Confundida

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La forma en la que su cabello se mueve con el viento, como sus ojos te miran haciéndote saber que te escucha, la forma en que su sonrisa ilumina la habitación, como su voz tan suave y dulce calma cualquier herida en el corazón, como sus movimientos parecen los de una bailarina de ballet y dudo que lo haya practicado, la forma en que pone sus manos sobre ti como si estuvieran hechas de la más fina y suave seda.

Unas de las muchas cosas por las cuales me enamore de ella, las cosas que puedo percibir con mis sentidos más superficiales que la hacen tan perfecta para mí, y lo es más si le sumamos su forma de ser, su personalidad.

Es paciente, es de esas personas que sé que me escucharía, sin importar lo que pasara, es brillante, siempre me maravillo por lo inteligente que es, es como si ella no se diera cuenta, pero casi siempre me corrige y yo creo o me esfuerzo por estar siempre en lo correcto, pero ella...naturalmente lo está, es tímida e insegura, la forma en que mira a otro lado cuando cree hacer algo mal y a la vez es tan segura y coqueta, diría que me dejo fría muchas veces, logró hacer una de las cosas más difícil en este mundo, dejarme sin palabras.

Mi mejor amiga, mi mejor amiga...eso me repito continuamente cuando la veo llegar por el largo pasillo que conduce a las clases dónde hace no mucho la vi por primera vez.

Me lo repito tanto porque esa es mi verdad, en mi mente, en mis palabras, en mis actos, en mi realidad, pero en mi corazón...en mi corazón es la mujer que amo, mi corazón es terco y no termina de entenderlo, claro no lo culpo, mírenla...es perfecta...es mi mejor amiga, mi mejor amiga, nada más.

-¡Te estoy hablando!-gritó Maritza en mi oído, volteé volviendo a mi realidad, saliendo de los pensamientos que me causaban verla.

-¿Eh?- le dije quitándole el último pedazo de paciencia que le quedaba en su pequeño cuerpo.

Maritza era una de esas personas que trata de controlar todo y a todos, irritable por naturaleza, con una paciencia diminuta, más pequeña que un maní, histérica, impaciente, ya saben... esta media loca, lo que hace divertido ser su amiga.

-Hola- saludo Daniela en cuanto llegó a nuestro lado, me levante para saludarla, solo por ella me paraba para saludar, a los demás los obligaba a agacharse, esperaba que nadie se dé cuenta.

-Bueno ya me tengo que ir...hace rato que vi pasar a mi profesor-dije tomando mi mochila, había esperado y arriesgado mi asistencia por ver que Daniela llegara.

Me despedí con la mano, ellas también se levantaron para ingresar a su salón, pasé por un pequeño pasillo, justo antes de doblar a la izquierda, voltee a ver si ella seguía ahí, pero no estaba.

Déjenme explicarles, hace más de un año que la conozco, en menos de un mes se ganó mi confianza, en el transcurso de medio año en mi mejor amiga y en el resto del tiempo en la dueña de mi corazón.

Mi mejor amiga, mi mejor amiga...

Perdón, tengo que hacer eso o no podré seguir comportándome como si ella lo fuera, pero es que es difícil escuchar a tu cerebro cuando tu corazón  parece estar haciendo un solo de batería.

Y es que últimamente lo he estado pensando y mucho, no saben lo difícil que es pasar por esto y no poder hacer nada, digo y si avanzo y arruino mi amistad, pero también está el otro lado en que podría tener una gran relación con mi mejor amiga y...

-¡Beba!- me abrazaron por el cuello, tirando de mi hacia atrás, sacándome de mi pensamiento o mi idea feliz, bueno casi.

-No grites eso, al menos no aquí- regañe a Amanda, ella solo sonrió y me soltó dándome un beso en la mejilla.

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