Capítulo 12.

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[Capítulo con audio: Don't Speak - No Doubt. Reproducir cuando sea indicado.]

—¿No piensas responder?

—No.

—Tendrás que hacerlo algún día.

—No.

—No se cansará.

—Pues tendrá que.

Peyton arrojó el teléfono sobre la mesa de té frente a ella, y donde Calum recargaba sus pies en gesto relajado.

—Sabes —vaciló, recostando más su cuerpo en el sofá y entrelazando sus manos detrás de su cuello—, aún no sé cómo salió invicto de todo esto. El chico prácticamente te beso a la fuerza y, conociéndote, no entiendo como no le diste lo que merecía.

—Tampoco me paseo por la vida repartiendo golpes, no soy tan bruta.

Calum la miró con una ceja alzada, como si hubiera hecho un mal chiste y esperase que él riera.

—¿Es enserio?

—¡No soy tan bruta! —jadeó, ofendida.

—¡Siempre me golpeas en la escuela! Y nunca te hago nada. Pero cuando un idiota so lo hace y merece que lo golpees, te quedas sin hacer nada —resopló—. ¿Quién te entiende?

Peyton rodó los ojos sin poder reprimir una carcajada. Calum tenía razón, pero era diferente. Calum era como su hermano y Christopher solo un chico que había conocido hace días atrás por medio de Aaron. Aun cuando estaba más que claro que estaba molesta por lo que había hecho, no reaccionaría como solía hacer con cualquiera de sus amigos. Y eso también le sorprendía en parte, porque no suele ser así. Supuso que porque aquello no solucionaría nada. Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás.

Recargó la cabeza en el hombro de Calum al instante en que su móvil vibro contra la madera de la mesa ratona, otra vez.

—¿Me dejas contestarle? —sonrió él, como si le emocionara—. Te aseguro que no molestara más.

Peyton rió.

—¿Y que le dirás?

Calum estuvo a punto de contestar, cuando la voz de Sonia irrumpió detrás de ellos.

—Ashton está al teléfono —avisó, asomándose desde el umbral de la cocina.

Peyton se tensó y Calum se giró a verla rápidamente.

—Y cuando pensé que esto no podía ponerse mejor... —murmuró él, bajando los pies y volteando su cuerpo en el sofá mirando hacia la entrada de la cocina.

Peyton lo imitó y vio a su madre salir de ésta, cruzar el comedor y llegar hasta ella extendiéndole el teléfono. Lo tomó dubitativa y, echándole una última mirada a Calum, acercó el auricular a su oído.

—¿Hola?

(...)

Pocos pasos le quedaban de distancia hacia la plaza donde, a lo lejos, pudo divisar a Ashton sentando en una banca. Ojos clavados en la nada, sus dedos siendo manipulados y enredándose entre sí.

Peyton suspiró antes de desconectar la música de sus oídos, guardando el iPhone con auriculares en el bolsillo de su sudadera. Dos pasos más y carraspeó para ser notada.

Ashton alzó la vista y tragó saliva.

—Oh, hey —dijo, poniéndose de pie frente a ella—. Creí que no vendrías.

—Pero vine.

Él asintió, rodando la vista por los alrededores.

—¿Cómo estás? —murmuró, quedamente.

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