La sensación que sentí, en el balcón, había vuelto. Su sonrisa pícara estaba llena de calidez, esperanza y humildad. No podía dejar de apreciarla. Quería que ese momento ella fuera suya de por vida. O – al menos – estaba dispuesto a conseguirlo.
- Me encantaría que dejes de verme de esa forma... me estas asustando. – Su sonrisa había desaparecido y su mirada confundida atraía a mis ojos – El esposo de Marta es bastante fuerte como para que te vayas de aquí sin bajar las escaleras.
Me reía esa chica era divertida. Pero su rostro de amenaza permanecía... Oh no... Eso no era una broma.
- No no , has entendido mal. Yo... - no sabía que decir – Perdoname si te miré de mala forma, no era mi intención. Es que tienes muy lindos ojos.
- Eso no te salvará de pagar por lo que comiste. – Responde muy seria-.
- Esta bien por mi. Mientras pueda bajar las escaleras en el mismo estado físico, bien. – Un silencio incómodo se generó en el restaurant vacio – Eh... No soy de los tipos que se van sin pagar, por cierto.
- ¿Nunca te has ido de un lugar sin pagar? – me pregunta sorprendida.
Sacudo la cabeza, sorprendido por su pregunta. Nunca tuve el valor de irme sin pagar. Hice otras cosas en mi vida para quemar la adrenalina y calmar mi rebeldía. Pero irme sin pagar... Nunca.
- ¿Nunca? – Su pregunta me hizo comprender que no había tanta inocencia dentro de ella. No me decepcionó, me alegró.
- ¿Tu si?¿Como puedes? Vives en una isla que un policía puede encontrarte con tan solo voltear la mirada.
- Bueno... Tengo mis técnicas.
- Bueno enseñamelas ahora, por favor. Me encantaría probarlas.
- Ja, ja . Que gracioso – Su irnonia me encanta.
- ¿Algún día me vas a enseñar esas técnicas?
- Puede que si. Pero hoy, claramente no. Son $55, por cierto.
- Vale... te los daré. Solo por que hoy tuve la mejor mesera de toda la isla. – dije entregándole dos billetes, que saqué de mi gran fajo. Ahora me quedaban $955. Ya no me sentía tan poderoso. Es más, entregarle esos dos billetes me dolió más que conseguirlos.
Nuestras miradas se encontraron cuando le tendí el dinero.
- ¿Asi que eres hijo de algún ricachón de la isla? Sinceramente, no se por que que me sorprendo. Primero la cabaña, luego te vi en la moto... Por un momento supuse que eras más... no se: normal, quizás.
- Espera, espera. Me viste en moto...
- Si pero ese no es el punto
- No soy hijo de algún tipo con dinero de la isla, que ni siquiera sabía que existía. Soy todo lo contrario a ser hijo de alguien con dinero, créeme.
- Lo... lo siento. Solo supuse. – esas palabras salieron de se boca, a la vez que su piel se tornaba roja y su cabeza bajaba -.
- Esta bien – dije sonriendo, para calmar un poco el ambiente – Te perdonaré cuando me enseñes tus técnicas para tener una asombrosa cena gratis.
- No hay manera. Prefiero vivir con la culpa y morirme sin ser perdonada.
- Eso ofendió.- dije llevándome una mano al pecho y haciendo sonar una voz que parecía que estaba a punto de llorar.
- De ninguna manera voy a ir contigo – dijo entre risas.
- Entonces... ¿Mañana a las 8, aquí? – dije luego de levantarme de la silla y comenzar a caminar hacia la puerta.
- Que no... En serio Rafael. No
- Ponte bonita. Te llevaré a un lugar muy especial, que todavía no conozco, pero será perfecto. – ya no volteé a mirarla. Si la miraba a los ojos una vez más, era capaz de quedarme allí para siempre.
- Entonces pasa a buscarme a las nueve. Sally puede cubrirme a partir de esa hora. – dijo con los brazos cruzados.
La tentación pudo con migo. La miré a los ojos una vez más. Su mirada-desafiante- me tranquilizó. La volvería a ver. Esos ojos profundos me fulminarían de vuelta. Por un segundo, la paz volvió a mi cuerpo.
...
Me sentía distinto. Las calles que estaban llenas de turistas, me parecían alegres. La noche iluminada por las estrellas, me parecía aún más bonita. No se si era por que: no tenía más hambre o su sonrisa y presencia había cambiado ese día... capaz que el mes... o el año.
La ví hace 24 horas y la conocí formalmente hace menos de una hora, y ya estaba especulando a futuro.
<< Basta Rafael. ¡Basta! >>
Sentí la mirada de alguien sobre mi. Un niño que me miraba como si estuviese loco, luego corrió junto con su madre... Oh, no...Ahora hablo solo.
<< Bien Rafael, espantaste a un niño >>
Camino por la calles, dejando atrás la playa y los turistas. El mercado había cerrado. Asi que tendré que venir mañana a la mañana.
Continuo vagando por las calles. Disfrutando del momento, y por primera vez de la soledad. Una vez alguien me dijo que la soledad era la circunstancia de estar solo o abandonado. Pero estaba en medio de turistas alocados por regalos y artesanías. Eso no era estar solo o abandonado.
Esa definición era la parte negativa de la soledad. Nunca había entendido por que algunas personas querían disfrutar de la soledad. Ahora los entendia. Caminar por ahí. Sin preocupaciones, horarios o deberes.
Caminaba por el rumbo que yo quería tomar. Por primera vez yo era el que lo marcaba y no las deciciones de los demás.
Me encontré parado delante de la moto. No me dí cuenta de que había estado caminando. No se cuando la ví o cuando me paré frente a ella. De todos modos saque la llave – que entre las ranuras, seguía teniendo algo de polvo – prendí el suave motor, y sin más me conduje hacía la oscuridad.
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Perdido en su mirada
De TodoRafael es un chico sin padres y con una tragedia en su interior. Por eso busca perderse para encontrarse. Decide escaparse de su pasado y realizar un sueño de la chica que amaba.Llega a una isla donde cree que se perdera. No sabe que va a encontrars...