La Luna Eclipsando al Sol

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Editado: 18/01/23
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Taemin se encontraba en el suelo, entreteniéndose con un par de hojas en blanco que se había encontrado. Las doblaba y desdoblaba para colorear dentro de los patrones que había marcado en el papel, totalmente inmerso en eso, que no se dio cuenta del par de manos que le tomaron por la cintura y le giraron sobre si mismo.

-¿Qué vas a hac...?- Taemin fue callado por un beso.

Parpadeó sorprendido, no por el beso, sino por qué no sintió nada molesto en él. Sólo fue un beso, uno que no le disgustó.

-Lo de siempre.- Minho le sonrió, acomodándose. Estaba a horcajadas sobre el menor, le sonreía,esperando por el reclamo usual que venía luego de robarle besos.

-Oye, estás muy pesado, muévete.- Taemin de inmediato empezó a retorcerse debajo del mayor, logrando que éste se moviera, para quedar hincado a su lado.

Escuchar a Minho reír, era algo que le agradaba, porque ese era el Minho que le agradaba. Cuando estaba en sus momentos malos, sólo lo había escuchado gritar, así que ahora podía diferenciarlos perfectamente.

-Minnie ah, ¿qué hacías?- Minho preguntó curioso, mirando los dibujos y figuras de papel que el joven había hecho.

-Es para el libro que me regalaste.- Taemin agachó la mirada, exhalando algo apenado por su forma tan romántica de ser. Sabía que a veces podía ser demasiado, muchas personas en su anterior vida se lo habían dicho, en especial su padrastro. –A-sí no perderé la página en la que voy.

-En realidad te gustó ese libro, ¿eh?- Habló pensativo, le maravilla como Taemin podía tener tanta pasión por algo, tan pequeño como los libros. Pero si le gustaban tanto, definitivamente se los seguiría regalando. –Ven.- Le tomó por la mano, obligándolo a pararse. Ahora, debía recordarse que había ido a buscar al chico por un motivo.

-Minho, el suelo está frio.- Taemin lloriqueó, quejándose del clima que hacía el suelo más frio de lo normal. ¿Por qué no se quejó mientras estuvo recostado en él, pero ahora lo hacía porque le estaba haciendo ponerse de pie? Ni siquiera él lo sabía, pero estaba bien. Minho no solía poner los ojos en blancos y decirle que dejara de lloriquear por cosas tan tontas, cómo otras personas hacían.

-Eso es tu culpa, siempre estás descalzo.- Minho le hizo dio una corta reprimenda, que quedó más que nada en una sugerencia de uso. –Nunca usas los zapatos que he dejado en tu habitación. Creí que te habían gustado.

-Me gustaron, sólo no es divertido usar zapatos.-Taemin hizo un puchero naturalmente, sin darse cuenta que sus respuestas naturales eran lo que más atraían a Minho.

-Estás siendo malcriado ahora.-Minho dijo frustrado, soltando una corta risa al final. Una vez más sentía esos impulsos de robar los labios del menor y poseerle, pero buscó su centro y trató de tranquilizarse. –Tae, está bien, luego encenderé la calefacción, ahora vamos, te hice una promesa y la cumpliré. Te enseñaré a cocinar.- Le tomó por la cintura y lo encaminó a la cocina.

Claro que Taemin iba muy feliz, aprendería cocinar, Minho iba a cumplir su promesa. Y era en momentos como este, que se daba cuenta, había pasado tanto tiempo sintiendo tanta rabia por Minho, que no había visto que tenía cualidades que las personas allá afuera nunca le mostraron. Nadie se ofreció a enseñarle a cocinar, ni a escucharle, tampoco nadie le ayudó cuando sabían que lo que le hacía su padrastro estaba mal, hiriéndole mucho más de lo que Minho jamás le tocó. No, en cambio estando aquí encerrado, se sentía mejor que nunca. Después de todo, Minho estaba enamorado de él, si pudiera ayudarle a deshacerse de esa parte mala en su cabeza, estaba muy seguro que el hombre le dejaría ir como la persona buena que era.

Síndrome de Estocolmo~ ♡ b29;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora