Supervivencia

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  • Dedicado a Fio Delgado
                                    

Encontramos un árbol que podía servirnos para refugiarnos, estaba un poco inclinado para un lado, lo cual serviría tal vez como un tipo de techo.

Para nuestra buena suerte, en el canguro que Dani tenía, su madre había doblado un poncho para la lluvia, nos sentamos a las faldas del árbol con el poncho cubriéndonos, tan pegadas como nunca lo habíamos estado.

Sé que no es momento para decir  esto, pero esas horas que pase a su lado fueron las mejores de mi vida, me sentía tan cálida y segura, era como no me importaba que todo a mi alrededor estuviera frio y húmedo, el calor que su cuerpo emanaba era el único que necesitaba.

Repetir que ella es mi mejor amiga era una burla para mi corazón, ya mi mente empezaba a ceder frente a mi terco corazón.

-Haber…tenemos tres botellas de agua, dos paquetes de galletas, algunos dulces, tu poncho, mi navaja y los celulares- dije contando todas las cosas que teníamos.

El sol había salido hace pocas horas, el día parecía perfecto, para nuestra buena suerte Lucero me dio su botella mientras la cargaba.

-¿Y ahora?- preguntó Daniela, ya iban a ser las siete de la mañana, deberíamos comer algo, pero tampoco quería tocar las provisiones que nos quedaban.

Estábamos cerca del rio, se podía ver con claridad esas aguas, en esta zona era mucho más ancho, ahora parecía un rio.

Vi pasar algo por él ¿Un pez? ¿Lo vi o lo imaginé? Me levanté casi ignorando a Dani, ella me conoce sabe que cuando pienso no escuchó a nadie.

Miré de cuclillas el rio, esperando que volviera a pasar, no podía imaginarlo, no podía estar perdiendo la cabeza desde tan  pronto.

Y otro pez pasó enfrente de mí, sonreí al ver esto, si atrapáramos uno, serviría  de desayuno.

-Un pez, podemos atrapar uno- le dije emocionada acercándome a ella, me senté y empecé a quitarme los zapatos, las medias y a doblar mi pantalón para que llegué hasta mis rodillas.

-Ninguna sabe pescar- me contestó, tratando de que pisara tierra.

-No debe ser muy difícil, en las películas parece algo fácil- argumente, me levanté y caminé hasta el centro del rio, el agua fría me llegaba hasta un poco más arriba de mis tobillos.

 -Esta fría- me quejé mirando al cielo, la escuché reír y la miré mal, hice un puchero mientras ella reía.

-No te rías de mí- ella negó con la cabeza, mientras trataba de calmarse.

-No me rio de ti.

-Si lo haces.

-No, me rio de tu berrinche- respondió no podía contradecirla tenía razón, miré hacia abajo, un poco adelante, un pez venía, cuando paso cerca de mi intente cogerlo, nada.

Miré a Dani, ella hizo un gesto de que no diría nada, volví a intentarlo, rocé el siguiente pero no llegué a cogerlo.

Hice una mueca, no podía  rendirme, pero esto tampoco parecía funcionar, paso otro  me incliné para tomarlo, creí lograrlo, levanté las manos, tenía uno en las manos, se movía demasiado y estaba resbaloso, luchaba por soltarse y me dificultaba estar de pie, traté de retroceder, pero resbalé.

Terminé sentada en el rio, estaba completamente empapada, el suave sonido de su risa volvió a hacerse presente, mis mejillas se ruborizaron, agache la cabeza.

-Lastimas mi orgullo ¿Sabes?

-Perdón- se disculpó, la mire y sonreí, no podía molestarme con ella, era una tarea imposible, debía haber otra forma de hacerlo.

ConfundidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora