Prólogo

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Oscuridad. A veces la oscuridad completa puede llegar a gobernar una vida; eclipsar un alma con el odio más profundo, en el recuerdo de heridas que se rehúsan a cicatrizar. Personas que conoces buscan que tu consuelo sea creer que, con el tiempo, todo pasará. Que todo lo olvidaras y quizá, un día, puedas volver a comenzar desde cero. Pero no sucederá.

Ellos no saben, ellos no conocen y menos sufren —o sufrieron— lo que tú sí. Ellos no entienden. Entonces, ¿cómo pueden intentar consolarte cuando ni siquiera lo sienten?

«Estoy aquí para ti. Siempre lo estaré»

Confiar. Confiar es lo más difícil por hacer. De todas las personas que se cruzan en tu camino, de cada una de ellas, queda una huella en ti. Algunas pasajeras. Otras no tanto. Y luego está esas. Huellas que se convierten en promesas, en una persona que logró meterse bajo tu piel; una sola persona, tal vez la indicada.

Si eres inteligente, puedes evitarlo. Pero si eres alguien que ha sobrevivido de su propio infierno y que aún permanece golpeado y herido, entonces solo te dejaras caer en sus brazos.

Harto de intentar permanecer de pie, solo caerás.

«No es sobre intentar borrar nuestras heridas, pero sí aprender a vivir con ellas»

Ya nada importará, ya nada dolerá y todo sanará. Pero, ¿fue lo correcto?

«Lo siento»

Un último error; el último intento. Y todo cae, ahora sobre ti.

Promesas rotas, heridas nuevas perforadas en tu corazón. Aquel órgano maltrecho que pronto dejará de latir, que pronto dejará de doler.

La oscuridad es ciega y ahora lo sabes, pero ya es tarde.

Tu última pieza: jugada.

Un último aliento.

Una última caída y es el final.


falling ➳ lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora