-Y...¿cómo se conocieron papá y tú?
-Nunca te he contado esa historia, ¿cierto?Narra Reiner
Yo lo tenía todo. Tenía dinero, un coche caro nuevo modelo, una enorme casa y no tenía la necesidad de ir a trabajar para ganarme la vida. Podía tener todo lo que yo quisiera, excepto algo. El cariño de alguien, su amor o que alguien me hablara por simplemente ser Reiner Braun. Todos me hablaban por interés, si yo les sonreía ellos creían que ya tenían ganada mi confianza, pero no. Sólo trataba de ser amable y no frío.
Hasta que un día...Heh...sonará como de película pero, entré a una cafetería llamada Uventet. Me senté en una mesa a lado de una ventana que daba una buena vista al lago de Mississippi. Era un lugar increíble. Una camarera me sacó de mis pensamientos preguntándome si quería ordenar algo o esperar un poco más. La chica se veía amable, pero había una terrible tristeza dentro de ella. Tenía los ojos apagados y un poco llorosos, sentí su cansancio y le dí propina.
-Toma esto y dile a tu jefe que terminaste con todos los clientes.- Dije entregándole un billete de 20 dólares, eso contaría como si hubiera comprado algo y hubiera algo más de dinero en la caja del mostrador.
-¿Perdón..? Pero...¿Porqué?- Dijo mientras me mostraba una cara con emociones confusas.
-Has tenido un mal día, no nos infectes con tu mala vibra, anda, vete.La chica hizo una reverencia ante mí y se retiró a la habitación que ponía en un letrero: "Sólo personal autorizado".
Después de eso me acerqué a la barra de bebidas y metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.
Todo se paró cuando un camarero se acercó a mí.
-Buenas noches, ¿qué le puedo servir?- Dijo ese camarero con cabello entre negro y gris oscuro, que vendría siendo el mismo color pero qué más da. Tenía ojos verdosos y brillantes y me atrapó enseguida. No podía leer su mirada, no sabía que estaba sintiendo, sonreía por cortesía ya que es empleado, pero me daría miedo ser un amigo de este tipo.
-¿Uhm..Señor...?
-Reiner.
-Ah...¿Qué?
-Reiner Braun.
-No tenemos esa bebida por el momento.
-¿Ah? ¡Ah! Dime Reiner, porfavor.
-Oh, claro...¿qué va a ordenar?
-Tendré una rebanada de Red Velvet y un Aquavit, porfavor.
-Se lo traeré enseguida.- Dijo el chico listo para retirarse pero en ese instante recordé que aún no sabía su nombre.
-Oh, y una cosa más..
-Sí, ¿Qué pasa?
-Tu nombre.
-...Bertholdt..-Dijo confuso, bien hecho Reiner, lo estás haciendo incómodo. Dicho esto se marchó a la ventanilla que se conectaba con la mini cocina que esta cafeteria tenía ya que, no era cualquier cafetería. Esta era de origen Noruego y tenía chefs reposteros noruegos, y lo hacían todo al instante que se encargaba. Bertholdt gritó dos números que eran los números de los artículos. Después de esto, Bertholdt regresó hacia mí y apoyó sus codos en la barra estableciendo una conversación conmigo.-¿Porqué has echado a la camarera de antes?
-Se ve que había tenido un mal día...No quise causarle alguna molestia.
-¿Siempre eres así?
-¿Así cómo?
-Echas a los que tu crees que no han tenido un buen día.
-No siempre vengo a restaurantes o tiendas, así que es muy raro. Generalmente la gente piensa que estoy enojado por mi mirada y me tratan mal.
-¿Y cómo sabes que yo no he tenido un mal día?- Dijo Bertholdt con una mirada más fría. Este chico no era idiota, se veía inteligente, probablemente él no sabe quién soy yo.
-¿Sabes quién soy? - Solté de repente para ver la reacción de este y averiguar si él no era como los otros que me hacían plática por mi fama o dinero.Independientemente del dinero, varios en la ciudad me conocían por mi madre, quién fundó la Universidad Lernen que resultó ser la mejor de la ciudad por sus profesionales maestros que impartían ahí y que sus alumnos podíam conseguir un buen trabajo de por vida.