Esperanza.

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Lamento no haber escrito hace tiempo y tambien quq este capítulo sea corto prometo que escribire más lo más pronto posible.

Ella me miro por unos segundos, agacho la cabeza no parecía muy feliz que digamos, a veces me deprimía su falta de expresividad hacia mí.
Froté mi brazo derecho nerviosa, que hacía ahora ¿Hablo o me quedó callada? ¿Qué debía hacer ahora? La miré otra vez, ella otra vez parecía perdida en sus pensamientos.
-¿Lo olvidamos?
-Está bien.
Miré al frente el camino parecía hacerse cada vez más antiguo y parecía mezclarse con el bosque, al final no quedaría mucho del camino o se convertiría en nada, pero esto es nuestra única o una de las únicas oportunidades de salir de aquí.
Pronto el  camino se volvió tan pequeño que nos obligó a caminar una detrás de otra y como siempre yo me quedaba atrás, además ella no parecía querer hablar o escucharme que es lo que casi siempre hace.
Deje de mirarla a ella y empecé a ver el suelo, pateando una pequeña piedra, tratando de que mi mente se distraiga y  pudiera llevarme lejos como su mente lo había logrado, pero nada, mis pensamientos solo me llevaban a la realidad, a pensar en cómo salir de aquí.
Me choqué contra su cuerpo, levante la mirada rápidamente a la vez que la sostuve por los hombros, para evitar que caiga al suelo.
-Lo siento, no me fije...-le dije, ella miraba al frente, ni siquiera reaccionó al golpe, miré en la dirección en la que su mirada estaba puesta.
Adelante había  una vieja casa hecha de madera, ahí terminaba el camino, la esperanza de salir de aquí se convirtió en un lugar dónde descansar, si teníamos suerte encontraríamos comida, agua y en el mejor de los casos un teléfono.
-No puede ser- sonreí, prácticamente corrí hasta la puerta de la casa, traté de abrir la puerta, estaba cerrada, golpeé la puerta con mi brazo bueno, empecé a mirar las ventanas, la casa en general, debía haber una forma de abrir la casa.
-Tendremos que romper una ventana- le dije, tomé una piedra que estaba cerca, la apreté con fuerza, respiré hondo mirando la ventana.
Por favor que no tenga una alarma, lo sé si la tuviera seguramente sería más fácil que nos encontraran, la ayuda no tardaría en llegar, pero...nunca había pasado tanto tiempo con Dani y gran parte de mí no quería que esto acabara.
Lancé con fuerza la piedra, parte de la ventana cayó a pedazos, la mire esperando que no empezara a sonar ninguna alarma, nada todo siguió como si nada hubiera pasado.
-Listo- me acerque a ver bien la ventana los bordes llenos de pedazos rotos sujetos al marco harían difícil  entrar a la casa, con un dedo recorrí el filo del pedazo de vidrio.
-¡Laura!- me regaño alejando mi mano de los vidrios, me encogí de hombros sin entender porque me había separado de la ventana.
-¿Ahora qué hice?
-Te vas a cortar con eso, no debes jugar así.
-No estoy jugando.
-Laura- volvió a insistir me pareció tan lindo su expresión de regaño, era su culpa que yo sonriera cuando ella se molestara.
-Está bien ¿Crees que lleguemos a la puerta?- le pregunte, ambas miramos la distancia entre la ventana, ni aunque pudiéramos  apoyarnos en el marco de la ventana llegaríamos al marco de la puerta, mucho menos al cerrojo.
-Muy bien...entrare por la ventana- dije, volví a acercarme a la ventana ahora planeando como entrar, metería primero mis piernas o mi cabeza,  tal vez necesitaría algo en donde pararme.
-No, yo entrare.
-Dani es muy peligroso ¿Y si hay algo adentro? Ni hablar yo entrare.
-Laura, yo lo hago, tu estas lastimada, no insistas.
Me hubiera cruzado de brazos si no fuera que tenía el hombro dislocado pero ya no podía hacer nada, tuve que ceder, intenté quitarme la camisa que Dani había amarrado tan bien.
-¿Ahora qué haces?
-Me quito esta cosa para ponerla en la parte inferior del marco de la ventana para que no te hagas daño- levante la vista, ella me miraba  dudando de mi plan.
-Lo vi en una película.
-¿Crees que funcione?- por fin me ayudo a desatar ese imposible nudo.
-Estoy un cincuenta por ciento segura.
-¿Solo un cincuenta?
-Tienes razón... yo voy- le dije, ella negó con la cabeza, se paró enfrente de la ventana, esta era algo alta, sería difícil que llegara.
-¿Plan B?- pregunte, ella levantó una ceja, estuvo a punto de preguntarme algo, seguro cual era el plan A, pero se calló y me hizo un gesto de que continuara.
Con mi pie traté de limpiar los pedazos de vidrio, me arrodille junto a la ventana y apoye un codo en el suelo, levante la mirada, Daniela sin duda alguna no entendía lo que tenía en mente.
-Te apoyas en mí....pisas mi espalda y así se te hará más fácil entrar, ya sabes como si pusieras un banco y entraras...- al otro lado de la ventana esta una mesita que esperaba la soportara lo suficiente como para que entrara, lo difícil era aquí afuera, así que esto ayudaría mucho.
-Laura no... Tu hombro.
-Estoy bien...deja de preocuparte, puedo aguantarte sin problema, solo hazlo, por favor.
Ella hizo una mueca de que no estaba segura de eso, ni yo lo estaba, pero ahora que lo pensaba era lo más seguro, para ella y a menos de que encontrara una mejor opción, no dejaría de insistir.
-Dani no hay otra forma, solo estamos perdiendo el tiempo, solo hazlo- ordene volviendo a agachar la cabeza, esperando a que ella aceptara, tratando de averiguar cómo es que mi mente había concebido que podría aguantar su peso con un solo brazo.
-Dani.
-Está bien- casi grito, cerré los ojos y junte la tierra con mi mano convertida en puño.
Sentí como apoyo su pie en parte de mi espalda, luego el peso de su cuerpo, entró lo más rápido su cuerpo por la ventana, que si por ella hubiera sido no hubiera sido ni un segundo.
-Ya está- me dijo, sacando la cabeza por la ventana, ya no sabía si lo que me dolía era el hombro o toda la espalda, asentí con la cabeza.
-Genial, ahora abre por favor la puerta- me arrodille agarrando mi codo derecho, tratando de no mover mucho el hombro, ya me había dolido lo suficiente como para seguir torturándome.
Al levantarme sacudí las piernas como para limpiarme el pantalón, los ruidos que hacía Dani eran notorios ¿Estaría nerviosa o se habría lastimado?
-¿Todo bien?- pregunte, pegando el oído a la puerta tratando de descifrar lo que hacía mediante los sonidos que hacía, ruido de metales chocar entre sí, seguramente las llaves, para mi buena suerte logró abrir la puerta pronto.
-¿Estás loca?- me dijo en cuanto la abrió ¿Qué había hecho ahora? Ella tenía el ceño fruncido y sus manos agarrando la perilla y el marco de la puerta.
-Puede haberte lastimado gravemente si es que no lo he hecho, no puedes arriesgarte tanto como lo estás haciendo...- deje de escucharla, nunca me gusto que nadie me regañe y tampoco sentía como que merecía que lo hagan ahora, además en estos momentos mi seguridad era lo que menos me importaba, solo quería que este bien, sacarla de aquí, lo juro en el momento en el que ponga un pie en la civilización me echaría a llorar, dejaría que las lágrimas de dolor salieran sin interrumpirlas por nada.
Ella se alejó de la puerta, lo que me indicó que había terminado o bueno que tal vez se estaba tomando una pausa.
Entre en la casa, no parecía que alguien hubiera estado aquí hace mucho tiempo, tal vez no habría comida, tendríamos un lugar dónde refugiarnos del frio y de la lluvia si es que otra vez al cielo se le ocurría dejar caer las gotas de lluvia.
Camine tentando el suelo, no fuera que se rompiera y otra daño a la lista últimamente había tenido muy mala suerte, busque a Dani, había entrado a lo que había sido una cocina, abría las puertas y cajones sacando todo lo que encontraba en ellos.
Sacó algunas cosas, me acerqué para poderla ayudar, pero un gesto suyo me indicó que no quería que estuviera cerca, entendí perfectamente el mensaje, retrocedí.
¡Perfecto! ¿Por qué no mejor le gritas un poco más? ¡Maldita sea! ¿Por qué soy tan imbécil? Se supone que quiero saber si le gusto, no si me odia, pero eso es lo único que estoy haciendo, como siempre, arruino cada pequeña oportunidad de felicidad que tengo.
Caminé por la casa, abriendo las puertas, revisando lo que había adentro, no había dejado muchas cosas, encontré unos abrigos que nos quedarían inmensos, sobre todo a Dani pero nos servirían para calentarnos, una bolsa de dormir, una linterna.
Mire unas escaleras angostas, volteé a ver la cocina, aún escuchaba los ruidos de los cajones y puertas abrirse, agache la cabeza y empecé a subir, arriba se encontraba un cuarto, solo un cuarto, una mesa con unas sillas, una cómoda, una mesa de noche y lo más importante, una cama.
Dios no había extrañado tanto mi cama desde...desde que en un campeonato de básquet, nos hicieron dormir en el frio y duro piso del lugar en el que nos habían recibido.
Me senté en la cama,  tal vez no era el colchón más cómodo del mundo, ni tampoco de los que yo había  probado antes, pero en este momento era como sentarse sobre nubes, no pude resistirlo, me recosté, tratando de acomodarme de tal forma que no me doliera el hombro.
En este momento me daba cuenta de lo cansada que estaba, mi cuerpo no daba más y desde hace ya mucho se negaba a dar un paso más, pero algo hizo que sacara fuerzas de dónde no las tenía y ese algo era, mi ahora molesta, Daniela.
Mi mejor, ahora molesta, AMIGA Daniela, que era posible que tal vez al finalizar esta "aventura" me odiara, Dios quisiera que no.

Cerré los ojos un segundo, realmente necesitaba descansar, solo un segundo, si Daniela me necesitaba no necesitaba más que llamarme para que me levantara de la cama.
 

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