ocho

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El día era nublado, amaba esos días tan acogedores para estar en casa. Creo que siempre pienso en estar ahí, tengo un problema.

Me senté en una banca del parque a esperar de Freddy, algo muy cliché pero así era.

Lo vi estacionar su motocicleta en un lugar especial para ellas. Quitó su casco y sacudió su rizado cabello, amaba que hiciera eso.

Se acercó lentamente a donde yo estaba con una sonrisa hermosa. Vaya que verlo sonreír me fascinaba.

Hola, Beca— saludó a una distancia prudente para poder oírlo.

Hola, Freddy— le dije.

Tomó asiento junto a mí y dio un amplio bostezo.

¿Cansado?

—Algo así, anoche cuando llamaste ya no pude dormir.

—Lo soy una total imprudente, pero yo tampoco podía dormir y ya sabes, creí que sería lindo hablar contigo...bueno, lindo en el buen sentido... o sea no es que no haya pensado en alguien más pero eres lindo y...— respiré profundamente y lo miré.

Me miraba sonriente y con un poco de pena, aunque yo era la avergonzada en ese instante. No podía ser más torpe porque no era más grande.

Olvida todo lo que dije, ni yo me entiendo.

—¿Entonces no soy lindo?— hizo un puchero.

Éste chico estaba burlándose de mis idioteces muy sutilmente.

Lo dejaré a tu criterio.

—Entonces no— se encogió de hombros. —Pero sería mejor de hablar de eso.

—¿Para qué me citaste? ¿Necesita algo, joven Leyva?— hablé graciosa.

Él rió. —Necesito de usted, señorita Webberimitó mi tono.

Me sonrojé al instante.

¿Para...?

—Para pasar un rato lindo, como amigos.

Ouch, eso dolió. Me acababa de mandar derechito y sin escalas a la “Friendzone”.

—No— rió. —No te estoy friendzoneando, creo que sería de lo último que haríadijo bajo lo último.

Fue como si hubiera leído mis pensamientos.

¿Sabes? Eres de las muy pocas personas que me conoce y es muy pronto para decirlo pero...me sería muy difícil desde ahora dejar de frecuentarte. Algo me dice que eres hasta cierto punto especial. No muchas personas me consideran un amigo e incluso no les agrado.

—Eso suena imposible, eres un gran chico a pesar del poco tiempo que tengo de conocerte que lo eres— le sonreí. —Y podrás contar conmigo, tenlo por seguro.

Puso su mano en mi pierna con la palma hacia arriba, la movió un poco y supe cuál era su intención. Coloqué mi mano sobre la suya y ambos entrelazamos nuestros dedos. No sé si fue un tipo de gesto para cerrar la promesa que le había hecho pero era y se sentía especial.

Giré a verlo, mantenía la mirada sobre mí. Me sentía nerviosa, él era ese tipo de chicos que con sólo verlo te perdías completamente.

De pronto sus ojos encontraron los míos para no apartarse. Era una sensación extraña, había paz cada que lo veía así. Podía ver mi reflejo en sus ojos.

Freddy fue acortando la distancia entre los dos. Con su mano libre tomó una de mis mejillas acariciándola suavemente. Fijó su vista en mis labios y relamió los suyos de una forma atractiva.

Mis ojos pedían a gritos cerrarse y sentir ese suave roce de una vez por todas.

El claxon de un auto nos hizo saltar del susto, separándonos al instante.

Ambos suspiramos y soltamos una pequeña risa.

—Vamos a otra partedijo él.

Me otorgó su mano y nuevamente la tomé.

Es Sólo Una Ilusión » Freddy LeyvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora