Capítulo 4

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Después de lo dulce que Heiji se comportó conmigo, me estuvo ayudando con los deberes y luego vimos una película. Era viernes así que no importaba lo larga que fuera. En mitad de la película sonó el móvil de Heiji.

-Para la peli, por favor. ¿Sí?

-Heiji, cielo, soy mamá. ¿Estás en casa de Kazuha?

-Sí, ¿por qué?

-Porque vas a tener que quedarte allí a dormir hoy; papá y yo vamos a una fiesta importante y no sabemos a que hora vamos a volver. Cuida también de Kazuha que sus padres van a venir con nosotros.

-¿Por qué no nos avisásteis de ésto antes? -Heiji puso su cara de detective.

-Porque... eh... esto... ah, sí, fue porque no habíamos confirmado la invitaciones hasta hoy.

-¿Y por qué? -siguió indagando.

-Pues... está claro... fue porque... ah, claro, porque me dolía un poco la espalda estos días y no sabía si se me iba a curar. Si te lo conté, lo que pasa es que no me escuchas, mal hijo, ya te vas a ent...

-Vale, mamá, lo siento. Nos vemos. -seguramente su madre había empezado a irse por las ramas. Otra vez.

-Adiós cariño. Cuida de Kazuha-chan. -y colgó, aliviada de que Heiji no se hubiera dado cuenta de que ella y mi madre habían programado un malévolo y perfectamente hilado plan para que sus hijos estuviesen juntos y admitiesen su amor de una vez por todas (claro que de eso yo no me enteré hasta años más tarde).

-¿Qué ha pasado, Heiji?

-Que en cuanto se termine la película me vas a preparar una cama mientras yo pido la pizza.

-¿Eh?

-Que nuestros padres se van toda la noche, y me voy a quedar aquí a dormir -explicó aburrido.

-¿En serio? ¡Eso es genial! ¡Será como una fiesta de pijamas!

-Eso no te lo crees ni tú.

-Oh, Heiji, venga. Antes te encantaba que nos quedásemos a dormir juntos.

-Y luego cumplí 12 años -''y las hormonas se me revolucionaron y me empezaste a gustar y apenas podía disimular lo rojo que me ponía al verte, imagínate si me hubiera quedado a dormir junto a ti'' pensó (otra vez de eso me enteré años después)

-Heijiiiii, no seas aguafiestas. Por favor, como en los viejos tiempos, nos lo vamos a pasar  genial, ¿sí? -le dije con mi sonrisita de ''porfaplís'' a la que sé que nunca se ha podido resistir.

-Está bieeeeen... pero sólo por hoy, y no se lo diremos a nadie, ¿vale?

-¡Sí, genial! Muchas gracias Heiji, eres el mejor -dije muy animada. Me encantaba hacer fiestas de pijamas con él, pero al cumplir los 12 años Heiji pasó por una etapa en la que casi ni me miraba y yo estaba triste por ello pensando que había hecho algo mal. Entonces, como sé que lo odia y a mí me encanta picarle, le di un abrazo de oso mientras le decía cosas como ''es que eres tan mono, eres un amor, te como'' y él intentaba alejarse de mí. Cuando lo consiguió (y vi que estaba como un tomate) me dijo:

-Eres una ahou. Sabes que odio eso.

-Admite que te encanta -dije sólo por llevarle la contraria.

-Te encanta a ti.

-Pues claro. ¿Cómo no va a encantarme abrazar al chico más mono del mundo?

-Que dejes de decirme eso.

-Jamás. Eres tan mono.

-Para.

-Sino, ¿qué?

-¿Que qué? ¿Quieres saber el qué? Pues te doy tres segundos de ventaja, porque si te atrapo te lo mostraré.

Conociendo a Heiji ya sabía que si me atrapaba estaría un buen rato haciéndome cosquillas. Y acerté. Apenas pude correr porque Heiji es mucho más rápido que yo y me atrapó en apenas segundos. Entonces me cogió de la cintura y me llevó al sofá donde aún seguía en 'pause' la película. Allí me tumbó y se puso encima mía para que no escapara. Comenzó a hacerme cosquillas y a gritar ''¿a que ahora no soy tan mono, eh?'', ''admite que no soy mono''.

Yo apenas podía hablar, pero pude articular algo parecido a un ''vale, vale, lo admito''. Entonces paró y se quedó mirándome mientras yo dejaba de reír. Cuando lo conseguí, él aún me miraba y no se quitaba de encima de mí.

-¿Tengo algo en la cara?

-Una sonrisa preciosa.

-¿Pero ves como eres una monada? Ven aquí.

Tiré de él haciendo que perdiera el equilibrio y cayera encima de mí. Allí lo abracé otra vez, pero esta vez sí lo correspondió como hace varias horas ya. Nos quedamos así quién sabe cuanto tiempo, sin decir nada, solo abrazándonos hasta que el maldito timbre sonó indicando que la pizza había llegado. Sonrojados, nos levantamos y Heiji fue a abrir la puerta. ¿Qué nos estaba pasando? ¿Por qué nos comportábamos tan raro el uno con el otro últimamente?

En el resto de la noche no volvimos a mencionar el tema y seguimos como siempre. Pero a la hora de irnos a la cama todo fue incómodo otra vez. Le había preparado un futón al lado de mi cama. Decidimos ignorar el tenso ambiente y seguir hablando como si nada, que apenas conseguimos. Poco a poco las palabras fueron sustituidas por bostezos, y las risas por ''buenas noches''. Ambos nos dormimos mirándonos el uno a otro, sin saber que eso se convertiría en tradición.

¡Ahou! ¡MI ahou! {Heiji x Kazuha}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora