Capitulo 1: Primer año de Scorpius en Hogwarts

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Luego de todo lo que vivió en sus años en Hogwarts, el rechazo de su padre cuando le dijo que estaba enamorado de una muggle, el haber sido presionado durante toda su vida para convertirse en algo que no quería ser, un mortifago. Draco se prometió a si mismo que el día que tuviese un hijo se obligaría a amarlo tal y como fuera, incondicionalmente sin importar nada. No requirió ningún esfuerzo hacerlo porque aquella noche cuando nació el pequeño Scorpius, sintió un amor tan profundo que podría servir para crear el patronus más grande de todos los tiempos.

Con eso estaba soñando cuando escucho una dulce voz que lo despertaba.

-¡Despierten! ¡Despierten! ¡Se hace tarde!

Sintió como unas pequeñas manos sacudían su brazo y abrió los ojos algo adormilado aun. Hermione quien estaba recostada sobre su pecho también despertó.

-¡La tienda abre en una hora! ¡Despierten!

Ambos sonrieron con ternura. Scorpius estaba muy ansioso por comprar los útiles para su primer año en Hogwarts.

Hermione intentando no quedarse dormida le pregunto -¿Iras a comprar tus cosas en piyamas? Primero debes ir a cambiarte y tenemos que desayunar.

-¡Los espero abajo en cinco minutos! –Dijo el pequeño y salió corriendo de la habitación.

-No puedo creer que ya este por entrar a su primer año. –Dijo Hermione.

-Yo tampoco, el tiempo pasó demasiado rápido.

Hermione sonriso y beso sus labios, Draco le correspondió el beso y acaricio su mejilla, unos segundos después se apartó y dijo –Sera mejor que nos apuremos o nos matara.

Cuando Hermione y Draco bajaron las escaleras Scorpius ya estaba listo. Mientras su madre servia el desayuno y su padre leía el diario el pequeño que no podía contener su emoción no paraba de hablar y hacer preguntas y comentarios sobre como seria empezar el nuevo año.

Horas más tarde, la familia Malfoy estaba frente a la puerta de la tiendas de varitas, el pequeño Scorpius llevaba su lechuza y otros de sus útiles en la mano, caminaba dando pequeños saltitos y no paraba de sonreír, sus padres al verlo tan feliz tampoco podían evitar hacerlo. Al llegar al lugar, la expresión del pequeño se tornó seria, estaba a punto de vivir uno de los momentos más importantes de su vida. Lentamente empujo la puerta y entro al lugar.

El dueño que estaba ordenando unas cajas lo saludo-¡Oh señor Malfoy! Así que hoy es el día. –Señorita Granger. –Agrego. –Vi su discurso anoche, realmente increíble, felicidades. Creo que nadie podría haber planteado mejor el tema de una reforma en en sistema de salud pública para elfos.

-Muchas gracias. Aún quedan muchas cosas por hacer pero, de a poco estamos consiguiendo grandes avances.

-¡Bueno! ¡Basta de palabras! Es hora de elegir tu varita. –Dijo el dueño de la tienda acercándose a Scorpius. –Comencemos.

Una a una fue acercándole diferentes opciones al pequeño, comenzó probando una varita hecha de madera acacia pero esta no respondió a ningún hechizo, tampoco le sirvió la varita de frezno ni la de acacia. Tampoco la de endrino, ni la de nogal negro.

Scorpius estaba decepcionado, uno de los que consideraba los mejores momentos de su vida estaba estropeado, había probado ya cientos de varitas y ninguna funcionaba. Cuando intento usar la varita de nogal negro las cosas no salieron bien, el hechizo se desvió eh hizo que las cajas que estaban apiladas a su izquierda se cayeran, cuando probo con la varita de cerezo casi le da a su lechuza, por suerte esta solo se agito en su jaula sin sufrir un daño mayor. La varita de espino tampoco funciono, hecho que lo decepciono aún más, ya que esperaba tener una varita similar a la de su padre. Una tras otra continuo probando varitas pero ninguna funcionaba. La sonrisa en su rostro se había extinguido.

Familia MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora