Dianthus

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Era viernes y el fin de semana abría sus puertas a todos los universitarios, la noche comenzaba a caer y como era costumbre, los mensajes se propagaban como un virus letal acerca de la fiesta que se haría en casa de los populares. 

Zach ignoraba cada mensaje que le llegaba, solo observaba el techo de su habitación mientras arrojaba una pelota tejida y la recibía.

—Hijo, vino Jesse—, entró Jesse con galletas y helado, —Gracias señora Abels, ¿gusta una galleta?—, la señora sonrió y negó, —no gracias, estoy a dieta—, Jesse se llevó una galleta a la boca, —son oreo, usted se lo pierde—, la señora rió, —seguro que sí, les dejo chicos—, salió, jesse hizo las galletas a un lado y se lanzó a la cama junto  a Zach, —No entiendo las dietas, se están privando de un mundo lleno de maravillas—, Zach seguía actuando se la misma forma, —¿Te has dado cuenta que estoy aquí?—, Zach sin decir nada asintió, —Podría asaltarte y tu seguirías echado viendo el infinito—, Zach no respondió a eso, —Bien, me llevaré tu pantalla, tu guitarra y esos pantalones—, Zach dejó de lanzar la pelota pero seguía distraído, Jesse se puso de pie y empezó a desconectar la televisión, Zach al verlo se sentó, —¿Qué haces?—, Jesse sonrió, —Solo estás ahí como estúpido enfermo ignorándome, decidí asaltarte—, Zach soltó una risilla, —idiota—, Jesse se sentó junto a él y continuó comiendo galletas, —¿Quieres galletas?—, asintió y tomó algunas, —SEÑORA SU HIJO NO ME RECHAZÓ GALLETAS—, zach comenzó a reír, —eres un idiota—, Jesse se acostó, —Lo sé—, Zach suspiró, —hey, ¿qué fue eso?—, Zach lo miró, —¿Qué? solo suspiré—, Jesse cruzó los brazos debajo de su nuca, —no fue un suspiro cualquiera, ¿estás enamorado?—, Zach negó sonriente, conectó el amplificador y comenzó a tocar la guitarra, —Ya me dijo Lauren lo que sucedió el otro día—, Zach volteó los ojos, —se conocen desde el vientre de sus madres, me sorprende que se hayan peleado por una estupidez, y dejar de hablarse por una semana—, dijo Jesse sentándose, —Están enfermos—, dijo golpeando su hombro, —Sé que es una tontería pero no creerás lo que me dijo—, Jesse se puso de pie y tomó una de las estatuillas de colección que se encontraban en una repisa, —Sé todo lo que se dijeron, fue la discusión más tonta en la vida de los mejores amigos, Mikey tiene razón, últimamente haz pasado menos tiempo con nosotros, llegas de mal humor y de repente una chica misteriosa te pilla robando un libro y Zachary Abels, quiere hacerse amigo de ellos—, Zach sintió un poco de enojo y negó con la cabeza, se puso de pie, —No fue así, bueno... Si, pero nunca dije que quiero ser amigo de ellos—, Jesse puso sus manos en los hombros de Zach, —deberías—, Zach arqueó las cejas confundido, —entiendo que necesites tu tiempo, pero quizá ellos te ayuden a centrar esos pensamientos, quizá haciendo nuevas amistades te inspires, créeme, ir a esas fiestas y acostarte con una chica diferente cada semana no es algo que valga la pena en esta vida, lo admito, al principio es divertido, pero bueno, ¿te haz puesto a pensar en tu futuro?—, Zach se enojó, —¿Tú también? solo dejen de entrometerse en eso, es mi vida, desde que tú y Michael tienen novias se creen Gandhi, sabios de la vida, además no necesito de dos patéticos niños raros para madurar, es una tontería—, Jesse sonrió, todos conocían a Zach, esa posición y actitud decían todo lo contrario de lo que salía de su boca, era predecible para todos que se acercaría a esos chicos e intentaría cambiar, —De acuerdo galán, sigue con su vida como hasta ahora, recuerda que estoy aquí si me necesitas, ahora cambia ese humor que me da dolor de cabeza, empaca esa guitarra porque tu banda toca en el concurso de bandas locales en el café de Chang—, Zach sonrió, —¿qué? ¿en serio?—, Jesse rió, —Si, ahora, tomaré estas galletas, saldré por esa puerta e iré a tomar el té con tu madre porque se que es viernes de pastel con chocolate, te espero abajo—, Jesse salió, —¡TE AMO!—, Jesse cerró la puerta detrás de él, —Lo sé Zeekho—.

Salieron de la casa satisfechos, los viernes era de pastel de chocolate y Jesse lo sabía.

Llegaron a la cafetería de Chang, un Coreano amante de la buena música dueño de una cafetería, negaba ser asiático, divulgando que Dios se equivocó de persona, debió ponerlo en el cuerpo de un americano con suerte y no un maldito Coreano  de apellido chino, que huye de su país persiguiendo un sueño que no se le brinda a los asiáticos de las misma forma que un americano o europeo.

METAMORFOSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora