Capítulo 8

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Mi padre un demonio, esta historia estaba siendo a cada momento más y más delirante. No sabía hasta qué punto podía creer en Dallas, quizás esta conversación iba a terminar con el descojonándose de la risa por la cantidad de locuras que acababa de decirme y que yo me creía.

-Honestamente se me está haciendo muy difícil el creer en lo que me estás diciendo Dallas, como puede ser que todas esas cosas formen parte de mi vida, del pasado de mi madre y que jamás en todos mis años de vida escuche nada sobre ellas

-Porque nunca fue necesario que tuvieras que enterarte, además es probable que nunca lo hubieras hecho si Alastor no hubiera comenzado con este golpe de estado hacia el rey Ruziel.

-Cuéntame lo que quieras, pero no pienso hacer nada. Si mi propio abuelo echo a su hija solo por el hecho de que hubiera desobedecido sus reglas poco me interesa ayudarlos, no siento nada por las personas que viven en ese lugar, puede que parezca una desalmada pero la verdad es que si nunca formaron parte de mí no me va a afectar en lo más mínimo que ya no estés. Que todo se desmorone y que mi abuelo se pudra por nunca haberme siquiera querido conocer y abandonar a su propia hija cuando estaba en un momento tan importante como es el nacimiento de un hijo. Puede que mi madre se equivocara, pero nada justifica el accionar que tuvo –a medida que iba pensando en las cosas mi enojo iba en aumento, me levante con brusquedad del banco con tanta mala suerte que me maree y tuve que detenerme un momento, perdiendo toda mi dignidad ante mi salida dramática

-Freya entiendo lo que piensas, pero tú no entiendes. Si Alastor se hace con el trono de Freeland no solo afectara a todos sus habitantes, sino que repercutirá tanto en el cielo como aquí en la tierra, los demonios no son personas que se lleven especialmente bien con los humanos y si poseen la ayuda de los ángeles la catástrofe que se generara será brutal, por favor Freya debes entender –me tomo del brazo intentando evitar que me fuera, pero no lo logro

Me fui caminando lo más rápido que pude, no quería correr porque supuse que eso llamaría demasiado la atención y no era exactamente lo que buscaba. No quería escuchar a hablar de Freeland, mis abuelos, la destrucción del mundo, ni de mi madre y de su rebeldía adolescente.

No comprendo cómo alguien pude hacer eso, como mi madre pudo esconderme durante diecisiete años quien era mi verdadera familia, quien era yo realmente. Siempre supe que George no era mi verdadero padre, pero yo supuse que era un hombre que la había abandonado, alguien con quien tuviera diferencias irreconciliables. No algo que, hasta solo unos momentos antes, creía que existía únicamente en las mitologías y fabulas.

-Freya, por favor espera no te vayas, tienes que escucharme –Dallas seguía detrás de mí, rogaba llegar junto a mi madre lo antes posible para evitar que me alcanzara y tener que seguís oyendo la cantidad de locuras que quisiera decirme

-Déjame Dallas, no quiero escuchar nada más. Que vaya al diablo todo lo que me estas contando. No voy a pelear con nadie y mucho menos entregar mi sangre para salvar a gente que me desprecio a mí y a mi madre durante tantos años –apure más el paso, pero la plaza me parecía a cada momento más y más larga, como si nunca fuera a llegar al centro a encontrarme con mi madre y George- ¡Más te vale que dejes de seguirme porque gritaré!

Seguí caminando lo más rápido que pude hasta que me encontré a escasos metros de mi madre, cosa que hizo que se percatara de mi presencia y por lo visto al ver mi cara comprendió que algo no estaba bien. O al menos es lo que yo pensaba en ese momento.

-¿Qu-qué estás haciendo tú aquí? –nunca había visto la cara de mi madre tan blanca como esta noche y me di cuenta en el momento de que no estaba dirigiéndose a mí, sino a Dallas que estaba parado justo detrás mío

FreyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora