En silencio.

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Me movía inquietamente, no podía estar tranquila con todos esos pensamiento rondando por mi cabeza, con ella a mi lado provocándolos aún más, había una guerra en mi cabeza, me mantuve inquieta durante un par de horas, cuando mire el reloj ya eran casi las once de la noche, miré la chimenea el fuego empezaba a querer apagarse, miré las ramas que habíamos recogido, junto a Dani, que ahora dormía boca arriba.
Estaba  muy cansada, mi cuerpo lo estaba pero mi mente terca no me dejaba dormir, estiré mi brazo derecho un poco, evitando mover el hombro, apoyándome con la mano izquierda, tomé unas ramas sin darme cuenta de lo que había hecho.
Cuando sentí su respiración en mi cuello, tan cerca de mi mandíbula, es por eso  que mi cuerpo se estremeció, mis manos soltaron las ramas, que aún no había podido levantar, cerré los ojos con fuerza, mi corazón se aceleró a tal punto que hacía que mi pecho doliera, mis músculos se tensaron tanto que eran incapaces de moverse, un sudor frío recorrió mi frente.
Miré a todos lados pensando en que hacer, mi mente no servía, después de atormentarme horas, poniendo imágenes en mi cabeza, frases  y palabras, había escogido el peor momento para quedarse callada,  traté de reaccionar y tirar el cuerpo hacía atrás, mi brazo izquierdo tembló cuando intenté tirarme a su lado.
Pronto la tenía justo enfrente de mí, su rostro no rozaba el mío por tal vez menos de un centímetro, ahora podía sentir su respiración en mis labios, me mordía con fuerza el labio inferior, no podía dejarla de ver, se me hacía un hecho imposible. Debía quitarme de aquí, si ella se despertaba y me veía así, seguramente se molestaría ella me alejaría, seguro desearía que me quitara, eso es lo que quiere que me mantenga a una prudente distancia, así se comportaba.
Laura, deja de pensar en los otros y piensa en ti, en lo que quieres.
Mi mente decidió jugarme sucio al poner ese pensamiento, ese recuerdo de mi sueño en mi mente, en ese preciso momento.
¿Qué quiero? Que ella ya no sea mi mejor amiga, quiero que ella me ame como yo lo hacía, poder sentir una caricia suya, ver tal vez una sonrisa que sea solo para mí, un simple te quiero de su parte, que me abracé cuando mi alma se retuerce de dolor, y tal vez... un beso, que sus bellos, y últimamente para mí, deseables labios tocaran los míos, y se juntaran en un dulce y tierno beso.
Volví a examinar su rostro, buscando un gesto que me dijera que no estaba profundamente dormida, ella estaba tan cansada que seguramente no se daría cuenta de lo que planeaba hacer, volví a dudar una vez más y como si algo me gritara que era ahora o nunca.
Me acerque....
A robarle un beso, a robarle un pedazo de felicidad a la vida, robarle calor al momento, robarle a los sueños la fantasía.
La escuché quejarse y me separe asustada, caí al lado suyo, boca abajo, aplastando mi brazo derecho, en una incómoda o posición para mi hombro, cerré los ojos tratando de no ajustarlos, esperaba que las clases en el colegio de teatro sirvieran de algo.
La sentí moverse a mi lado, con todas mis fuerza me convencía que lo peor que podría hacer era abrir los ojos, se sentó y de ahí, reino el silencio ¿Se habría dado cuenta? Estuvo unos minutos en silencio, que si no fuera porque tenía los nervios de punta me hubiera quedado dormida.
Volvió a moverse y esta vez, me movió suavemente, abrí los ojos fingiendo estar adormitada, aproveche para tirarme boca arriba, evite su mirada, no le dirigí la mirada, ella se quedó callada tratando de decir algo.
-Se...se está...apagando- dijo ¿Nerviosa? No, debía ser idea mía, me apoye en uno de mis hombros, miré adelante, la pequeña llama, le debía tanto por llevarme a esa situación. Señale las ramas, ella no reaccionó, estaba perdida en sus pensamientos.
-Dani las ramas, tíralas ahí dentro- pero no reaccionaba, alcé una ceja, me arrodille y tomé las ramas a su lado, tiré algunas al fuego haciendo que este creciera, volví a verla, seguía igual.
-Dani- insistí, ella me miró, agacho la cabeza, se frotó la cara ¿Las mejillas o los ojos? No pude verlo bien, suspiré y me volví a echar, me quejé por el dolor del hombro.
-Te pondré...esto- tomo una chalina que habíamos encontrado.
Me negaba a usar esas cosas, me impedían hacer algo, que necesitara dos manos, más que el dolor del hombro, pero debía dejar que hiciera lo que quisiera.
Se acercó a mí, distraída amarro esa cosa en mi hombro izquierdo, acomodo mi brazo de tal forma que no pueda quitármelo como ya había hecho antes.
-Ya.
-Gracias- ella subió la vista para verme, yo le sonreí, fingía que todo estaba bien, normal, ¿Qué más podía hacer? Y ella pareció sonrojarse, bruscamente se recostó, otra vez, solo que ahora me daba la espalda, ladeé la cabeza triste.
Una mezcla de tristeza con felicidad golpearon mi pecho, y luego algo de culpa, me recosté también dándole la espalda, pase uno de mis dedos por mis labios, una sonrisa se dibujó con el movimiento de estos.
Besé a Dani.
Me quede dormida, ya más tranquila, más feliz, más culpable que antes, pero ignoraba ese sentimiento de culpabilidad, quería disfrutar del momento por ahora.

ConfundidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora