Capitulo 6

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Ya era de tarde, bueno no tan tarde, pero para ella lo era, cuando se proponía ser puntual lo era bastante, no dejaba de mirar aquel reloj sin siquiera saber ver la hora, daba vueltas por la casa, entraba al baño para verse al espejo, salía del baño para entrar a la habitación de sus abuelos y nuevamente ver su reflejo, intentaba ver nuevamente la hora sin entender muy bien, el timbre sonó y ya sentía un leve cosquilleo en sus adentros.

Se aproximo abrir la puerta

-Hola – le hizo una seña con su mano diestra e invito a que pase.

Aquel muchacho iba normal, un poleron gris, la capucha sobre su cabeza, unos jeans y sus zapatillas vans rojas, Alexandra fue por su poleron azul y se dirigieron a la estación de tren para llegar al lugar acordado.

El tren iba lleno para variar pero después de unas cuantas estaciones divisaron un par de asientos, ella como siempre escogió la ventana y sin más opciones Matías se "sentó" en el otro, no tardo mucho en recostarse en sus piernas y ella inconscientemente acariciaba esos rulos sobresalientes.

Al bajar del tren y cruzar por aquella estación, subieron unas tantas escaleras, el lugar de la junta era el centro comercial, vieron un grupo de chicos, Matias no sabia quienes eran, y Alexandra no lograba mirar bien, pues odiaba usar sus anteojos.

-¡Alex!- ya mas de cerca vio como una de sus amigas levantaba los brazos para que supieran que eran ellos

Ella le presento a Matías y este simpáticamente les regalo a todos una sonrisa. Caminaron hasta llegar al parque, un lindo lugar lleno de áreas verdes y facultades de la universidad, decidieron por quedarse en la laguna, un buen rato de charlas, risas y para que decir no faltaban en lo absoluto las "fotografías".

Cruzaron aquel puente para llegar al otro sitio, estaban mas cerca de los cerros, el ambiente estaba diferente, no hablaban mucho, algunos que otros reían, Matías conocía a una de las chicas que andaba en ese instante- Tu tocas piano, recuerdo tu rostro-, este le sonrió y al instante ella tomo un color ruborizado.

No había mucho de que hablar, los muchachos comenzaron a caminar y Matías saco la voz

-Oye, podríamos subir al cerro – apuntaba el lugar, y se puso en marcha.- ¿al cerro? que tiene de curioso subir un cerro, la vocecita que lleva dentro le hablaba en susurros, sin mas preámbulos ella asintió y lo siguió.- No se puede subir más – sus facciones hacían notar que estaba impresionado y se disculpo, rendido se sentó y Alexandra le hizo compañía.

No habían hablado mucho, más bien no hablaban nada, solo miraban a la nada.

-¿Que tal?, ¿muy aburrido?- Alexandra le regalo una sonrisa dejando ver sus grandes dientes.

-Para nada- tenía la vista en la tierra y recogió algo de ella- Mira no se lo que es

-Es una liga para el cabello, tenía un lindo color al parecer

- Ten, te lo regalo, será una especie de anillo.- tomo la mano de su compañera y le puso la liga desteñida. Lo miro y como de costumbre sintió ese calor en su cuerpo que subía y subía hacia sus mejillas, soltó una risilla nerviosa y le agradeció, se levantaron y caminaron al lugar en que estaban antes, el grupito de amigos había desaparecido por completo, tomó su celular y al ver las llamadas perdidas inmediatamente sabía que intentaron comunicarlos... Rayos se habían ido. Miró a Matías y el inmediatamente supo que estarían solos el resto del día.

-OH – se agachó escuchando como sus huesos sonaban, Maldición

Eso no debía haber ocurrido, recogió un objeto redondo de plástico que al parecer era la tapa de una botella – este será tu anillo –tomo la mano de él y lo puso sobre su dedo- no sabía exactamente que hacia. Se recostaron en el pasto y hablaban un poco, el afirmo su cabeza en sus piernas- ¿Por qué tu mano es mas grande si yo soy mayor? – espera ¿Qué? Es lo más absurdo que había dicho en todo el rato.

Mi nuevo vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora