Segunda visita: Entrevistas

220 36 0
                                    


*Diamond no ace le pertenece a Yuji Terajima*

+

El agua caía suavemente al suelo. Sin darle demasiada importancia algunos seguían ejecutando sus actividades o caminando tranquilamente. El problema comenzaba cuando minutos después, aquellas inocentes gotas se transformaron en grandes nubes que se descargaban sin piedad contra la tierra.

Los había tomado desprevenidos en medio de la carretera, en esa estresante concentración de autos. La atmósfera dentro del automóvil se tensó, podía resultar peligroso si el conductor no tenia sus sentidos alertas, sumando los nervios que llevaba el pelirosa encima. No es que no le agrade la lluvia, claro que no, le gusta, calentito, en la comodidad de su hogar.

Pasaban los minutos y casi nada se habían acercado a su parada. Las bocinas, los truenos, el chillido de las ruedas al frenar e incluso una que otra maldición del pelinegro le ponían los pelos de punta. Decidió distraer su mente rebuscando en la guantera: Tickets del peaje, legalizaciones del vehículo y muy en el fondo, un CD.

En la etiqueta se leía "Clásica" en una caligrafía conocida, el de ojos misteriosos miro de reojo la concentración de su esposo al volante y sonrió levemente «Supongo que siempre se aprende algo nuevo» Pensó mientras introducía el disco al estéreo removible. La pieza tardo unos segundos en comenzar.

Un pequeño gesto de sorpresa se instaló en el rostro de Furuya junto con una mínima flexión en los dedos; Estaba avergonzado. Al contrario del pensamiento de muchos, Satoru era muy expresivo; Debías de tener buenos ojos para notarlo.

La melodía aligeró y relajó el ambiente al instante, los oídos del mayor se ocuparon en escuchar las notas del piano; observando el recorrido del agua al deslizarse por la ventana.. En manos de Kreisler sus párpados fueron rindiéndose, alejándose de la realidad.

En un abrir y cerrar de ojos (Según Haruichi) llegaron al edificio en donde, exactamente, habían estado un mes atrás. Todo seguía igual, excepto que esta vez un pequeño pino estaba creciendo unos metros alejado de la puerta, dando un poco de vida a tan anejo lugar.

Siempre tomados de las manos, llamaron a la puerta y fueron atendidos inmediatamente por la administradora. La severa y estricta actitud de la visita anterior fue reemplazada por amabilidad y calidez. El cambio fue raro pero no del todo desagradable.

— Bien, está todo perfecto — Aseguro la mujer mayor, terminando de revisar algunos papeles que le fueron encargados al matrimonio — Vengan, conocerán a los niños.

Como les habían explicado, el primer paso luego de inscribirse trataba de improvisadas entrevistas donde conocerían los rasgos básicos de los pequeños, así podrían evitar decisiones apresuradas.

La de cabellos canosos los trasladó a una habitación con paredes plegadas de vinilos infantiles, juguetes se encontraban perfectamente ordenados en un rincón y una alfombra de terciopelo recubría todo el suelo.

Luego de unos minutos de espera protagonizados por roces y caricias en las manos, el primer invitado llegó. Gracias a una lista, con fotos incluidas, rápidamente lo identificaron: Kotaro Yamazaki. Ojos cafés, cabello pelirrojo, sonrisa amplia, piel de porcelana, belleza inusual a tan corta edad.

"No juzgues a un libro por su portada" decían por allí, su actitud no era la mejor. Le encantaba mandar y en varias ocasiones soltaba palabrotas e incluso se idolatraba a si mismo diciendo ser el mejor en esto o aquello. No causo buena impresión.

El siguiente fue Yuu Futoshi. Inusual cabello blanco, iris negros, cuerpo delgado y tembloroso. No hablaron mucho, el chico por timidez u otras razones apenas podía decir algo sin tartamudear. Él no era mal niño, tal vez solo se trataba de un mínimo problema de confianza.

Ambos suspiraron, menos mal que ese día tenían todo el tiempo libre, aun faltaban muchos pequeños por conocer. Uno a uno los chicos fueron pasando, por petición de los mayores, todos entre los 4 y 6 años de edad. Mezclados con ellos, volvieron a ver a Eijun totalmente curado y más resplandeciente que nunca.

— ¡¡Harucchi!! — Corrió a abrazar las piernas del pelirosa — Sato-chan — Saludo estirando sus brazitos. Furuya lo levanto, ganándose una gran y hermosa sonrisa junto con risa melodiosa.

Al tener una personalidad enérgica, el moreno, en esos pocos minutos, los hizo disfrutar de muchos juegos y muchas sonrisas emergieron. Una cruzada de miradas, junto a una pregunta silenciosa, tal vez se debía al tiempo juntos que ya las palabras realmente no resultaban necesarias.

— ¿Por qué se miran tanto? — Habló con esos grandes ojos dorados llenos de curiosidad — ¡Oigan! — Exclamó con un puchero.

El mayor arqueo la ceja levemente aun mirando a su esposo, quien se mantuvo unos segundos inmóvil y finalmente dio un asentimiento. Suspiro derrotado, no tenia remedio, jamás podría negarle nada al más bajo.

— Eijun-kun — Ya cansado de pensar, al ver que no podía descifrar nada, decidió jugar con su fiel compañero: Un ferrari rojo.

— ¿Qué pasa? — Respondió dejando a su mini automóvil descansar.

— ¿Qué piensas sobre tener padres? — No era algo fácil de preguntar ni de responder, mucho menos a los 5 años.

— No lo sé — Confesó — Mis amigos dicen que es lo mejor que puede pasarnos, pero los más grandes dicen que son lo peor al dejarnos aquí — Explicó — ¡Así que realmente no lo sé! — Terminó con una sonrisa.

Ambos quedaron en un leve shock por la respuesta «La inocencia de los niños es maravillosa» Fue pensamiento compartido.

— Ya veo — Contestó simplemente el pelinegro — ¿Quisieras — Tomó la mano del pelirosa y le dio un suave apretón — Vivir con nosotros?

Los ojos de Sawamura se abrieron lo más que se podía, varias lágrimas se juntaron en ellos también — ¿Ustedes... me quieren? — Susurró.

Casi que no escuchan aquella pregunta, pero por suerte, podrían responderla: — Claro que si

El más pequeño corrió al abrazo que le estaban ofreciendo. Sentía una mezcla de emociones entre la felicidad y la tristeza por abandonar su hogar. Esos abrazos se sentían lo mejor del mundo, según Eijun.

Luego de esa conmovedora escena, el pequeño tuvo que marcharse para dejarle espacio a su posible "hermano". Los adultos siguieron con las entrevistas con energías renovadas, solo faltaban unas pocas para terminar.

Satomi Huei salió al igual que como entró, inmutable. Su sonrisa que parecía jamas desvanecerse, su voz ronca y sus iris esmeraldas, conformaban una combinación un tanto atemorizante. Su presencia incomodaba, siempre viéndolo todo, hasta el mas minimo detalle.

Por última vez, la puerta se abrió lentamente. Revelando al nuevo invitado de la tarde, un niño un poco más bajo que los demás, castaño claro, ojos chocolates, seguro de si mismo.

— Soy Miyuki Kazuya — Se presentó con su voz levemente aguda.

Key of heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora