Tengo mi cabello en una cebolla alta y está un poco mojado en los bordes, me estoy untando crema mientras Dago y Micaela esperan impacientes que empiece a hablar. Se ven como dos niños pequeños sentados allí mirándome.
Exhalé todo el aire que pude, y me dispuse a hablar:
—Me dijo que no era mi asunto, y que no debía meterme más.
—¿Qué más? —Micaela se estaba mordiendo el labio.
—También que la laptop de Dago ya sirve, que un programa que él tiene bloqueo el acceso a su computadora y por eso todo se borró... —Puse el envase encima de la cama y después miré el suelo—, aunque después me dijo que tenía acceso a tu computadora mediante un gusano.
—¿Un gusano? —Repitió—, imposible, tengo el mejor antivirus del mundo. Detectaría el malware donde sea.
Su rostro se veía tan confiando que casi no quise contradecirlo. Dago podía ser muy susceptible en cuanto a sus aparatos electrónicos, eso, y su amor por Micaela.
—Fue mediante Hablus.
—¿Y qué tiene que ver Hablus con Leo? —Micaela preguntó, su tono de voz subió como diez decibeles.
Me puse las manos en la sien. Algunas veces, la voz de Micaela podía ser la más irritante de todo el mundo, y estaba bien, ella era mi amiga, y de alguna forma, estoy acostumbrada a todas sus mañas, pero esta noche particularmente, tengo migraña, y estoy muy decepcionada como para ser tolerante.
—El creó Hablus.
—¿Qué demonios? —Nunca imaginé que la cara de Dago pudiese expresar tales muecas.
—Lo utiliza para espiar.
—¿Espiar? —La boca de Micaela cae abierta, sus ojos como dos platos miran a Dago y después a mí.
—¿Y para que él espía, quiero decir, que es lo que busca?
Miro a Dago, ¿no será que les estoy diciendo demasiado?, ¿que los estoy involucrando? Digo, estoy enamorada de Leo, y no, definitivamente no le quiero acarrear problemas, pero ellos no sienten nada por Leo. Pueden delatarlo. Por eso me guardo mis teorías, no se las diré.
Muy arriesgado.
—No lo sé.
Micaela cierra la boca y se endereza. — ¿Por qué llorabas?
—Me dijo que ya no tiene acceso a mi computadora, y que ya no tiene mis fotos, y que prácticamente deje de joderlo o algo así, ¿no es la suficiente razón para llorar Micaela?, ¡No lo he besado!, y adivina que... ¡me sigue gustando!... demasiado. Todo en mi quiere su beso demasiado, él es demasiado lindo y no me importa si es un asesino o un espía de la CIA, quiero con él. —Hago bembita—. Demasiado.
Dago mira a Micaela sin palabras. —La perdimos. —Anuncia.
Me muerdo el labio con nerviosismo al recordar algo.
—Chicos, chicos, ¿recuerdan de donde saque Hablus?
Otra vez voy a hablar demasiado, Dios.
Micaela miró a Dago y se levantó de la cama. —Solo nos pasaste el link en realidad.
—Yo estaba limpiando el correo de mi papá y le había llegado una solicitud, me reenvié el correo y después lo borré. Me pareció muy interesante un servicio gratuito con beneficios como el que tiene así que por eso los convencí a ustedes. Y aquí lo importante no es que tengamos Hablus, lo importante es que, ¿para qué demonios quería Leo tener acceso a la computadora de mi papá?, y, ¿cómo es que mi papá pertenece a los círculos...?

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Secretos en el Vecindario
Teen FictionMara está a dos semanas de cumplir dieciséis, y su vecino... treinta. Usa camisa y corbata, y cuando no, usa trajes de saco. Tiene una familia y parece estar "felizmente casado" No importa. Él es el primer "gran enamoramiento" de M...