Siete frutos

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¡Allá va, allá va!
¡Parece que la veo a lo lejos!
¡Allá va, allá va!
Hiriéndose su cuerpo bajo la espuma,
¡Allá brinca, alma en pena!
¡Allá llora, pobre luna!
¡Allá ama, nueva llama!
¡Allá muere, vieja rosa!
Sangre de su sangre ahora drena de entre el olvido, ahora flota en el vacío, ahora vuelve al azul,
ahora se apaga .

¡Ahí está!¡Ahí está!
¡Ahí está la guerra!
¡Ahí resurge, ahí resurge su alma de hielo!
Allí vuela, allí cae su mariposa,
allí vive y muere su memoria.
¡Allá corre, deténganla, deténganla!
¡Puedo verla entrar en el agua!
Allá huye dirigiéndose a su tumba floral, a la única caricia que le queda.
Solamente un sentido de súplica.
Un sentido sobre toda el alma le da chispas,
sin embargo no maldito,
ya que en ella,
a su alrededor, por todas partes,por toda la Tierra misma están y estarán la fortaleza y la sabiduría eternas.

Porque su cantar se remonta
a las naturalezas más profundamente manchadas de amarillo, rojo y violáceos tonos, a las cuales intentaba cantar ella cada noche;
cantó, cantó y cantó,
pero nula respuesta recibió,
ella no era ella y tal tormento por el que se había luchado hacía caer la mayor tempestad sobre un ente.
Cantó ,cantó y cantó por su amor, cantó, cantó y cantó por el pecado.
Pero siempre agitaba de nuevo el infierno insondable dentro del horror de tales sus acciones a la vista.
¡Cantó, ay cantó por su amor! ¡Tanto, tanto, tanto!
Y como voluntad de salida, desplomó todo su ser en aguas cristalinas.
Y por último, para transmitir a todos los demás sus sentires,
hizo un hoyo en la tierra y labró durante días,
labró tanto que hasta su piel de porcelana se tornó en obscuro azabache.
En el hoyo su deseo se encarnó en siete semillas,
la primera con su ira,
la segunda con su avaricia,
la tercera con su soberbia, la cuarta con su amargura,
la quinta tenía su envidia,
la sexta su orgullo y la número siete,
ésa, implacable, tirada al hoyo con todo el dolor del mismo ser humano,
ésa era la de la misma tristeza.

Así fue, y las plantó con cariño,cantándoles una canción de cuna, arropándolas con mantas de tierra para luego ser refrescadas por sábanas de rocío,
con suma delicadeza las arrojó al hoyo,
para desterrarlas por vez última en los estériles suelos de su memoria,
en los mudos cantos de la aurora,
para aborrecerlas por vez última; pero sin embargo,
¡para desearlas y difamarlas!
¡Tales dolores con tal peso!
Bien enterrados ahora y rememorados en un instante,
son motivo de su maldición.
Porque las plantas emergieron un nefasto día,
y todos sus dolores fueron reflejados en una historia,
que ella, víctima de la brujería, está obligada a transportar de boca en boca. Desde su rota voz cuenta:

-¡Malditas seais, y maldito sea el día de mi decisión de abriros paso a la fértil tierra!
Yo os condeno para siempre en este mundo que una vez conoció la belleza,
a tornarlo nuevamente en engaño, rabia y egoísmo.
Yo os condeno, frutos sátiros,
el llevar a cabo la destrucción y las discordias calladas en mi habla durante todo este tiempo,
para que no sea ni uno, ni dos, ni tres,
ni cuatro siquiera los que sufran, sino que para que un mundo entero y lleno de ignorantes,
de personas insensibles y arrogantes,
lleguen al punto de conocer éste mi dolor,
para que éstes comprendan de una vez por todas mi silencio.
Y ahora, ¡ahora por qué!
¿Por qué, por qué caen sobre mí de nuevo?
¿Acaso han drenado en la dura y pulida tierra del olvido?
¿Han resurgido más fuertes sobre mi cabeza?
¿Son éses, viles cuervos que me rodean y me hieren, frutos de las plantas emergidas de los infiernos de ya esta odiada esfera?-.

Por tanto ella decide morir a ver morir y, con gesto solemne, emprende su viaje.
¡Llora!
¡Puedo oírla desde aquí!
Ella se tambalea, ella, ella,
ella es ahora la misma muerte, es la misma indecisión.

Words Of WaspWhere stories live. Discover now