Celia

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Abro mis ojos ante un rayo de luz que daba en mi cara. Uau... eso si dolio.

Los cierro y trato de analizar lo que paso... Estaba llorando... luego debo haberme quedado dormido en la arena... No dormí tan mal.

Vuelvo a abrir los ojos y contemplo el amanecer dorado que nace delante de mi vista.

Espero unos minutos a que termine el sol de salir.

Vuelvo hacia la cabaña y devoro una gran sándwich con todas mis ganas.

Compruebo el reloj... Son las cuatro de la mañana.

¿Qué hago? – me pregunto en voz alta- .

Subo hacia la habitación y me recuesto sobre la gran cama que se encuentra allí.

...

Paz. Siento paz... Abro mis pesados ojos. Pero todo cambió.

Estoy en una habitación diferente, parece de un hospital o algo así.Compruebo a mi alrededor... No hay ventanas, solo una gran puerta abierta que ilumina la habitación, haciendo que cierre mis ojos.

Vuevo a mirar esa puerta abierta de par en par.

De ella sale una mujer vestida de diario. La conozco de algún lado, pero no recuerdo bien donde. Me mira, asiente y se va.

Estupefacto por su belleza decido seguirla... Me trato de levantar. No puedo. No me puedo mover. Comienzo a gritar pidiendo ayuda.

Las puertas comienzan a cerrarse. La luz comienza a irse. Hasta que la oscuridad inunda toda la paz que se podía percibir en ese lugar.Grito asustado. No se que pasará.

La luz vuelve. Respiro de vuelta.

Ella pasa delante de mis ojos. Me sonríe. En un abrir y cerrar se ojos ella se había ido.

Me encontraba en la cima de una montaña muy alta. Con mis manos podía mover las nubes. Me senté a admirar esa belleza.

Sentí una fuerte correntada que hacia que me caiga hacia delante.Me doy vuelta para ver que era... No lo creía. No podía ser cierto.

Mi madre estaba allí. Luego todo vino a mi mente. Los recuerdos me sacudieron.

Desde que vivía en el orfanato, me había olvidado su cara, sus rasgos, sus ojos. Era igual a mi. Por lo que recuerdo de ella, era muy joven... hasta parecía de mi edad.

Su calidez de madre me inundo.

Todo volvió a mi memoria. Pero no quería recordar. A pesar de su calidez, volverla a ver me dañaba. Sentí un vacio en el pecho. Luego comenzaron pinchazos pequeños, mas tarde- mientras seguía contemplando sus ojos – punzadas.

El dolor había vuelto. No lo recordaba, pero de pequeño me había pasado lo mismo.

...

Mi pulso se había acelerado. Mi pecho seguía doliendo fuertemente.

Mi frente estaba sudada. Mis brazos estaban temblando.

Traté de pararme y no lo logré. Mis huesos dolían, parecía que había corrido una maratón.

Logré pararme. Miré el reloj. 17: 13.

Dormí demasiado. En realidad, más que dormir, entre en una pequeño coma.

Esperé en la cama unos segundos.Tomé valentía y fuerza, y decidi gastar mi poca energía en bajar las escaleras.

No habia comido nada. No podía estar un segundo sin ver borroso y en blanco y negro.

Perdido en su miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora