Capítulo 1: Welcome to my life.

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Y le di un último trago a mi vaso de vermú, en aquella fiesta desenfrenada en la que sonaba los fuertes gritos de un cantante de hardcore y había una multitud bailando, gritando, moviendo la cabeza, en resumen, descontrolada por el ambiente frenético del lugar y el exceso de alcohol. Si, la verdad es que no es un lugar muy apropiado para una chiquilla normal de catorce años, pero qué decirte... Ah, sí: Ni soy normal ni soy una chiquilla, en verdad no conozco la definición de normal a estas alturas y mucho menos sé que es la inocencia, porque me la arrancaron con el asesinato de mi madre, padre y hermana, cuando tenía ocho años. Me acuerdo de ellos: mamá era banquera y siempre nos recogía del colegio, Aly era mi versión perfeccionada, tenía los ojos verdes de mi madre y el cabello pelirrojo de mi padre, igual al color de las hojas naranjas que cubren el suelo en otoño, con las mejillas recubiertas de pecas anaranjadas, y una sonrisa despampanante. He de admitir que la envidiaba. Yo era bajita, de ojos negros y pelo castaño, tenía una complexión más fuerte, más musculosa, cosa que me hacía parecer hasta gordita, en mi opinión. Papá era un gran empresario, muy querido y muy odiado, pero jamás creyó que alguien lo odiase tanto como para pagar por su asesinato, junto al de su descendencia y cónyuge. Era bueno con todos, un gran hombre, con un gran corazón y una gran vida. Sólo por recordar quién fue ya me siento orgullosa de llevar la oscuridad de sus ojos en mi mirada y la palidez de su piel en mis contornos. De mamá heredé el completo liso y el color cafetado de mi pelo y también estoy orgullosa ya que era un ángel, era incapaz de ver el sufrimiento. Qué triste que ellos no estuvieran orgullosos ni de lejos de en lo que me he convertido: una asesina a sueldo que trabaja para una organización de asesinos y hackers a sueldo que se dedica a erradicar molestias sociales y que se pasa las noches bebiendo en fiestas de rockeros en las que se cuela en busca de algo de diversión.
Pero antes de juzgarme, dejad que os cuente mi historia.
Recuerdo como si hubiese sido ayer el último día que vi a mi familia con vida, y cómo un hijo de perra se la arrebataba. Eran sobre las tres de la madrugada y el ruido de una ventana nos despertó a todos. Oí los gritos de mi madre diciendo que llamase a la policía a mi padre, pasos en la escalera, mi padre maldiciendo en voz alta mientras berreaba que no encontraba su pistola. Me asomé aterrorizada al pasillo, en la planta baja, y vi a Aly en el quicio de la puerta de su cuarto. Ojalá hubiese salido yo también, quizás me hubiese matado y me libraría de los siguientes años de mi "vida". Un hombre cubierto subió por las escaleras, sin advertirme, con una pistola en la mano, y entró a trompicones en el cuarto de mis padres...
Oí disparos.
Oí a mi madre pedir clemencia.
Oí a mi padre gritar de dolor.
Y no quise oír más. Salí corriendo por la puerta de casa y corrí llorando hasta que no pude más y me senté a varias manzanas a llorar desconsoladamente. Supuse que también mató a Aly y lloré más aún.
Familia destruida, primer trauma.
Luego vino la depresión extrema que me sacudió cuando llegué al orfanato, con aquella bruja a la que estábamos obligados a llamar "Señorita Margarita", y luego los trastornos alimenticios, como consecuencia de la depresión, y luego autolesiones mas varios intentos de escapar de allí. Toda esa pesadilla hasta que me rescató Connor McFlavins, el director de Death Zone, mi... "empresa". Es un hombre serio, inexpresivo, cerrado y honorable, eso hay que reconorcerlo. Me sacó de allí para instruirme para ser una asesina de élite, empezando por lo más básico de los varios niveles de Death Zone, una simple ladronzuela de manzanas del mercadillo. Si tienes la suerte o desgracia, dependiendo de cómo lo mires, de entrar en D.Z empezarán con tu instrucción en el nivel mas simplón de la multitud de ellos de la organización, un pillo de hurtos menores. Y así, si sobrevives, irás avanzando a medida que vayas completando niveles. De pillo a ladrón, de ladrón a atracador, de atracador a matón, de robar e intimidar guiris en discotecas y peleas públicas y después cosas más grandes como atracos bancarios, asesinatos... y de ahí vas al C.M.E.D.Z. (Cuerpo de Miembros de Élite de Death Zone), básicamente, los que se llevan las misiones más importantes y/o peligrosas y mandan sobre clases inferiores. Yo elegí asesinato con la esperanza de encontrar al desgraciado que mató a mi familia y hacerle sufrir tanto que el infierno le parezca casa cuando lo mate. Y bueno, completé todos los niveles en apenas dos años y llegué a la élite junto a más chavales con ansias de venganza, como Talya, una ladrona con una arrolladora personalidad, Sue, una dulce y tímida chica, que contrasta con su despiadada forma de aplastar cráneos con un bate de béisbol cuando atracaba bancos, Alan, un impresionante hacker y mi mejor amigo y Paul, un espía. ¿Espía? Si, tenemos que mantener controlados a nuestros posibles objetivos y sobre todo, a los condenados policías del cuerpo Dæmonslayer, especialistas en nosotros, y obsesionados con nuestra erradicación sin saber que les hacemos favores librando a la sociedad de narcotraficantes, asesinos seriales que nos desafían o incluso mafias enteras. En verdad somos un grupo muy grande y poderoso y sobre todo, temido por los que saben de su existencia. No es una vida bonita ni tranquila, pero bueno, no puedo quejarme, pagan bien y dan comida, casa y compañía, y tampoco te aburres. Bueno, esta más o menos es mi vida, la vida de una asesina con una única meta: vengar la muerte de su familia, cueste lo que cueste.

Dancing With The DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora