2. Segunda carta.

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Sheena

Siempre había pensado que estas situaciones solo pasaban en esas novelas románticas, las cuales detestaba, en las que la chica nerd del instituto recibía cartas anónimas de un chico guapo de clase hasta que se le confesaba y acababan juntos. Aunque también pensaba que vivir del arte era algo impensable y aquí estoy. Viviendo de lo que mis manos plasman en los lienzos. Pero aún así, todo esta situación me tiene desconcertada. Había escondido mi identidad lo máximo posible, porque odio la atención. Siempre he preferido ser la chica misteriosa que la más popular. Prefiero tener mi espacio y que nadie lo penetre. Y seguramente estéis pensando si no tengo amigos, pues sí, sí tengo. Sophie y Glenn. A ambos los conocí en la carrera de Bellas Artes. Los dos son importantes diseñadores de moda ahora, y no los veo tan a menudo como me gustaría ya que siempre están viajando para presentar sus diseños. Pero nos comunicamos a diario, sé que siempre los tengo ahí para lo que los necesite.

Y cuando les comenté lo de la carta del tal R, ambos se emocionaron. Y con razón. Como comentaba al principio, esto es algo de novela romántica, no de vida real de una artista. Además, nunca he querido tener una relación en mis 23 años de vida, y por primera vez tengo ganas de conocer a un chico más profundamente. Es distinto a todos los demás que he conocido. La forma de expresar lo que siente por mis obras, y por mí, es sencillamente única. Y me ha atrapado. Odio el hecho de que no se aprecie y no se considere digno de mí, cuando yo soy una simple chica de 23 años. Estoy loca por conocerlo. Tanto, que he decidido hacer una breve exposición de unos de los primeros cuadros que hice cuando empecé mi carrera. Estoy segura de que asistirá. Y cómo sé que aprecia el arte de una forma parecida a la mía, he decidido pegar una pequeña nota en una esquina de mi obra Moon, en la cuál se observa la luna en el reflejo de los ojos de una niña pequeña. Pensaréis, si te quedas observando quién mira la nota y quién no, sabrás quién es R. Pero no, sé que cuándo yo esté cerca no la mirará. Quiere que no lo descubra y es listo.

~

La sala ha quedado realmente bien. Es una habitación grande en la que he colocado mis 20 obras de esta colección. Ya hay gente mirándolas y comentando mi trabajo, pero nadie sabe qué yo soy la persona que está detrás de cada pincelada. Y así es como me gusta que sea. Puedo estar sentada observando todo sin que nadie me moleste. Por ahora, hay un par de chicas con estilo hippie, que parecen ser una pareja. Una mujer con un niño idéntico a ella. Y por último, un grupo de tres chicos con pintas vintage. Y ninguno ha reparado aún en la nota de Moon que dice:

Querido R,

Leí tu carta, y no puedo esperar a que me escribas otra. Me has transmitido a través de un papel mucho más que cualquier persona cara a cara. R, no te conozco, pero que vales mucho. Quiero conocerte, tomarnos un café y comentar el por qué de mis obras, como comentabas en tu carta. Y sobre el tema del amor, hay mucho de lo que hablar, porque como sabrás no soy una chica de lo más normal.
Besos, S.W.

Cuando pasan unos 30 minutos, en los que gente entra y sale de la sala, decido volver a casa con la esperanza de que llegue una nueva carta pronto. Al salir, me choco con un chico en silla de ruedas que ya había estado antes en la sala, al cuál, sonriendo, me disculpo. Él me devolvió la sonrisa y entró mientras yo salía. Era ya de noche y hacía algo de frío, pero aún así prefería caminar un poco y apreciar la belleza de Londres en vez de ir en el metro rodeada de gente con prisas. La gente que vive aquí realmente no aprecia lo bonita que es esta ciudad. Sus calles desprenden magia por cada rincón, pero como todo el mundo está pendiente del tiempo y de no llegar tarde a ningún lugar, ignora lo que tienen a su alrededor. Pero yo no soy así, no tengo prisas. Me gusta admirar lo que me rodea. Ver a parejas besándose, extranjeros mirando los altos edificios que no están acostumbrados a ver, las risas de los niños... Hay que buscar las cosas que nos hacen felices y nos trasmiten paz. Y Londres sin duda transmite eso y más.

~

Ya en casa, al quitarme el abrigo y buscar mi móvil en este, siento que hay algo más en el bolsillo. Una carta. No puede ser. Le doy la vuelta y está firmada por R. La ha puesto en mi bolsillo y no me he dado cuenta. No puedo saber quién es porque mucha gente ha estado cerca mía, y además varias personas escribían anotaciones en la sala. Por lo que es imposible saber quién ha sido. Pero al menos ha respondido, y es lo importante.

Querida Sheena,
Hoy estabas realmente bella. Además, olías muy bien cuando he pasado por tu lado. Frambuesas. Me encantan. Cambiando de tema, he leído tu carta, y me he emocionado tanto como cuándo te vi por primera vez en Hayward. Ver que una persona como , se interesa en alguien como yo es algo imposible de creer. Y de verdad que me gustaría poder sentarme contigo a tomar ese café, pero aún no estoy listo. No estoy listo para que descubras cómo soy. Porque sigo creyendo que me rechazarías. ¿Por qué? Mi físico. Nunca nadie se ha fijado en , y no creo que lo hagas. Pero hoy me has sonreído (te estoy diciendo esto porque le has sonreído a varia gente) y me he sentido malditamente feliz. Me has dado una leve esperanza, por lo que puede que algún día esa conversación sobre el amor tenga lugar. Simplemente gracias por gastar algo de tu tiempo en , y recuerda. Te quiero Sheena.

Besos, tu R.

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