Capítulo 2: No me gusta ser normal.

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Psaron los años y Katherine cumplía sus 9 años, por lo cuál su mamá le organizó una pequeña fiesta. Cabe mencionar que durante estos años, Nathan buscaba a Katherine los fines de semana y la llevaba a la mansión para compartir juntos y no estar usente en la vida de su hija, por lo tanto Katherine creció criada como una princesita.
Al ser la hora indicada de la fiesta, llegaron conocidos de Kate y algunas amiguitas de Katherine pero el invitado que llamó la atención fue nada más y nada menos que Nathan, quién llegó en su lujoso auto, con un grande regalo para su princesa. Al terminar la humilde fiesta que Kate organizó para su hija, Nathan le ofreció a Katherine irse a vivir con el, y ella aceptó, dejando sola y con el corazón roto a Kate, quién se había esforzado por darle una vida normal.
Al llegar ese dia Katherine a la mansión, abrió una cajita de cristal que tenía una nota de color celeste en la superficie, donde se leía: "Bienvenida a tu castillo, princesa, te ama, el abuelo". Katherine abrió la cajita y adentro había una coronita similar a la que usaba de pequeña, la levantó y se la puso en su cabeza. Se sacó la ropa que traía puesta y volvió a su ropa de rica, que le asentaba muy bien. Bajó las escaleras y se encontró con el lujoso living y su padre sentado en el largo y blanco sofá, resaltando con su traje negro. Ambos se sentaron y miraron películas por horas.
Katherine y Nathan no parecían padre e hija, parecían dos mejores amigos porque se llevaban muy bien y ambos estaban para animar al otro siempre. Cuando Katherine no podía conseguir algo se iba llorando dramáticamente a su habitación y su padre corria por detrás, así el le pedía disculpas, le daba lo que anhelaba y ella volvía a reir. Lo mismo pasaba cuando Nathan volvía estresado de la jornada de trabajo, Katherine lo esperaba con la cena lista y una charla calmante para hacerlo sentir bien.
Como en el día su padre no estaba, Katherine pasaba las horas con su abuelo, quién le había dado la costumbre de leer a su nieta. Katherine llegaba de su costoso colegio si cabe acotar y se sacaba el aburrido pero caro uniforme, se ponía su pijama de seda y sus pantuflas, corría a la sala de biblioteca y sacaba un libro al azar, buscaba a su abuelo, y se iban al jardín. Los dos sentados en el sillón de patio, con un libro cada uno y una rica merienda de galletas y café, ella era felíz.

La Caída De La PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora