5. El Motel

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Le doy dos mil gracias a mis reflejos, pues gracias a ellos pude esquivar por poco la cuchillada. Estuvo tan cerca que, como si de una película de acción se tratase, vi todo en cámara lenta y la cuchilla apenas cortó un poco de mi cabello.

Cuando me puse de pie pude ver a un hombre corpulento, con la cara cubierta con un pasamontañas y con un cuchillo en la mano.

— ¿Acaso no puedo estar en un puto motel normal sin que me quieran matar? Venga amigo, a ver que sabes— Le dije a mi atacante mientras me ponía en guardia. Acto seguido intentó darme una cuchillada en la cara, así que la esquivé y tomé su brazo para hacerle una llave, por lo que soltó el cuchillo.

— ¡Ahg!— Gritó de dolor.

— No creo que seas un simbólico ¿Eres un aprendiz?— Pregunté haciendo más presión en su brazo para que respondiera a mi pregunta.

— ¿Simbólico? No se de que estás hablando— Sacó un cuchillo más pequeño del bolsillo de su pantalón e intentó clavarmelo, por lo que lo empujé y él solo pudo hacerme un pequeño corte en el brazo.

— No me importa quien seas ni para quien trabajes— Miré la, aunque tenue e inofensiva, dolorosa herida de mi brazo— Pagarás por esto.

El tipo intentó darme una cuchillada directa, por lo que la esquivé, tome su mano y le quite él cuchillo, luego le pateé la entrepierna y cuando se inclinó le clavé el cuchillo en el cuello, por lo que cayó al piso.

— No me gusta matar personas— La vida de aquel hombre, que debía tener al menos 34 o 33 años, estaba extinguiéndose frente mis ojos, lo cual me causaba mucha tristeza— Pero intentaste matarme. Tu y los cabecillas de la religión que profetisas no se detendrán hasta verme muerto.

— No se...— No entendía como seguía hablando. Su fuerza de voluntad era grande— De que...— Escupió sangre— Estas hablando— Esas fueron sus últimas palabras.

— ¿Enserio mantendrás la mentira hasta él final?- Con indiferencia me acerqué, con cuidado de no mancharme de sangre ni de llenar la habitación con más sangre de la que ya tenía; para ver si podía sacarle algo de información al tipo.

Metí las manos en sus bolsillos y saqué su billeteraOh, dios mio— Me dije para mi mismo en voz alta, mientras una lágrima corría por mi mejilla.

Me había equivocado. En su identificación pude ver que su nombre era Matias Colmenares y que solo tenía 24 años. De haber sabido que era tan joven lo hubiese dejado vivir, pero él intentó matarme y no se detendría.

No tenía nada más encima, por lo que no pude sacarle nada sobre los simbólicos.

Me puse de pie para quitarme la ropa manchada con sangre, me puse mi ropa normal y tomé mi teléfono para llamar a emergencias, pero no tenía señal, así que se me ocurrió bajar a recepción para contarles lo sucedido y que llamaran a emergencias.

Tomé mi mochila y salí de mi habitación para dirigirme a la recepción.

Estaba todo tranquilo. Continué caminando, pero me detuve en seco al darme cuenta de que todo estaba demasiado tranquilo. Era una presencia de vacío tan fuerte que me sentía completamente solo, no solo en él pasillo, sino en todo él piso.

Lentamente caminé a la puerta de la habitación mas próxima, puse mi oído sobre ésta y no escuché nada. Para aclarar mi sospecha puse la mano en la perilla e intenté girarla... Sorprendentemente la puerta se abrió, permitiéndome ver aquella habitación sin ningún residente.

Exploré todas las habitaciones del piso y todas estaban iguales: Con las puertas cerradas, completamente arregladas y sin un alma.

Bajé al lobby, fui a la recepción y toqué la campanita. La toqué una y otra y otra vez pero nadie salía. La situación ya me estaba pareciendo rara.

Los Cinco SimbólicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora