gato que se metiera por la ventana, así que abrí la puerta lentamente, medio ocultando el miedo que sentía, enorme fue mi sorpresa al encontrarme la puerta abierta y un joven de pelo rojizo y despeinado levantando los tachos de la basura.

-Hey... ¿Quién eres tú? ¿Que estás haciendo con mi basura? Voy a llamar a la policía -me acerque a él e intente darle un golpe en la espalda con la escoba, pero en un veloz movimiento logro sacármela de entre las manos y se colocó frente a mí- Lo diré por última vez ¿Quién eres tú y que haces en mi casa?

El joven se quedó viéndome con la cara pálida y los ojos muy abiertos, no parecía asustado pero me miraba sin emitir palabra.

-¿Acaso te comieron la lengua los ratones?

-Emm... si... sí, mi nombre es Dall-Dallas -de estremeció al decirlo como si un escalofrió recorriera su cuerpo de pies a cabeza- es-estaba levantando los tachos que mi perro tiro al pasar corriendo un gato

-Oh ya veo, que amable por tu parte... supongo -no me sentía muy confiada al respecto, dado que no había ningún perro en los alrededores- No te había visto antes por aquí... ¿Eres nuevo?

-No, no. Solo estoy de paso... vi-vinimos con... con... mis padres a visitar a mi tío que... vive a unas casas de aquí -sonaba como si estuviera inventándolo todo, algo no me caía bien de este joven

-Entiendo, bueno debo irme. Tengo cosas que hacer. Nos vemos.

-Hey espera... antes de irte ¿no me dirás tu nombre?

-Freys... Freya -no espere ningún tipo de respuesta y volví a meterme dentro de la casa, sin antes cerrar todas las puertas y ventanas con el cerrojo. Algo no me hacía fiarme de ese tal Dallas, tenía algo raro. Su historia de que venía a ver un tío con la familia y que su perro invisible había tirado mis botes de basura no me compraba para nada.

Subí a mi habitación, tome mi celular en busca de algún mensaje de Milla respecto a la salida de compras esa tarde, pero no había nada supuse que estaría durmiendo o alguna de sus miles de actividades. Me recosté en la cama con el plan de dormir un poco más hasta que mi madre llegara, además la cabeza estaba a punto de explotarme.

Me desperté, no entraba mucha luz dado que las cortinas estaban cerradas, ¿Había dormido todo el día y mi madre no se había percatado de eso?, no lo creía posible. La tenue luz que bañaba mi cuarto me permitía diferencia las sombras y algunas formas de los muebles de mi habitación, pero una llamo mi atención de una forma aterradora. En mi sillón había una sombra de mayor tamaño, como si una persona estuviera sentada, procure no moverme estaba aterrorizada no podía siquiera gritar en busca de ayuda. La sombra se levantó, evidentemente había notado que estaba despierta, y comenzó a acercarse a mi cama, de pronto todos mis músculos dejaron de responder, no podía moverme ni hacer nada. La sombra continuo acercándose hasta que se encontraba junto a mí y poso su mano sobre mi cabeza haciéndome caricias.

-Shhh... Duerme te desmayaste en la entrada y te traje hasta aquí...

Me desperté de un sobresalto, el sudor me recorría toda la espalda, todo había sido un sueño. Pero aún recuerdo el pánico al sentir que no lo había sido, se sentía mas como un recuerdo, de cómo había llegado a mi cama luego de desmayarme en la entrada. Quien me había traído y estaba sentado en mi sillón era él. Dallas, el chico con quien me encontré momentos antes en la puerta de la cochera.

Pero... ¿Por qué y cómo había entrado en mi casa para dejarme en la cama?


FreyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora